lunes, 10 de noviembre de 2014

A fuego lento

Me recordarás cuando tu voz pronuncie mi nombre sin
pensarlo tú siquiera,
cuando tu piel reavive las cenizas no esparcidas al viento,
y sangres en lamentos por mi ausencia,
cuando las llamas ardan en tu cuerpo y tu boca sedienta
desfallezca de pasión por mis besos,
cuando por las noches la luna ilumine el vacío en nuestro
lecho sin encontrar, tú, consuelo,
cuando los nudos internos se hagan eternos, y los
silencios atormenten tus heridas,
cuando las cicatrices se agiganten y se nieguen a cerrase,
ahí sé, amor mío…

Me recordarás… ¡Lo sé, lo sé muy bien!

Porque así, mi alma te ha sentido, recorriendo cada noche en
la soledad de un cuarto oscuro sin olvidos, quemando  cada
centímetro de mi cuerpo, mis arterias reviviendo la inagotable
espera, lacerando con tu voz de arena mis oídos, enviándome
a las profundidades del infierno, con la sola idea de tus manos
acariciando mis dimensiones, en todas y cada una de las estaciones…


Me recordarás, porque marqué tu vida a fuego lento y seguro,
así como tu huella esclavizó la mía…


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