Me pidió café y una taza serví
Me miró a los ojos con dulzura
Más dos de azúcar logre presentir
Antes de llevar saque la espuma.
Sobre su cama desnuda deje
Esa taza de un muy dulce café
Nuevamente miro mis ojos
Esos son los que voy a servir.
De tu mirada concentrada en mi
Tan relajante como un deseo
Que sube por la piel hasta la boca
Bajando por la garganta.
Ya en su interior el calor sofoca
Con las ganas en las entrañas
El amargo devenir del brebaje
De sus ojos me aparte un instante.
La deje de observar
Todo volvió a lugar
Suavemente reposaba
Lejos una almohada
Las sábanas negras
Las ganas ajenas.
Completamente enrollada
Mi alma a ella tatuada
En cada centímetro de piel
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