-La mañana
incipiente irrigaba el paisaje humedeciendo los jazmines que generosos
despedían sus aromas colándose por las transparencias de las ventanas,
inundando todo el lugar tornándolo apacible y acogedor.
-Lucía despertó,
miró a través de las cortinas y vio asomarse el día, respiró profundamente para
embriagarse con sus fragancias, desde su ventanal podía divisar los dibujos de
la ciudad que se encontraba en marcha, vapores y smog creaban una niebla
ocultando gran parte de ella.
-Bendecía el momento
en que decidió mudarse, si bien no era suficientemente espacioso su
departamento, lo que le fascinaba era poder cruzar la calle y encontrarse con
el parque, junto a la naturaleza que él le ofrecía, árboles florales y la brisa
que recorría las copas de los pinos entremezclando los diversos aromas que cada
uno de ellos desprendían.
-Le gustaba ver
los perros refrescarse en el lago que allí había, jugaban sin preocupaciones se
divertían, como ella al observarlos fascinada.
-Adoraba escuchar
las risas de los niños al jugar, los vendedores con sus cantos ofreciendo las
variedades de sus productos, los jóvenes que con sus instrumentos iban a
ensayar, las personas se amontonaban a su alrededor expectantes de su música y
estilo.
-Magos, payasos,
actores callejeros se daban cita cada día, todos disfrutaban del espectáculo,
risas, aplausos luego uno de ellos pasaba la gorra y se marchaban contentos
hacia otro lugar.
-Desde el lado
este del parque se podía ver la tranquilidad del río, con sus aguas apacibles,
se encontraba cerca, más bien solo se debía cruzar la gran avenida con sus
correntadas callejeras donde la velocidad zigzagueaba como vendaval.
-A lo largo de la
orilla del río se encontraba el puerto, con sus galpones algo oxidados y
olvidados, colmados de añejas historias de tiempos de herrumbres y abandonos.
-Allí, imponente
de mansas aguas marrones los recibía el río, llegaban y encallaban enormes
barcos de diferentes partes del mundo a la espera de poder cargar y descargar,
nostálgicos marinos con sueños de sus tierras, rostros fatigados, con hambre de
nuevas experiencias desembarcaban por las noches rumbo a los establecimientos
de diversión nocturna y transitoria, donde los clientes podían beber, cenar y
bailar en compañía de bellas señoritas que vaciaban sus bolsillos, llevándose
no solo su dinero sino que también muchos de sus recuerdos.
-Lucía cada mañana
bajaba a correr por el parque, le gustaba rodearlo y mezclarse con la gente ser
una más, pero ese día no sentía deseos de salir, decidió quedarse en casa y acomodar
viejas fotografías que la hacían rememorar cada momento en que las había
tomado.
-Las apiló, tomo
el baúl de los recuerdos y allí nuevamente las colocó, junto a una ramita de
lavanda sujeta con una cinta rosa y otra carmín... Continuará
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