Me recordarás
cuando tu voz pronuncie mi nombre sin
pensarlo tú
siquiera,
cuando tu piel reavive
las cenizas no esparcidas al viento,
y sangres en
lamentos por mi ausencia,
cuando las llamas
ardan en tu cuerpo y tu boca sedienta
desfallezca de
pasión por mis besos,
cuando por las
noches la luna ilumine el vacío en nuestro
lecho sin
encontrar, tú, consuelo,
cuando los nudos
internos se hagan eternos, y los
silencios
atormenten tus heridas,
cuando las
cicatrices se agiganten y se nieguen a cerrase,
ahí sé, amor mío…
Me recordarás… ¡Lo
sé, lo sé muy bien!
Porque así, mi
alma te ha sentido, recorriendo cada noche en
la soledad de un
cuarto oscuro sin olvidos, quemando cada
centímetro de mi
cuerpo, mis arterias reviviendo la inagotable
espera, lacerando
con tu voz de arena mis oídos, enviándome
a las
profundidades del infierno, con la sola idea de tus manos
acariciando mis
dimensiones, en todas y cada una de las estaciones…
Me recordarás,
porque marqué tu vida a fuego lento y seguro,
así como tu huella
esclavizó la mía…
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