sábado, 6 de septiembre de 2014

Eres todo y mas....




Raíces de mi alma
vestidos de promesas,
eres.

Eres,
quién me regala
las alas para ser feliz.

Silencio que huele
a despedida.

Retazos de recuerdos
que devuelven el calor
a mi vida,
eres..

Eres, pasado,
presente incierto.

Tristeza para soportar
lo venidero,
que marcará mi futuro.

Rabia, dudas, desconciertos,
eres.

Eres, amor, miedo
y ganas.

viernes, 5 de septiembre de 2014

SE OYE EL SILENCIO



silencio para Art Suite

Se oye el silencio
mientras mi alma
escribe emociones.

Cuando se oye el silencio

las palabras se vuelven sentimientos.

5/IX/14

Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant

Fotografía: wikipedia



jueves, 4 de septiembre de 2014

miércoles, 3 de septiembre de 2014

El tiempo de una vida se esfuma en un segundo

¿Qué sería de nosotros sin el tiempo?

Tiempo de reír,
tiempo de recordar,
tiempo para amar
y el tiempo muere en un suspiro.

Imagino,
corro,
divago
sobre la infinita belleza y misterios del universo
-y respiro-:

uno,
dos,
tres,
cuatro...

Mi vida anclada a los segundos
-unidad de medida infinitesimal de una existencia-,
se mueve a través y por el tiempo.

Tras reproducirnos y trasmitir conocimientos,
no seríamos nada
sin lo que realmente
nos forja para siempre:
los recuerdos.

Sin ellos no podría derramar tu historia.
Tu recuerdo siempre estará en mí,

te querré siempre abuela...





martes, 2 de septiembre de 2014

El mar sabrá esperar


Tan llena de mar sus ojos,
Apacible eco de oleaje,
Paisaje de sinuoso andar,
Resbaladiza sonrisa.

Una silueta de agonías
Envolvió las arenas,
Sus relojes se rompían
En la casa de la moda.

Cuan largas vidrieras te mire
Y la oferta era la misma,
Los libros no alcanzaron
A escribir más historias.

Ambos de negro, advertencia
Cierta de la moribunda fe,
Jugamos a desvestirnos
Perdidos nuevamente.

Mis zapatillas se quedaban
allá en rededor de los pisos,
Pulidos de tanta arena y mar,
La hora aún no es nuestra.
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Eva prima

Eva negra, crisol manchado,
Desierto de escepticismo,
Gacela de mis entrañas
Faja de pasiones desatadas.

Brillo transparente del alma
Silueta en forma de hembra
Deseo en fuga del hombre
Sumisa África, sangra la piel.

Entregada, flagelo del hambre,
Mis ansias corrompen la imagen,
Ella es de carne y yo caníbal,
La violencia es barata, el motín
Efímera cama subyugada.


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Flor de Luna

Me apague
junto a la luz
de tu ventana y
mientras el sol entraba
se iban derritiendo mis alas.
De noche fuimos poesía ciega
de los miedos
que nos recorrían,
danza de palabras hechas amor
y un silencio que brotaba de los ojos,
del viento de un suspiro
hice remolinos en tu cabello
y me cubriste de frío,
de mi alma pedregosa,
de esa letanía,
de los años dormidos,
te hiciste flor para mi
y no tuviste tiempo para temer,
fui luna por cada pétalo abierto
y faltaron besos para ser un millón,
sin embargo,
la piel nos recordará
porque el alma nunca olvida. 

Una noche fuimos canción,
dos desconocidos,
un paseo por la memoria del amor,
un olvido demente,
rasguñamos los años
y sangraban momentos,
sentados frente a frente
lloramos por ellos,
no comprendieron nuestra entrega
y volvimos a ser los de antes,
yo lejos de ti y esa ventana,
mientras tú,
suavemente despertabas
queriendo que el sueño
se repitiera todas las noches
que nos faltaran.
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Tardes de café



No ha sido la primera vez y supongo que tampoco será la última, que revivo las tardes de domingo de mi infancia y la hora de salir del colegio cada mediodía, pues era entonces cuando más feliz me sentía caminando junto a mi padre por un céntrico paseo, hasta que llegábamos a un café tan mayúsculo, imponente y glorioso como antiguo.

