miércoles, 10 de diciembre de 2014

Noche herrumbrada


Retumba tu mirada sobre los espacios de la nada
como la tormenta que azota su pronta llegada
invierno infinito sobre el postigo de tu cama
……
fantasma ardiente en la noche fugitiva,
curvada de vacíos que antes besaran,
llanuras pampeanas, profundidades oceánicas,
….
campos de labriego tus iluminados cabellos,
sobre sus espaldas  frustradas distancias,
dolores antiguos tu alma encerrada,
….
vagando por el tiempo declarando
el derecho a gritarla tu lengua que sangra
sobre la noche amarga,
….
rito pagano lacerando silencios,
quedó tu recuerdo sobre la tumba
abandonada, sin flores olvidada.

….

martes, 9 de diciembre de 2014

Me enseñaste

Me enseñaste,
como amarte perdidamente
como sobrevivir cada día
sin tu presencia a mi lado,
amándome desde la lejanía,
pero sabes,
nunca me enseñaste
a vivir sin tu amor,
junto a la ausencia de tus besos,
sin tu rostro en los ojos del viento,
ni en la acuarela que decididamente
pinta mis calles,
como seguir sin tu voz,
quemando mis sentidos,
con la falta de tu ternura
en mis retinas y piel,
como compartirte,
no, no me enseñaste
a buscar las fuerzas para no llamarte,
a oprimir mi pecho cada vez que te extraño,
a fingir consuelo cuando te estoy amando

Lucía (continuación)


Varias semanas después...

-Abrió sus ojos al asomarse la mañana, gris y fría, miró rápidamente a su alrededor y vio a su pequeño dormido dentro de una caja húmeda de cartón, por el  agua que se escurría de las alcantarillas.

-El viento soplaba fuertemente como un loco delirante y el frío penetraba los huesos, pensó cuánto tiempo más resistiría debajo de ese puente, caminó unos cuantos metros sin alejarse, en busca de papeles y ramas para encender el fuego.

-Por las noches en sus sueños, Andrés llegaba extendiendo sus brazos dulcemente para abrazarla, impregnándole su aroma en su piel, en su rostro, luego tomaba al niño entre sus brazos y juntos se marchaban de ese horrible lugar. Lo sentía tan intenso, que dolía el despertar.

-Por las tardes miraba hacia la ciudad, en la espera de la noche, cuando el vendría a sus sueños rescatándola con su amor.

-Dos años llevaban viviendo debajo del puente, la ciudad era un caos las guerras de pandillas azotaban con su violencia, se apoderaban de las calles, y las personas  se alejaban de las grandes ciudades en busca de pequeñas poblaciones, el hambre hacía estragos y los hospitales no daban abasto.

-Abigail enseñaba a su hijo a leer y a sembrar en la huerta que había construido  a la sombra de unos árboles, Rafael era un niño muy despierto, entendía muy bien lo que su madre le enseñaba.

-Así de esa manera humilde eran felices, sin depender de nadie, Rafael tarareaba una melodía que su madre le cantaba cada día, mientras jugaba con unos pequeños juguetes de madera que ella misma le tallaba, Abigail no olvidaba… 


-Abigail Corría con sus cabellos al viento sin mirar atrás, sentía el frío helado en su rostro sin  importar que lágrimas saladas formaran charcos en su blusa, corría, sentía que sus piernas no conocían el cansancio, una fuerza dentro de ella la hacía seguir, cada vez más, y más, sentía que el camino se alargaba cortándole la respiración, dio un recorrido por la guardia de aquel hospital con su hijo en brazos y sus pies descalzos hasta que al fin se desmayó.

-Despertó después de varios días, el color había vuelto a sus mejillas, su cuerpo estaba limpio, sus cabellos brillaban, era joven nuevamente…

-Su hijo se encontraba de pie al borde de su cama, con una manzana en sus manos sonriente, todo había pasado, solo se trató de una descompensación por el frío, pronto estaba por llegar la primavera, pero el frío rezagado se negaba a marcharse.

-Abigail miro a su niño, limpio, con vestimentas nuevas, zapatillas en sus pies, y vio, que esa vida no era lo que ella deseaba para él.

-El médico al conocer su situación le brindó su apoyo llevándola a una pequeña vivienda que fuese de su madre cuando aún  vivía, así pasaban sus días la primavera había llegado, Abigail consiguió trabajo en el hospital, su hijo asistía a la escuela, y el médico la visitaba cada día enamorado y admirado por su valentía.

