Pertenecían a mundos diferentes. No tenían nada que ver el uno con el otro. Sus vidas iban por caminos separados. Pero a veces al destino le gusta coser hilos de diferentes bobinas.
Mezclaron colores y creyeron poder remendar rotos irreparables. Les empezó a gustar jugar al juego de la provocación. Y resultó que, al final, la tentación les vino grande. Era demasiado para ellos y, a la vez, no era suficiente.
Así que dejaron el juego en tablas: ninguno ganó pero sentían que los dos habían perdido. La tentación, en cambio, se llevó la batalla. Habitando siempre en su mirada, aguantando el peso de sus caricias, dejando huella en cada beso vacío...
Mezclaron colores y creyeron poder remendar rotos irreparables. Les empezó a gustar jugar al juego de la provocación. Y resultó que, al final, la tentación les vino grande. Era demasiado para ellos y, a la vez, no era suficiente.
Así que dejaron el juego en tablas: ninguno ganó pero sentían que los dos habían perdido. La tentación, en cambio, se llevó la batalla. Habitando siempre en su mirada, aguantando el peso de sus caricias, dejando huella en cada beso vacío...
Ilustración: Angélica Chamorro |
Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada
Blog: Nómadas en la Noche
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