viernes, 14 de noviembre de 2014

Mar de mujeres

No había mar en la orilla
Las olas olvidadas estaban
Mujeres parecían sirenas
No supieron como llegaban.

En la arena seca, solo su piel
Húmeda al borde pululaba
No mire la maravilla de mujer
No había más que cielo ciego.


No eran diosas, no eran ninfas
Solamente hembras desnudas
Despertando deseos masculinos
Enlodadas por la mente inmunda.

Eran sueños, olvido y martirio
Haciendo agua por los poros
Clavado en instintos felinos
Destino fatal, deseos en coro.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Ítaca

@ondasderuido

Nunca regresaste.
Todavía me buscas.
Mi tapiz inacabado,
acumula, de vida en vida,
penas y ausencias.
Alguna vez, la melancolía
se asoma a mis ojos
y me delata.
Me cansé de tu olvido y elegí.
Me dejé amar.
Pero ninguno eras tú.
Eterna condena
de abrazarte en otros brazos.
¿Qué canto de sirena te retiene ahora?
¿En qué isla aprendes a olvidarme,
eterno amado, de mi Ítaca ausente?
***
Nos vemos en:

TU ALIENTO

aliento para ArtSuite

Te siento vacío y etéreo,
rozas mi piel
sin sentimiento.

Haces que se parta mi alma
y con ella tus recuerdos.

Te siento lejos y en silencio
tu voz ya no la siento,
se ha convertido 
en un frío soplo de viento.

Te siento, 
pero me puede el silencio,
el dolor de tenerte 
y no sentir tu aliento.

13/XI/14

Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant 
Fotografía: wikipedia

miércoles, 12 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

-Decidió que no se daría la ducha apresurada de cada día, hoy se relajaría.

-Puso a llenar la bañera con agua tibia, sales, roció aceites esenciales aroma a sándalo, rosa y violeta, música suave y romántica, era la música que a ella más le gustaba la hacía sentir relajada y encendió unas velas  torneadas de miel para acompañar.

-Se sumergió en compañía de su soledad, cerró los ojos almendrados y se transportó hacia otro sitio, en otro tiempo, a otra realidad cuando su mundo estaba colmado de caricias y besos, deseaba olvidar por un momento la soledad agobiante en la que se encontraba.

-Embriagada con sus recuerdos, las fragancias que desprendía el lugar, a la tenue luz de la vela y la resaca que ello le producía vio como su cuerpo se estremecía y se sintió extraña,
la melancolía se apoderaba de ella y su piel ardía de deseos reprimidos y olvidados.

-Los recueros de ese amor ausente seguían grabados con tinta indeleble, venían a su memoria como llamaradas ardientes una y otra vez, llenándola de ausencias y silencios, de pronto se encontraba en las reminiscencias de sus besos, sus tórridas caricias, los masajes en su cuello, su aroma a masculinidad, sus fuertes y cálidas manos acariciando todo su cuerpo haciéndola estremecer de placer.

-Como olvidar, como olvidar sus noches, sus mañanas amándolo en su lecho, los rayos del sol calentando sus cuerpos desfallecientes, como olvidar lo que una vez amo y le perteneció en cuerpo y alma, deslizó su mano derecha por su vientre tibio casi como un sutil roce, y fue jugando a soñar y se dejó llevar, y jugó, jugó, su respiración fue en aumento jadeos y suspiros, esas manos suaves y delicadas recorrían toda su longitud frenética y exquisitamente subían y bajaban haciéndola vibrar, un gemido suave ahogado esbozó con alivio, soltura y desahogo.

-Cerró los ojos con fuerza, profundamente como queriendo conservar ese mágico momento de satisfacción e íntimo para sí,  pero sus sentidos y todo su ser aún se mantenían temblando en pleno goce.

-Todo era silencio, la música había terminado, la vela se encontraba apagada y el agua yacía fría.

-Se envolvió con una toalla blanca reluciente que ella misma había bordado, jazmines con hilos de seda, esa había sido su inspiración para decorar su ajuar al comenzar su estadía de soltera, en las tardes frías se dedicaba a personalizar sus objetos creando un clima de romanticismo y color en todo su hogar.

-Al pasar por el pasillo que daba a su habitación se percató de la melodía que provenía del departamento continuo era un joven aprendiz de violín que hacía maravillas con el instrumento, dejo caer la toalla al piso y se dispuso a vestirse y disfrutar de ese sonido melodioso, sus ventanas se mantenían abiertas de par en par, y se embebió de ella. 