En el presente...

-A los tres años de casados naciste tú, hija, ahora entiendes las razones por que tu hermano hace lo que hace, al morir tu padre nos dejó solo deudas, Rafael se hizo cargo de la familia, son sus negocios los que nos sacan adelante y hacen que nada nos falte.

-Nadie sabía exactamente a lo que Rafael se dedicaba, hacía préstamos, compraba empresas que se encontraban en ruinas, se quedaba con las viviendas de sus clientes, y con la de su padre, que un día viniera por un préstamo sin saber frente a quien estaba parado.


-La promesa de Abigail se había cumplido, ahora Rafael y Esteban eran socios, sin conocer el último que se trataba de su hermano… Continuará



Lucía: XXI - XXII

Lucía (continuación)


-El médico ginecólogo se hizo presente en la sala revisando a la joven madre, la observó por un instante y extendió su certificado de alta médica, al igual que el médico pediatra que, con su mirada interrogaba su soledad.

 -Con la advertencia, sobre la importancia de sus cuidados, y vacunas para el niño, y que no olvidara controlarlo, en sus visitas al médico, sobre su peso o posibles molestias que pudiera percibir, antes de retirarse ordenó a la enfermera proveyera a la joven madre de vestimentas para el infante y varios potes de leche, para aportar al buen crecimiento, Abigail quedó muy agradecida y abrigó muy bien a su niño, y partió  de la sala, caminó unos metros y regresó revisando cada rincón de la habitación, como si olvidara algo, en la cuna donde hiciera instantes su hijo durmiera vio unas frazaditas y las tomó, saliendo de prisa del lugar.

-Se dijo así misma, si ese acto que acababa de cometer era por amor, no se trataba de un delito.

-Al llegar a las puertas que la reunían con el afuera sintió como el peso de la vida caía sobre sus espaldas, miró hacia ambos lados sintiendo como cada detalle se agigantaba a sus ojos.

-Cruzó la calle y su niño comenzó a llorar, se sentó en un banco y le dio de mamar, mientras su hijo se alimentaba, su mente volaba, imaginando la reacción de Andrés, al ver a su bebe, en brazos, y caminó sola en el frío con hambre, cansada sin una moneda en sus bolsillos.

-Tocó el timbre del portero, que se encontraba a cien metros de la entrada a la casa, una voz la atendió, era Matilde la mucama de la familia, a quien se anunció, solo recibió negativas sobre cualquier información del joven, sin permitirle el ingreso a la residencia,  Abigail levantó su mirada desconcertada pudiendo ver como de la casa detrás de las cortinas la observaban.

-Se aferró fuertemente a las rejas y gritó, -¡Andrés, soy Abigail ven, conoce a tu hijo! -¡Es tu hijo Andrés!

-Nadie salió, rápidamente las cortinas se cerraron, la joven dejó su cuerpo desplomarse con su niño en brazos y sus piernas manchadas de sangre, lloró con llanto desconsolado apoyada en las rejas  mientras aferraba el niño a su cuerpo, de la casa salieron tres guardaespaldas para quitarla de la puerta y  arrojarla a la calle, lastimándole su frente y codos al apoyarlos para sostener a su hijo.

-Lloró en silencio, y se dijo que nunca más lloraría, y todo cuanto fuese de Esteban un día seria suyo, comprendiendo el porqué de su negativa cuando ella preguntaba por su familia, entendió que todas sus promesas de amor eran mentiras… Continuará




Lucía: XX

EQUILIBRIO


equilibrio para Art Suite

He de encontrar
un equilibrio
entre tu mundo y el mío.

No nadar a contracorriente,
dejar que me arrastre la ola
y volverme a encontrar.

5/XII/14


Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant 
Fotografía: álbum personal

lunes, 8 de diciembre de 2014

Sueños

Con un pasaje de ida sin retorno
en un tranvía de ilusiones
la noche nueva me lleva hacia ti,
a tu lado, a tu sonrisa,
a la caricia de tu piel,
mis pensamientos
vagabundos, e intransigentes
vuelan deseosos a través,
en una  nube de sueños,
donde la llanura de tu boca,
espera ansiosa por la mansedumbre
de mis labios,
que rozan y te tocan
dulcemente agonizantes,
agitados en ecos gemidos,
susurrando sobre tu vientre
palabras acostadas
silenciosas miradas,
en un  lento respirar
nuestros anhelos arden
como nuestras almas jadeantes




