sábado, 6 de diciembre de 2014

Cuando me ves



Amanece en tu piel de arena dibujada,
un oleaje repentino que sacude las olas,
en los párpados de miel tu aroma,
exquisita fragancia semejanza amapolas,
  vaivén danzante de colores tus cabellos,
 giran y giran, ovillantes melodías,
 en torno a las montañas de tu pecho,
minúsculos párpados de miel atónitos revuelan,
las rocas que de ti deslizan a tus pies descalzos de ensueños,
 asoma una caricia en sus oídos de plata,
palabras hechiceras sin mordazas
acolchonando tus caderas contoneantes figuras,
que menean envolviendo tus pupilas risueñas,
amanece otro día sin tiempos, ni horarios,
la luna desdibuja su reflejo en el agua,
todo regresa a su calma cuando me ves,
bosque de pinos tu mirada.

Lucía (continuación)

En otra parte de la ciudad, una señora enferma relataba a su hija la historia de cómo había traído a su hijo al mundo…

Invierno, junio del 1986

Abigail sentía que sus fuerzas la abandonaban, ese terrible dolor se apoderaba venciéndola, sus piernas temblaban desesperadamente, sus delgados brazos ya no la sostenían.

-¡Fuerza! Gritó la partera, -¡fuerza, que se nos muere!

Abigail reunió todas sus fuerzas y lanzando un grito al cielo pujó, pujó hasta no poder más y se desvaneció.

Su hijo nació con tres kilos y medios, de fuertes pulmones su llanto se dejaba oír por todo el recinto.

Al revisarlo el médico pediatra notó que todo se encontraba bien, el recién nacido gozaba de muy buena salud, ordenó a la enfermera vestirlo y colocar su cuna muy cerca de la estufa.

Amanecía, los primeros rayos de sol se colaban por la ventana, la madre abrió sus grandes ojos cafés y buscó a su niño quien se encontraba dormido, a su lado en una diminuta cuna, introdujo sus manos por debajo de las mantas y lo tomó en sus brazos, el niño producía tiernos sonidos, gemidos que tocaban su joven corazón.

Abigail sentía como su pecho se henchía de la emoción, todo su ser se estremecía, lo apoyó sobre su pecho uniendo sus latidos, cerró sus ojos y solo sintió, experimentaba por primera vez una sensación  que la llenaba de calma y amor.

Sus párpados se nublaron, las lágrimas comenzaron a brotar. ¿Por qué Andrés no estaba acompañándola? Limpió su nariz húmeda con la manga de su camisón y beso a su bebe.

Colocó suavemente al su hijo en la cuna y descansó… Continuará





Lucía: IXX

Lucía (continuación)

Luego del desayuno Lucia se sentó junto a Esteban en el sillón, acurrucando su cuerpo junto a él, quien la abrazó fuertemente sintiéndola frágil y desvalida, la ternura se apoderaba de él y la contuvo, hablándole de nimiedades solo para alejar su mente de esos momentos, hablaron y sonrieron hasta que un ruido los despertó, su gato maullaba en la búsqueda de su alimento.

Los había tomado la noche en sus brazos serenamente dormidos, juntos sus rostros, sus aromas  entremezclados, Lucía se incorporó atendiendo a su mascota, aun disfrutaba del calor de su cuerpo, su calidez junto a sus brazos protectores, el aliento de su respiración en el contorno de su cuello, sonrió por un instante fue feliz…

Esteban miró su reloj recordando que no haber llamado a su oficina durante el día, al mirar de reojo vio como ella preparaba la cena para dos, y desistió de su llamada, seguramente Sarita habría reprogramado sus citas, y arremango su camisa ayudándola con la cena.

Sus brazos se cruzaban rozándose sobre la mesada, sus manos y sus pieles reaccionaban, sus miradas, fijaban a sus costados tratando de ver su reacción, ninguno mencionaba palabra, sus deseos se apoderaban insinuándose con la magia de la respiración agitada, la cena estaba lista prepararon la mesa, Esteban abrió una botella de vino y llevo las copas, Lucia servía en cada plato la ensalada y el filet, cenaban amándose en sus silencios, todo era calma y disturbios bullicios en el alma, en esa cena nadie pronunció palabra…Continuará



Lucía: XVIII


Lucía (continuación)

Esteban desconcertado recibió el llamado de Lucía quien se encontraba en la comisaría dando a conocer los hechos recientes,  el suboficial tomaba declaración de todo su relato con lujo de detalles, Esteban aguardaba en la oficina contigua mientras hablaba por teléfono con su socio, dándole nuevas órdenes a seguir, al final del papeleo la joven fue enviada a su departamento en compañía de una patrulla  custodio, mientras más se acercaban al lugar veían con asombro a sus vecinos fuera, por la acera en pijamas,  patrullas custodiando el lugar, ambulancias  en la entrada del edificio.

