Bajo el paraguas de la vida podemos sonreír
con la lluvia de nuestros recuerdos y ser feliz
en el intento de borrar las nubes de pasados grises,
hacer pompones con las nuevas amigas algodonadas,
blancas como la sonrisa de un ángel y flotar sin alas
por la liviandad de la esperanza.
Ven y no te detengas con la excusa vana de la cordillera
porque ella siempre tiene nieve pero nuestros corazones
son más Sol que el mismo astro rey y podemos
derretir el miedo a atrevernos.
Recuerda que somos la Luna de algún loco atrevido y soñador,
en los pasillos de la inocencia nos enamoramos sin mirarnos,
solamente por el sentido común de nuestras almas y
ese brillo primario enceguecedor era el augurio,
un aura mágica y reveladora, luego vinieron las palabras,
algunas comunes y otras inmortales, esas palabras nos ataron desde la piel,
las venas y cada órgano de vida, que latía por nosotros.
Ven, desde que te vi y el verde fuera revelador de nuestros anhelos,
de nuestras lágrimas y de nuestros recuerdos, esos que llamamos "Pedacitos de vida",
si , desde ese instante nos hicimos trascendentales, únicos e irrepetibles,
porque este amor es de esos soñados, tanto así que cuando te vi,
sabía que te había visto antes y sentido siempre.
Ven, porque cuando llegues habré esperado suficiente
para ser todo lo que la vida te dijo que debía ser y no traigas mucha ropa,
hemos de tejer todos los sentidos en cada instante de las miradas perdidas
en los ojos del alma y si me ves en la calle atravesando tu cuerpo
desde los hombros hasta tus senos, no es casualidad,
es una necesidad de sernos, de encontrarnos,
entre el silencio de un susurro y los calambres de nuestros besos,
hechos de boca a boca.
Ven, y aunque te puedes demorar una eternidad
ya sabes que te esperaré, no hay umbral más grande
que el de nuestros sueños y no hay deseo más fuerte que el de nuestro amor.
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