domingo, 7 de diciembre de 2014

Lluvia


Nostalgias de una tarde lluviosa
donde el viento asoma su rostro
por el cerrojo,
te recuerdo frágilmente asomado
al balcón desde ese tu rincón de soledades,
tu luz opaca casi difusa desmenuzaba
 gotas en sus caídas,
primero una, luego otra, así sucesivamente,
millones de parpadeantes segundos
envueltos en su bullicio,
el reloj no se oye,
 aun así continua corriendo el tiempo,
suicidando los sueños bajo su  manto,
¿Por qué te has ido? ¡No lo sé!
Solo la mañana atesora tus secretos,
bajo sus llaves de rocío
empuñando los silencios,
llueve en mi alma,
una lluvia temprana,
oigo una voz en el aire
que me llama, entonando
rocas en su garganta…


sábado, 6 de diciembre de 2014

Cuando me ves



Amanece en tu piel de arena dibujada,
un oleaje repentino que sacude las olas,
en los párpados de miel tu aroma,
exquisita fragancia semejanza amapolas,
  vaivén danzante de colores tus cabellos,
 giran y giran, ovillantes melodías,
 en torno a las montañas de tu pecho,
minúsculos párpados de miel atónitos revuelan,
las rocas que de ti deslizan a tus pies descalzos de ensueños,
 asoma una caricia en sus oídos de plata,
palabras hechiceras sin mordazas
acolchonando tus caderas contoneantes figuras,
que menean envolviendo tus pupilas risueñas,
amanece otro día sin tiempos, ni horarios,
la luna desdibuja su reflejo en el agua,
todo regresa a su calma cuando me ves,
bosque de pinos tu mirada.

Lucía (continuación)

En otra parte de la ciudad, una señora enferma relataba a su hija la historia de cómo había traído a su hijo al mundo…

Invierno, junio del 1986

Abigail sentía que sus fuerzas la abandonaban, ese terrible dolor se apoderaba venciéndola, sus piernas temblaban desesperadamente, sus delgados brazos ya no la sostenían.

-¡Fuerza! Gritó la partera, -¡fuerza, que se nos muere!

Abigail reunió todas sus fuerzas y lanzando un grito al cielo pujó, pujó hasta no poder más y se desvaneció.

Su hijo nació con tres kilos y medios, de fuertes pulmones su llanto se dejaba oír por todo el recinto.

Al revisarlo el médico pediatra notó que todo se encontraba bien, el recién nacido gozaba de muy buena salud, ordenó a la enfermera vestirlo y colocar su cuna muy cerca de la estufa.

Amanecía, los primeros rayos de sol se colaban por la ventana, la madre abrió sus grandes ojos cafés y buscó a su niño quien se encontraba dormido, a su lado en una diminuta cuna, introdujo sus manos por debajo de las mantas y lo tomó en sus brazos, el niño producía tiernos sonidos, gemidos que tocaban su joven corazón.

Abigail sentía como su pecho se henchía de la emoción, todo su ser se estremecía, lo apoyó sobre su pecho uniendo sus latidos, cerró sus ojos y solo sintió, experimentaba por primera vez una sensación  que la llenaba de calma y amor.

Sus párpados se nublaron, las lágrimas comenzaron a brotar. ¿Por qué Andrés no estaba acompañándola? Limpió su nariz húmeda con la manga de su camisón y beso a su bebe.

Colocó suavemente al su hijo en la cuna y descansó… Continuará





Lucía: IXX

Lucía (continuación)

Luego del desayuno Lucia se sentó junto a Esteban en el sillón, acurrucando su cuerpo junto a él, quien la abrazó fuertemente sintiéndola frágil y desvalida, la ternura se apoderaba de él y la contuvo, hablándole de nimiedades solo para alejar su mente de esos momentos, hablaron y sonrieron hasta que un ruido los despertó, su gato maullaba en la búsqueda de su alimento.

Los había tomado la noche en sus brazos serenamente dormidos, juntos sus rostros, sus aromas  entremezclados, Lucía se incorporó atendiendo a su mascota, aun disfrutaba del calor de su cuerpo, su calidez junto a sus brazos protectores, el aliento de su respiración en el contorno de su cuello, sonrió por un instante fue feliz…

Esteban miró su reloj recordando que no haber llamado a su oficina durante el día, al mirar de reojo vio como ella preparaba la cena para dos, y desistió de su llamada, seguramente Sarita habría reprogramado sus citas, y arremango su camisa ayudándola con la cena.