-Su estado anímico fue cambiando, una sensación de frescura la invadió y decidió salir a correr, su cuerpo se lo pedía a gritos, alimentó a su gato Naiel, se puso zapatillas y vestimenta cómoda para la ocasión.

-Al salir se cruzó con el portero quien limpiaba las escaleras, por lo tanto debió tomar el ascensor, al llegar a la puerta de entrada se encontró con el guardia de seguridad a quien miró sin saludar, le resultaba un ser funesto, ciertamente había algo en él que la irritaba.

-Caminó hacia la calle y dirigió su mirada para ver quién era que la observaba, con disgusto confirmo que se trataba del guardia desde su cabina, se apresuró para alejarse lo más pronto posible y se mezcló con el resto.

-Mientras corría pensaba en lo que había sucedido en su bañera y una agradable sensación la invadió, pudo sentir como se ruborizaba pero no le importó y continuó su andar.

-Se encontraba agotada después de varias vueltas, se sentó a la sombra, bebió agua y vio jugar a los niños por el tobogán, un perro chihuahua corría detrás de una pelota sin poderla alcanzar, a lo lejos un grupo de ancianos se batían a duelo en un partido de bochas con sus lentos y frágiles movimientos.

-Recordó que debía hacer las compras, pasaría primero por la verdulería de Don Juan, en busca de verduras, frutas y alguna ensalada, Juan el verdulero siempre le permitía elegir a su gusto, así poder disfrutar de su grata compañía y de sus exuberancias que a él tanto le gustaban, luego de una extensa y complaciente charla, Lucía pasó por el diario donde se encontraba Don Raúl el diariero, un Italiano que venía escapando del hambre y del polentoni, como él decía.

-Hablaron del tiempo, de cuanto habían subido los precios y de algún chisme de la farándula porque de eso sí que estaba siempre informado él.

-Luego fue por los demás comestibles y bebidas que necesitaría.

-De regreso a una cuadra de su casa se escuchaba el sonido del violín de su vecino, miró, quizás podría verlo manipular el instrumento, pero nada pudo ver, era un misterio por  resolver.

-Al subir por las empinadas escaleras se acercó el joven portero, para notificarla que había deslizado por debajo de su puerta su debida correspondencia, ella le agradeció con una enorme sonrisa, seguramente cuentas que saldar, facturas y publicidad se dijo para sí.

-Al entrar se encontró con un sobre delicadamente perfumado de fino papel,- ¿de quién será? Se preguntó, carecía de remitente, solo su nombre y dirección.

-Rápidamente lo abrió sin romperlo, se trataba de una nota de su ex, con un delicado papel rosa perfumado finamente envejecido como solo le gustaba a él ser, meticuloso y obsesivo.

-Lucía se sentó para poder leer, un nudo en su garganta no le permitió emitir sonido alguno ni llorar, solo leyó y la colocó por un instante cerca muy cerca de su corazón y la apretó fuerte muy fuerte.

-Sentimientos confusos no le permitieron seguir con la lectura, la vista se le había empañado con incesantes lágrimas que corrían en busca de su cauce, colocó nuevamente la carta en el sobre de donde pensó nunca debió haberla sacado... Continuará


(Imagen tomada de la web)
Lucía cuenta con DERECHOS DE AUTOR

Lucía

-La mañana incipiente irrigaba el paisaje humedeciendo los jazmines que generosos despedían sus aromas colándose por las transparencias de las ventanas, inundando todo el lugar tornándolo apacible y acogedor.

-Lucía despertó, miró a través de las cortinas y vio asomarse el día, respiró profundamente para embriagarse con sus fragancias, desde su ventanal podía divisar los dibujos de la ciudad que se encontraba en marcha, vapores y smog creaban una niebla ocultando gran parte de ella.

-Bendecía el momento en que decidió mudarse, si bien no era suficientemente espacioso su departamento, lo que le fascinaba era poder cruzar la calle y encontrarse con el parque, junto a la naturaleza que él le ofrecía, árboles florales y la brisa que recorría las copas de los pinos entremezclando los diversos aromas que cada uno de ellos desprendían.

-Le gustaba ver los perros refrescarse en el lago que allí había, jugaban sin preocupaciones se divertían, como ella al observarlos fascinada.

-Adoraba escuchar las risas de los niños al jugar, los vendedores con sus cantos ofreciendo las variedades de sus productos, los jóvenes que con sus instrumentos iban a ensayar, las personas se amontonaban a su alrededor expectantes de su música y estilo.

-Magos, payasos, actores callejeros se daban cita cada día, todos disfrutaban del espectáculo, risas, aplausos luego uno de ellos pasaba la gorra y se marchaban contentos hacia otro lugar.

