martes, 28 de enero de 2014

Mientras llegas...


Mientras tú llegas
espero en calma
la primera luz del alba.

El viento acaricia
mi rostro.

De golpe siento
el calor del sol,
abrazando mi cuerpo.

Ya has llegado,
estas aquí,
nublando mi razón.

Temblando en tus brazos
vuelvo a caer
y me dejo llevar
donde ,
quieres tú.





Gracias Por vuestra lectura y comentarios
Yo la autora:  Alicia Valverde Romero:
En Twitter : @AliciaValverder 
En Facebook: Buenos dias Princesa
En mi blog: Buenos dias Princesa 
Contacta Vía Mail: alinuski5@gmail.com

D A Ñ O

Nos hicimos suficiente daño al creernos invencibles de las palabras e inmortales de cada roce, sin embargo, fuimos clavando estacas que desangran bestias entre el pecho y las piernas.

Inmóviles cual presa en la soledad de la selva y solamente aullando amores viejos atraíamos a nuestros captores, éramos la razón perfecta de sus colmillos y en esa felicidad mutua, masoquistas nos convertimos.

Jurabamos jamás volver a pasar por ese verso del amor enredado y torcido, bastó una coma bien puesta y la atracción era fresca en nuestras venas y corríamos como cazadores aunque en nuestro corazón las huellas de viejas heridas volvían a brotar penas del infierno.

Ahí estábamos, revolcándonos desnudos por las sábanas y rogando por más piel y más sangre para derramar y en casa orgasmo fuimos cazador y trofeo pero el daño fue bello, trágico y muerte mutua.

Éramos bestias con piel de seres humanos y solamente porque nos hemos vuelto a equivocar seguimos pensando que somos hombre y mujer equivocados de países.

Agradeciendo vuestra lectura, @Poetas_Nuevos
A vuestra disposición en mi blog : www.poetasnuevos.com/

MI PENA INFINITA



De pronto pienso en ti
Y soy consciente
De la distancia,
De lo imposible,
De los sueños
Que no se cumplirán,
De las esperanzas  
Que no verán la luz,
De que te amo tanto  
Que en vida muero.


Me he convertido
En pobre polilla sin gracia

envuelta en tonos ocres

pensando que es monarca

sin saber que para ella
no hay milagro
ni metamorfosis

vuela torpe y esperanzada
Buscando una luz.
Tu luz, que se aleja en el horizonte
Tu luz, que muestras y nunca alcanzo
Y me invade la pena
Una pena tan infinita como
El Universo
Una pena tan densa como
Mis lágrimas
Una pena que se mece en mi corazón
Soy como el buscador de estrellas
Que cada noche
Aunque sabe que su luz
No es sino el eco de una vida
Que se apagó
Sigue esperando el milagro
Sigue esperando que despierte su estrella
Le acaricie el alma
Le haga sentir un instante de amor.
Cansada, derrotada, triste
Creo que

No vale la pena

Caminar ni un solo paso más.

Cazadora de quimeras

Decido sentarme junto al camino
Las alas rotas, sin brillo
Los zapatos polvorientos
El corazón rendido

Nunca alcanzaré tu luz
Nunca se cruzarán nuestros destinos.

lunes, 27 de enero de 2014

Urgencias



La precavida, inquietante, desconfiada  entrada,

la desorientada  sala donde se agolpa la zozobra,

encogidos y apesadumbrados  pacientes y familiares,

el ansia en la megafonía que desgrana nombres, consultas, cifras,

el abandono que busca la ayuda cómplice,

el cansancio angustioso de la espera,

camillas, sillas de ruedas, sueros, escayolas, apósitos,

el sinfín de artilugios que deambula y serpentea.

Protocolo,  despojo de objetos personales,

radiografías, comprimidos, vaso de agua,

rutinaria vía en la vena por la que absorbe al enfermo el sistema.



Ahora es la cálida acogida en la sala de tratamientos,

ataduras a aparatos en el sillón inmovilizado,

infalible el continuo goteo del suero…

y la espera de las horas eternas.

Solícita la atención  de médicos, enfermeras, auxiliares,

que mitigan el dolor de los enfermos.

Ancianos desorientados, limitados y cansados los sentidos,

jóvenes doloridos,

personas atormentadas cada cual por su pena.

Las alarmas de los monitores,

las mediciones periódicas,

las crípticas anotaciones

y los minutos, las horas que lentamente se arrastran.

La destreza que acomoda

la medicina que aquieta,

la palabra que anima y reconforta.



Al fin la sanación de unos, el traslado para otros,

la gratitud del enfermo parca en palabras y amplia en la mirada.



El abandono del hospital por la misma ahora confiada puerta,

el paso tranquilo como del que sale de casa.

Atrás, los cuidadores, las atenciones, las vocaciones

de la gente más humana, de seres adorables.

Desde el hall miro a la calle por los enormes ventanales

y medito apesadumbrado y lamento con tristeza, húmedos los ojos,

la desatención, el sarcasmo, la locura, la sinrazón

de los ajenos a las mil batallas que dentro se libran,

de los amenazantes saqueadores que fingen gobernarnos.