Sus brazos se cruzaban rozándose sobre la mesada, sus manos y sus pieles reaccionaban, sus miradas, fijaban a sus costados tratando de ver su reacción, ninguno mencionaba palabra, sus deseos se apoderaban insinuándose con la magia de la respiración agitada, la cena estaba lista prepararon la mesa, Esteban abrió una botella de vino y llevo las copas, Lucia servía en cada plato la ensalada y el filet, cenaban amándose en sus silencios, todo era calma y disturbios bullicios en el alma, en esa cena nadie pronunció palabra…Continuará



Lucía: XVIII


Lucía (continuación)

Esteban desconcertado recibió el llamado de Lucía quien se encontraba en la comisaría dando a conocer los hechos recientes,  el suboficial tomaba declaración de todo su relato con lujo de detalles, Esteban aguardaba en la oficina contigua mientras hablaba por teléfono con su socio, dándole nuevas órdenes a seguir, al final del papeleo la joven fue enviada a su departamento en compañía de una patrulla  custodio, mientras más se acercaban al lugar veían con asombro a sus vecinos fuera, por la acera en pijamas,  patrullas custodiando el lugar, ambulancias  en la entrada del edificio.

Lucia descendió del auto velozmente tratando de saber lo que acontecía, Esteban la tomó de un brazo diciéndole que él investigaría, y se acercó al guardia de seguridad quien se encontraba en silencio con lágrimas en los ojos, fue él quien  relató lo sucedido, la horrible muerte de Ema la viejecita del cuarto B, quien muriera en manos de un delincuente esa noche.

Esteban recordó a la mujer y su encantadora sonrisa, sintió pena de su infortunio y regreso con Lucía.

La mañana amenazaba con ser muy fría, la niebla ocupaba los espacios cegando las miradas, a lo lejos se divisaban las luces de los automóviles, el sonido de alguna bocina, la llegada del tren a la estación, se respiraba dolor e incertidumbre.

Uno a uno eran llamados a declarar, Lucía también, las horas pasaban muy lentas sentía frío, su bolso había quedado dentro del auto, al terminar camino muy despacio hacia Esteban que la esperaba ansioso.

Él podía oler sus cabellos en su proximidad, la abrazó para brindándole calor y la condujo hasta su piso, la joven dudó en entrar al departamento, Esteban se adelantó abriendo cada puerta de las habitaciones, Naiel se encontraba maullando fuera, en el balcón, todo parecía seguir igual.

Mientras ella tomaba  un baño el preparaba el café con tostadas, todo era silencio…

De pronto Esteban recordó a la mujer, sus cosas, sus adornos, sus fotografías sobre su escritorio, se trataba de una persona muy solitaria, llena de recuerdos, la tostadora lo trajo de regreso… Continuará


Lucía: XVII



jueves, 4 de diciembre de 2014

SÓLO UN CORAZÓN

   Tan sólo un corazón...
Es lo que tengo,
Pero me parecen cien...
Por los que estoy sufriendo.

   Así es como quiero yo,
Expresar mi sufrimiento...
Y eso quiero olvidar,
Pero no puedo.

   No puedo nunca olvidarlo,
Por más que quiero;
No puedo de mi arrancarlo,
Esta fuerte en mi corazón.

   Todo este gran dolor,
Que me esta consumiendo,
Esta tan dentro de mi...
Tan dentro que yo con el...
Por siempre he de vivir.

   Pero vivir no puedo,
No puedo ya sentir...
El amar me causa miedo...
Por lo que me hace herir.

MIGUEL ÁNGEL ROJAS IBARRA
EN TUITER @Micky_Way_Mar
En Google: Miguel RojasIbarra
Correo: miangeldelmar24@gmail.com
Mazatlán, Sinaloa, México.
Jueves 04 de diciembre del 2014.
Poema escrito en el 2005. Que más que poema es algo rítmico.

ME PREGUNTAS

   Me preguntas porque te amo,
Por eso he de responder;
Porque eres linda y hermosa,
Con el alma primorosa,
Bella es toda tu ser.

   A mi me tienes cautivo,
Como a nadie podrías tener;
Que para mi si hay motivo,
Para poderte querer.

   Dices que tú no sientes nada...
Que así no me podrías querer,
Tu eres mi bella hada...
Aunque no te pueda tener.

   Que de mi tu no pierdes nada,
Yo mi vida podría perder;
Sería mi alma acabada,
Por no poderte querer.