Era este café y no otro, el preferido por mi padre para alejarse de la presión durante un rato, ya que la molestia más cercana era solamente el ruido provocado por el gentío que vivía en las calles colindantes y, al igual que nosotros, salía o entraba de los establecimientos, volvía a casa para tomar el almuerzo y permitía que los niños jugaran en la plazoleta, ajenos al complejo y acongojado mundo de los adultos.

No había un día que fallase nuestra sesión del aperitivo. Tronara, nevara e incluso si el mismo cielo estuviera a punto de derrumbarse sobre nosotros, puesto que había estado lloviendo durante días y días. Aunque, de todos modos, siempre disfrutábamos más cuando hacía calor y no precisábamos del gran paraguas de mi padre que nos servía de cobijo, para evitar que nos empapáramos más de lo debido.

Aun habiendo entrado en el café día tras día, éste me parecía de un tamaño superior a la estación de trenes. Una vez dejada atrás su monumental puerta de madera maciza y cristal, se podía observar a las mismas personas que siempre se encontraban dentro del café a nuestra misma hora.

<<-Hola.

-Buenos días.>>

Estas eran las palabras con las que mi padre y yo mostrábamos al mundo que ya estábamos allí de nuevo, cumpliendo nuestra habitual visita. Pero nunca nos quedábamos en la planta baja más de cinco minutos, durante los que mi padre tal vez estaba saludando a alguien importante o saboreando algún bocado que le habían ofrecido probar.

Yo esperaba siempre con profunda ansia el momento en que mi padre se despedía y decía que estaríamos en la planta de arriba. Otra vez más, un nuevo momento para disfrutar que él aprovechaba para leer el periódico o entablar conversación en la mesa del fondo. Ésta estaba situada al lado del primero de los tres ventanales si te situabas frente a la enorme cristalera del lateral izquierdo del hall, hasta el que llegaban las escaleras.

Sin duda el hall en el que también se encontraban las puertas de los servicios de mujeres y hombres, era el lugar idóneo para observar el parque, cuyas vistas compartían los edificios del paseo y nuestro particular y añejo café. Sobre todo aquellos días que el Sol se decidía a brillar con más fuerza que nunca y su agradable calor invadía toda la planta superior, rodeada de cristaleras por dos costados y por los tres ventanales abiertos de par en par durante estos días de canícula.

Una vez sentado mi padre en la pequeña mesa con un asiento de sofá y un par de sillas, que nunca se encontraba ocupada en el momento en que llegábamos, no había quien pudiera separarme de la negra verja pintada de la balconada. Tras haberme agarrado con fuerza a ella, observaba a las personas más bajitas que yo caminando por la calle, que discurría entre el paseo y otro céntrico bulevar de la ciudad. Sin embargo esta no era mi única afición en el balcón del café los días soleados, sino que también me dedicaba a observar con detenimiento cada uno de los movimientos de mi padre, bien si este pasaba una hoja del periódico, bien si daba un sorbo a su consumición o se ajustaba con absoluta meticulosidad las gafas.

Por el contrario aunque en los días de lluvia no dejábamos de asistir a nuestra singular cita con el café, sus dueños y camareros, las personas que por allí se acercaban y por supuesto con nuestra mesa, el ambiente se volvía pesaroso por causa de los grises y mojados días que vivíamos todos nosotros y el propio café en sus carnes de piedra, cristal y madera.