Lucia descendió del auto velozmente tratando de saber lo que acontecía, Esteban la tomó de un brazo diciéndole que él investigaría, y se acercó al guardia de seguridad quien se encontraba en silencio con lágrimas en los ojos, fue él quien  relató lo sucedido, la horrible muerte de Ema la viejecita del cuarto B, quien muriera en manos de un delincuente esa noche.

Esteban recordó a la mujer y su encantadora sonrisa, sintió pena de su infortunio y regreso con Lucía.

La mañana amenazaba con ser muy fría, la niebla ocupaba los espacios cegando las miradas, a lo lejos se divisaban las luces de los automóviles, el sonido de alguna bocina, la llegada del tren a la estación, se respiraba dolor e incertidumbre.

Uno a uno eran llamados a declarar, Lucía también, las horas pasaban muy lentas sentía frío, su bolso había quedado dentro del auto, al terminar camino muy despacio hacia Esteban que la esperaba ansioso.

Él podía oler sus cabellos en su proximidad, la abrazó para brindándole calor y la condujo hasta su piso, la joven dudó en entrar al departamento, Esteban se adelantó abriendo cada puerta de las habitaciones, Naiel se encontraba maullando fuera, en el balcón, todo parecía seguir igual.

Mientras ella tomaba  un baño el preparaba el café con tostadas, todo era silencio…

De pronto Esteban recordó a la mujer, sus cosas, sus adornos, sus fotografías sobre su escritorio, se trataba de una persona muy solitaria, llena de recuerdos, la tostadora lo trajo de regreso… Continuará


Lucía: XVII



jueves, 4 de diciembre de 2014

SÓLO UN CORAZÓN

   Tan sólo un corazón...
Es lo que tengo,
Pero me parecen cien...
Por los que estoy sufriendo.

   Así es como quiero yo,
Expresar mi sufrimiento...
Y eso quiero olvidar,
Pero no puedo.

   No puedo nunca olvidarlo,
Por más que quiero;
No puedo de mi arrancarlo,
Esta fuerte en mi corazón.

   Todo este gran dolor,
Que me esta consumiendo,
Esta tan dentro de mi...
Tan dentro que yo con el...
Por siempre he de vivir.

   Pero vivir no puedo,
No puedo ya sentir...
El amar me causa miedo...
Por lo que me hace herir.

MIGUEL ÁNGEL ROJAS IBARRA
EN TUITER @Micky_Way_Mar
En Google: Miguel RojasIbarra
Correo: miangeldelmar24@gmail.com
Mazatlán, Sinaloa, México.
Jueves 04 de diciembre del 2014.
Poema escrito en el 2005. Que más que poema es algo rítmico.

ME PREGUNTAS

   Me preguntas porque te amo,
Por eso he de responder;
Porque eres linda y hermosa,
Con el alma primorosa,
Bella es toda tu ser.

   A mi me tienes cautivo,
Como a nadie podrías tener;
Que para mi si hay motivo,
Para poderte querer.

   Dices que tú no sientes nada...
Que así no me podrías querer,
Tu eres mi bella hada...
Aunque no te pueda tener.

   Que de mi tu no pierdes nada,
Yo mi vida podría perder;
Sería mi alma acabada,
Por no poderte querer.

   Te amo y no quiero perderte,
Y no te dejo de amar;
Y será tan sólo la muerte...
Que de ti me pueda separar.

MIGUEL ÁNGEL ROJAS IBARRA.
En Twitter: @Micky_Way_Mar
Correo: miangeldelmar24@gmail.com
Mazatlán, Sinaloa, México.
Jueves 04 de diciembre del 2014.

martes, 2 de diciembre de 2014

El poder de tu amor

Hoy la tarde me encuentra pensando en ti, renaciendo una vez más en tus besos…



Quiero evocar ese momento en el tiempo,
 cuando las agujas del reloj se detuvieron
y las arenas se inmovilizaron resbalando por los dedos,
 cayendo pausadamente en un sinfín de minúsculos puntos suspensivos,
 dándole comienzo a la confusión, 
a lo bello del amor,
 en un mar de emociones y lágrimas enjugamos los suspiros,
 los arropamos,
 le dimos refugio cuando las ausencias hicieron presencia,
 y los Instantes tornabanse intensos,
 cuando mi corazón dio un vuelco
y tu estabas para sostenerlo,
siempre allí,
 como el viento cuando sopla la vida floreciendo,
a la raíz de todo lo nuevo,
que eres tú,
 donde muero cada noche
 transitando las calles de mis sueños…