   Te amo y no quiero perderte,
Y no te dejo de amar;
Y será tan sólo la muerte...
Que de ti me pueda separar.

MIGUEL ÁNGEL ROJAS IBARRA.
En Twitter: @Micky_Way_Mar
Correo: miangeldelmar24@gmail.com
Mazatlán, Sinaloa, México.
Jueves 04 de diciembre del 2014.

martes, 2 de diciembre de 2014

El poder de tu amor

Hoy la tarde me encuentra pensando en ti, renaciendo una vez más en tus besos…



Quiero evocar ese momento en el tiempo,
 cuando las agujas del reloj se detuvieron
y las arenas se inmovilizaron resbalando por los dedos,
 cayendo pausadamente en un sinfín de minúsculos puntos suspensivos,
 dándole comienzo a la confusión, 
a lo bello del amor,
 en un mar de emociones y lágrimas enjugamos los suspiros,
 los arropamos,
 le dimos refugio cuando las ausencias hicieron presencia,
 y los Instantes tornabanse intensos,
 cuando mi corazón dio un vuelco
y tu estabas para sostenerlo,
siempre allí,
 como el viento cuando sopla la vida floreciendo,
a la raíz de todo lo nuevo,
que eres tú,
 donde muero cada noche
 transitando las calles de mis sueños…


viernes, 28 de noviembre de 2014

Suspirar

Hoy he dejado de respirar.
He dejado de respirar por los ojos que miran sin ver.

Por los oídos que oyen sin escuchar.

Por los besos que se dan porque sí,
sin pensar en todo lo que das con un beso.

Hoy he dejado de respirar.
He dejado de respirar por las veces que has dicho mi nombre y no has pensado en mi.
Por las veces que venías con prisa
sin entender los pequeños detalles.
Por las veces que me he roto sobre tus manos
sin ni siquiera darte cuenta.

Hoy he dejado de respirar.
He dejado de respirar por los momentos que fueron
y ya no son.
Por cada paseo en la playa que nunca terminó.
Por cada caricia que la piel me quemó.

Hoy he dejado de respirar...
He dejado de respirar con el corazón latiendo a mitad.
Pero aún sin respirar, irremediablemente,
me has hecho suspirar.





Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada

jueves, 27 de noviembre de 2014

Sueño contigo

Te quiero en mis noches de infierno
en mis mañanas mojadas,
en la caricia de mi almohada,
en el roce de la toalla,
en el retén de mi sostén,
en el agua, que lava mi intimidad,


quiero amanecer en tu regazo,
confundida en tu abrazo, junto,
a la ambrosía de tu boca,
rociarme y llenarme con tu piel,
 de fruta fresca,
y reencontrarme,
 enardecida en tu mirada


Naciste















Naciste




*




Naciste tras un parto de vocales
(crisálidas aparte mariposa).
Pendiente de pretéritos cristales


buscaba que tu luz vertiginosa
hendiese toda carne como espada
etérea, flamígera o lustrosa


según me pareciera. Delicada
te vi crecer y dar a cada instante
la esencia de mi ser multiplicada


por ella, la absoluta interrogante.
Y ahora que ya vamos de la mano,
que somos una voz desconcertante;


¿me vienes a decir que todo es vano
si faltan la caricia imperceptible,
 y el austro de una fusa en el pïano?


¿Y dónde buscaré lo bonancible?
Del llanto nada espero y, por instinto,
mi mente se debate en la intangible


escucha de un recuerdo casi extinto.
Desecho, me atenaza mi natura
e intento liberar del laberinto


los sueños que una vez fueron locura
con forma de paisajes del pasado
y sendas por andar a la aventura.


Como ese amanecer junto a tu prado;
allí donde la vida es permeable
solaz que en la memoria he dibujado


igual que cuando fuimos: inmutable,
cuajándose de auroras y celajes
en un acariciar de seda amable


que Apolo ledo guarda entre ramajes
y bandos de estorninos, cuyo canto,
dedícase al placer en mil lenguajes


por ti, gacela indómita del llanto
eterno. De tus brazos la mañana
discurre hasta esconderse tras el manto


que cubre con ternura esa manzana,
la misma que desnudo fui a probar
cuando éramos dos ángeles sin grana


y tú me diste entrada hasta tu hogar.
Mas sé que ya no estás sino en mi mente
y escucho tus gemidos como un mar


que se alza embravecido al occidente
llevando tu mirada a fuego impresa
tatuada en mis arterias; un torrente


