Una
brisa fría se deposita en mi rostro y me trae abruptamente al presente, al
presente sin tu recuerdo, ese recuerdo que bien recuerdo, esos ojos de un
diáfano cielo, esa mirada, tu mirada la que siempre me miraba sin decir nada,
la que solo me observaba atentamente, cada gesto y movimiento que realizara, acomodándome disimuladamente el
cabello, humedeciendo mis labios para decirte muy dentro mío - hola, un hola deseoso de salir,
de ser escuchado por tus oídos, esos que tienes muy cerca del rostro que solo
los conocen los sonidos, esos que aguardaban por mis palabras calladas, las que
por timidez agonizaban cada vez que frente mío estabas, esas llenas de preguntas sin respuestas, esas que
se complotaban
Y a
otros hablaban y sonreían, esas que ambos esperamos junto al tiempo, el tiempo
que no esperaba que solo pasaba corriendo una carrera interminable sin vallas
ni marcas de salidas, ni banderas ni fiestas de ceremonias, ni metas, esas de
las que nadie desea ser partícipe, esas de las que todos huimos descubriendo al final que solo es parte del
destino, nuestro camino, un camino revestido muchas veces de alfombras
multicolores otras solo llenos de baches, baches que forman agujeros
intransitables en nuestras almas, almas que sienten tu ausencia, esa que me miraba,
que no me hablaba, que me esperaba.
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