Pesarosos también porque yo no tenía oportunidad de agarrarme a la verja del balcón y poder así contemplar a mi padre obnubilado por las noticias e inmerso al mismo tiempo en la lectura de ellas, ni tampoco me era posible contemplar a todas aquellas personas que pasaban a la vuelta del mercado, con sus niños de la mano o empujando un cochecito de bebé bajo la agradable sombra de los árboles porque habían corrido a refugiarse a cualquier lugar que no estuviera al aire libre, a un enclave donde no pudieran ser alcanzados por el desapacible tiempo.

Era entonces cuando pensaba para mis adentros <<¿por qué llueve? ¡No me gusta tener que sentarme en la silla y quedarme allí todo el rato! Observar a Papá desde tan cerca se vuelve tan distinto…>>. Sin embargo es aún más triste el momento en que sabes que no regresarás más al café como cada día, que todo ha cambiado y tu vida dejará de ser la misma que era hasta el momento. Hasta el instante en que todas las cosas permanecen tal y como las has conocido, y durante el que tienes la impresión de que haya tormenta o un enorme Sol asome por las cristaleras interiores del café, siempre se repite el mismo esquema dentro de tu mente y en tu vida.

Un buen día o no tan bueno tal vez, todas y cada una de las instantáneas que tu mente cámara en mano ha tomado del café, de tu padre conversando o leyendo el periódico y de los niños correteando felices de un lado para otro, se habrán introducido finalmente en el maletín de tus recuerdos.


domingo, 31 de agosto de 2014

Memoria sin tiempo




Memoria sin tiempo.

Tiernos los recuerdos,
dormidas las esperanzas viejas.

Guardando, enterrando,
arrugando, sacudiendo,
arrinconando 
recuerdos.

Se vistió de  Sombras
y se convirtió en Luna.

En su luz, la magia,
la tristeza,
en su oscuridad.

Soy Alicia Valverde Romero:
En Twitter : @AliciaValverder 
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Sabor a carne

La carne
tentación indispensable
en este infierno
angelical.

Me vendes
te compro
me atas
te libero
me dejas
te dejo
más por menos
menos... es lo más.

Y suenan cornetas
no son las puertas del paraíso
son las dianas
en nuestros corazones
que no dejan de sangrar.

Vístete, visítame
en esta noche sin luna
donde la luz
la resuelven nuestras penas
dejándose por unos minutos
amar / engañar.

Por Alex Madueño [am]
Blog creativo 
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DESPEDIDA


agosto para Art Suite

Se despide agosto
con gotas de lluvia.

Se despide con frío
en el rostro
y humedades en el corazón.

He gritado tu nombre
entre la lluvia
pero se ha perdido
con los últimos días de agosto.

22/VIII/14

Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant

Fotografía : álbum personal


Sentidos dentro de mí

Un encuentro de emociones se lleva a cabo dentro de mi pecho, como callarlas si en todas partes figura tu nombre, tu nombre con cada sílaba, cada vocal resbalando por mis labios, saltando hacia una convención en donde nadie ha faltado, cada apacible sensación asiste instalándose sin encontrar obstáculos, cada puerta abierta sin picaportes, cerrojos ni candados. A los ventanales les he quitado las bisagras y también los vidrios y cortinas, para llenar todo mi espacio contigo para derramarme e inundarme de ti, de lo que en mi produces desde, donde, cuando y donde te amo. Esculpí tus superficies en mis zonas geográficas en busca de las latitudes de tu piel, y me elevo soñando contigo transportándome a tu abrigo, al resguardo de tus fantasías, cegándome en tus instintos primarios. He desbordado de amaneceres junto al gorjeo de los pájaros, al perfume de las flores silvestres a las sirenas del viento que me concilian con tu canto, con tu yo, en un concierto de alfileres cayendo, tintineando sobre las mansas aguas. Tarareo tu nombre despacio, tan largo y sonoro que mi voz da lugar al nacimiento del silencio empatizando con mis lados todos, que solo piensan y se colman de tu presencia tan presente en mi memoria a toda hora.
Soy Amelia Orellano Bracaccini:
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