Luego
del desayuno Lucia se sentó junto a Esteban en el sillón, acurrucando su cuerpo
junto a él, quien la abrazó fuertemente sintiéndola frágil y desvalida, la
ternura se apoderaba de él y la contuvo, hablándole de nimiedades solo para
alejar su mente de esos momentos, hablaron y sonrieron hasta que un ruido los
despertó, su gato maullaba en la búsqueda de su alimento.
Los
había tomado la noche en sus brazos serenamente dormidos, juntos sus rostros,
sus aromas entremezclados, Lucía se
incorporó atendiendo a su mascota, aun disfrutaba del calor de su cuerpo, su
calidez junto a sus brazos protectores, el aliento de su respiración en el
contorno de su cuello, sonrió por un instante fue feliz…
Esteban
miró su reloj recordando que no haber llamado a su oficina durante el día, al
mirar de reojo vio como ella preparaba la cena para dos, y desistió de su
llamada, seguramente Sarita habría reprogramado sus citas, y arremango su camisa
ayudándola con la cena.
Sus
brazos se cruzaban rozándose sobre la mesada, sus manos y sus pieles
reaccionaban, sus miradas, fijaban a sus costados tratando de ver su reacción,
ninguno mencionaba palabra, sus deseos se apoderaban insinuándose con la magia
de la respiración agitada, la cena estaba lista prepararon la mesa, Esteban
abrió una botella de vino y llevo las copas, Lucia servía en cada plato la
ensalada y el filet, cenaban amándose en sus silencios, todo era calma y
disturbios bullicios en el alma, en esa cena nadie pronunció palabra…Continuará
Lucía: XVIII
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