que bate mi latir y nunca cesa
 al orbe en derramar cada solsticio
la sangre de mi arcilla que te besa


prendida de tus alas hasta el juicio
final, en que mi espíritu y su cera
habrán de averiguar si algún resquicio


de amor quizás los torne en primavera
bendita para siempre; bien dispuesta
a verse en la ascensión hasta la esfera


celeste e inmarcesible en una fiesta
floral de melodías estelares.
Brillante, cada pétalo se apresta


refulgiendo por todos los lugares
en agua luminosa que me expande
sin mácula ni fin donde cantares


afluente de una vida, ya no grande,
inmensa en que la luna se sonroja
al ver el corazón del sol y el glande


del cielo atravesando el himen puro
del aire; renovando la utopía
en cálamos que beben de lo oscuro
y vuelan hasta hacerse poesía.




*
MM
*

Sueños de otoño














*





La tímida caricia del tiempo, que se va

apenas sin rozarlo, ya lejos de mi puerta,

me trae la fragancia lejana de los bosques

y el húmedo recuerdo de aquella infancia eterna.

Perdido en la memoria el viento se acumula

y dice su susurro que, sobre mi corteza,

los años han pasado por luces y penumbras,

acaso como sueños de otoño en primavera.

A cada paso el cielo, con sus miradas grises,

descubre que la lluvia que pare la belleza

es más que aquel bullicio de chopos y molinos

que baña la llanura entre las hojas secas,

crujientes, seductoras, llenando los vacíos

con esa luz difusa y aleve de la niebla.

Perdido en la memoria, el prado se adormece

debajo de la escarcha que besa la ribera,

camino de las horas donde dejé marchitos

el verde tintineo de abril, y esa acuarela

de nítidos matices, intensos como el barro

que nace de las aguas, donde la paz espera

gritándole al silencio que ya no queda nada

para desvanecerse al tacto de la hierba.

Quizás otra mañana despierte con el firme

aliento de encontrarme, y darme a la demencia

total de regresarme de nuevo a lo perdido,

pero esta lo que toca es ver si, por mi huerta,

rebrotan ya las cosas, dejadas al olvido

del frío del invierno, o siguen bajo tierra

sin ánimo ni vida, como mi corazón

que sigue hacia adelante, pues es lo que le queda.



*
MM

*




miércoles, 26 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

La tarde se inclina en pendiente
en la búsqueda de esos sueños dormidos,
que olvidaron sus razones para ser,
Y siendo lo que fueron no llegaron a nacer…


El invierno se acerca, los árboles desnudos se preparan para su crudeza,  el cielo despeja sus grises para dar paso al blanco de las heladas, el lago amaneció con una leve escarcha y el frío lentamente se cuela entre los dedos coloreando de rojo las narices, quisiera que estuvieras para quitar este miedo que me atormenta…

Hoy me hace falta tu arena para mojar  mis pies en tus playas, y sentir el bramido  de ti para ser en tus rocas, porque todo se oscurece si no estás junto a mí, son tus brazos mis cauces, las fuerzas que me impulsan a seguir, la razón por las que mis piernas se balancean a un ritmo vertiginoso, sin igual, siguiendo el ir y venir de la gravedad mi motor, tus besos ardientes como llamaradas endulzaron mis labios impregnando el sabor de los sueños, esperanzas que una vez tuvimos y compartimos, jugando al futuro, a la posibilidad de levitar en el amor una eternidad, donde los huracanes no quepan y las tormentas viajen efímeras sin anidar.

El cielo se adormece tibiamente entre los laureles de tus silencios, el crepúsculo retrasa su llegada entre  amapolas y jacintos, el día se convierte en cenizas y la nostalgia desembarca con sus trenzas largas, porque no estás para abrazarme y sentir que aún no es tarde para amar, que la niebla muy pronto se disipará dejándole paso a la claridad de nuestros sentimientos.

Lucía se sentía atemorizaba vulnerable a lo desconocido, sus ojos no llegaban a ver por dónde venía el peligro y solo podía pensar en su amor, Esteban.

Quizás solo se trataba de su gato algo inquieto, quien desacomodara su departamento, decidió regresar, había pasado un día dentro de la habitación del hotel.


Se dirigió al baño para peinarse sus cabellos, tomó su bolso y al llegar a la puerta vio un sobre en blanco, al abrirlo una nota que decía, “Siempre te encontraré”… Continuará



Lucía: XVI