-Desde el lado este del parque se podía ver la tranquilidad del río, con sus aguas apacibles, se encontraba cerca, más bien solo se debía cruzar la gran avenida con sus correntadas callejeras donde la velocidad zigzagueaba como vendaval.

-A lo largo de la orilla del río se encontraba el puerto, con sus galpones algo oxidados y olvidados, colmados de añejas historias de tiempos de herrumbres y abandonos.

-Allí, imponente de mansas aguas marrones los recibía el río, llegaban y encallaban enormes barcos de diferentes partes del mundo a la espera de poder cargar y descargar, nostálgicos marinos con sueños de sus tierras, rostros fatigados, con hambre de nuevas experiencias desembarcaban por las noches rumbo a los establecimientos de diversión nocturna y transitoria, donde los clientes podían beber, cenar y bailar en compañía de bellas señoritas que vaciaban sus bolsillos, llevándose no solo su dinero sino que también muchos de sus recuerdos.

-Lucía cada mañana bajaba a correr por el parque, le gustaba rodearlo y mezclarse con la gente ser una más, pero ese día no sentía deseos de salir, decidió quedarse en casa y acomodar viejas fotografías que la hacían rememorar cada momento en que las había tomado.


-Las apiló, tomo el baúl de los recuerdos y allí nuevamente las colocó, junto a una ramita de lavanda sujeta con una cinta rosa y otra carmín... Continuará

lunes, 10 de noviembre de 2014

A fuego lento

Me recordarás cuando tu voz pronuncie mi nombre sin
pensarlo tú siquiera,
cuando tu piel reavive las cenizas no esparcidas al viento,
y sangres en lamentos por mi ausencia,
cuando las llamas ardan en tu cuerpo y tu boca sedienta
desfallezca de pasión por mis besos,
cuando por las noches la luna ilumine el vacío en nuestro
lecho sin encontrar, tú, consuelo,
cuando los nudos internos se hagan eternos, y los
silencios atormenten tus heridas,
cuando las cicatrices se agiganten y se nieguen a cerrase,
ahí sé, amor mío…

Me recordarás… ¡Lo sé, lo sé muy bien!

Porque así, mi alma te ha sentido, recorriendo cada noche en
la soledad de un cuarto oscuro sin olvidos, quemando  cada
centímetro de mi cuerpo, mis arterias reviviendo la inagotable
espera, lacerando con tu voz de arena mis oídos, enviándome
a las profundidades del infierno, con la sola idea de tus manos
acariciando mis dimensiones, en todas y cada una de las estaciones…


Me recordarás, porque marqué tu vida a fuego lento y seguro,
así como tu huella esclavizó la mía…


Presos

Vio el reflejo de lo que pudo haber sido. 

Vio su mano acariciando su cuello.
Bajar por su espalda.
Perderse en su cuerpo.

Vio como bailaban bajo el otoño.
Queriéndose como nadie.
Amándose como nunca.
Vio el reflejo, y ya nada importaba.

Ahora lo de arriba estaba abajo,
lo de abajo estaba arriba.
Vio al árbol desear fundirse con el agua.
Vio a las hojas desear volver arriba.

Y todo empezaba donde terminaba.
Y todo terminaba donde empezaba.
Pues el deseo se convertía en reflejo.
Y el reflejo, los hizo presos.






Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada

domingo, 9 de noviembre de 2014

ALAS DE ÁNGEL

alas para Cosas que siento

Sonrisa de pez.

Corazón llagado.

Alma de ángel
y sueños robados.

5/XI/14

Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant 



Fotografía: wikipedia

Vives en mis recuerdos

Un café negro en su pocillo,
desfalleciendo medianamente tibio,
vapores fantasmales técnicos dibujantes
de nuestros ecos,
la ciudad descansa de un sábado agonizante,
inmersa en mis adentros contemplo
mis pensamientos, en la penumbra,
donde te pienso,
un vals danzante resuena
al compás del tiempo,
agujas rítmicas, tiranas, aprisionando
pesadamente los sueños.
Hoy te vi, en un recuerdo,
junto a la temprana llegada de la aurora,
cara amplia, lánguida mirada,
tu voz, tu voz huyendo
en compañía del viento.
Ya no suenan las campanas,
los pájaros emigran su vuelo,
te sentí partir en mis silencios,
la noche descalza sus miedos,
susurros ausentes en  eternos
oídos de seda, las palabras
sorprenden en manifestación
por vacías, no olvidadas
promesas,                        
un pocillo vacío, una cuchara
cae al piso, en mi mente…
Tu nombre y el mío.