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viernes, 2 de enero de 2015
Sin título
El sonido de la lluvia
me recuerda la soledad
que respiré contigo
mientras decías que me amabas.
30/XII/14
Poesía: Rita
Blog: Cosas que siento
Contacto: cosasquesiento@gmail.com
Facebook:Rita
Twitter:C.Grant
Fotografía: Madrid, álbum personal.
Etiquetas:
Fotografía
,
Hecho en España
,
Madrid
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Poesía
,
Rita Turza
martes, 30 de diciembre de 2014
Lucía (continuación)
-Lucía
soñaba intensa y vívidamente, sus piernas cansadas corrían doloridas y
sangrantes, una fuerza sobrehumana la detenía regresándola a ese momento del
que tanto huía…
-Recostada en la camilla podía ver el quirófano, su boca
amordazada, el instrumental, y sus ojos, esos ojos que la observaban detrás de
aquel barbijo colocándose los guantes, por detrás ella, con una jeringa dirigiéndose
hasta donde se encontraba luchando con todas sus fuerzas para desatar sus manos
y huir del lugar…
-Se
decía nada podía ser real, solo era un sueño producto del estado en que se
encontraba, oía sus voces, Esteban acariciándola pidiéndole, suplicándole
despertara, su amiga y hermana Alicia leyéndole cada día, y voces extrañas que
no reconocía le hablaban reconfortándola.
-¿Que
era real, y que era fruto de su delirio?
-Su
cuerpo comenzó a reaccionar, pestañó lentamente primero, luego abrió los ojos miro
la habitación se encontraba sola, un silencio rotundo acompañaba, movió las
manos, los dedos, cansada cerró los párpados relajándose, entraron las
enfermeras y los médicos al ver sus reacciones revisándola, cambiaron su
medicación y se retiraron.
-Descansaba
en la espera mientras pensaba en sus sueños, dejaba volar su imaginación
pensando la alegría que vería en sus rostros cuando la vieran despierta.
-Se
encontraba adormecida, cuando el aroma de Esteban la intranquilizó deseaba
darle la sorpresa, no venía solo, ambos llegaron dejando sus cosas sobre la
silla, ella se apoyó sobre su hombro, él la tomó de la barbilla y besó, a lo
que ella respondió apasionadamente, en un juego de seducción.
-Sus
lágrimas brotaron como ríos sin cauce
golpeando contra la orilla sin encontrar un conducto donde derramarse, forzaba
sus gritos silenciándose para no ser vista, ellos se retiraron sin siquiera
mirar.
-Por la
noche despertó recordando lo que había visto y su mente la llevó al ayer, a ese
tiempo borrado, donde el olvido había sembrado sus raíces, y lo supo, ella
estuvo ahí todo era cierto…
-Esteban
al fin recobraba la señal de su teléfono, vio con atención las numerosas
llamadas del hospital, del día anterior y luego por la madrugada, corrió sin
antes hablar, llegando prontamente hasta la sala de guardia, donde le
comunicaron del progre.so de su mujer, y de su ausencia.
-Una
enfermera se acercó preguntándole si no se había percatado de su estado el día
anterior al llegar, su mujer estaba despierta le dijo seriamente, su mente se
lo dijo, ella lo sabía todo regresaba a un principio.
-Llamó
con insistencia a la oficina de Alicia quien no se encontraba su vuelo ya había
partido, corrió por los pasillos en
busca de respuestas, nadie la había visto salir del lugar.
-Se
tomó la cabeza con ambas manos y recordó llamar a Roberto, él sería la única
persona que podía ayudarlo.
-Roberto
prontamente se presentó en su oficina y coordinaron el área de búsqueda,
Esteban dirigió su mano hacia el cajón de la derecha y retiró un sobre, era la
paga de cada mes por sus servicios y su silencio, el hombre lo tomó y marchó
muy de prisa.
-Rafael
observaba silenciosamente desde las sombras podía ver el miedo reflejado en su
rostro, sabía que algo ocurría el seguiría con sus negocios.
-Al
llegar al departamento de Lucía vio con extrañeza un nuevo guardia, mucho más
joven y amable, saludó muy respetuoso y continuó, allí no había rastros de su
mujer, ni de que ella hubiese estado en el lugar, revisó si faltaba algo, todo
estaba en orden, continuó con su búsqueda, sin saber bien donde buscar…
Continuará
Lucía: XXVIII
Etiquetas:
Amelia Orellano
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Hecha en Argentina
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Narración
Lucía (continuación)
-El
médico miro con resignación a la joven al darle la triste noticia, quien
compungida cayó desmayada al piso, golpeándose la cabeza contra un hierro que
sobresalía del aparato de ventilación, ya no despertó…
-Las
semanas pasaban, Lucía se encontraba en coma, nadie podía saber si despertaría y
cuándo...
-Esteban había abandonado la oficina pasándole el mando a su socio
Rafael, quien se hacía cargo de todo.
-El
joven no tenía cabeza para pensar en nada más, su padre se hacía presente
espaciadas veces, desde que había caído en quiebra no había vuelto a ser el
mismo, su madre había muerto hacía ya tiempo, Lucía no tenía familia solo su esposo
y su amiga Alicia, quien no se movía de su lado, leyéndole fantásticas historias, con la idea
de lograr su reacción.
-Esteban
regresó bañado y afeitado, habían pasado tres meses al entrar a la habitación
colocó una mano sobre el hombro de Alicia para despertarla suavemente, se
acercó a su oído y le habló por su nombre, la joven despertó con su aroma
impregnado, esa sensación le trajo recuerdos y sonrió, tomando la mano, asintiendo
haber despertado, se miraron por unos instantes, ella tomó la cartera y se retiró.
-Él
quedo pensando en la situación mientras tomaba la mano de Lucía, frotándola para
brindarle calor, se acercó la besó delicadamente en los labios, luego depositó
un tímido beso sobre sus mejillas, esperaba con ansias que ella despertara cual
bella durmiente.
-A los
cinco meses, Alicia regresó cansada de su casa a tomar el lugar al lado de la
cama de su amiga, Esteban la esperaba con las manos sobre la cabeza inclinado
hacia delante, al verla llegar se incorporó velozmente y la besó en los labios…
Necesitaba tanto ese beso… Ese vacío que
sentía, ella lo tomó del cuello, respondió con suavidad y pasión, ambos
salieron de la habitación camino a la terraza, la enfermera de guardia al ver
la escena se dirigió hacia la habitación, tomando asiento y retomando la
lectura.
-Esteban
la tomó por las caderas y la apoyó sobre la pared, Alicia levantó las polleras
introduciendo con las manos su sexo,
nada los detenía, saciaron sus deseos una y otra vez, sobre la terraza
del hospital junto al tanque de agua, él besaba el cuello, ella gozaba
susurrando lo mucho que lo deseaba, recordando las tardes de verano junto a la
orilla del mar, sobre la arena blanca, intensos suspiros esbozaban ansiosos,
sin temor de ser vistos.
-Él se
recostó sobre el pecho estabilizando la respiración, ella aun disfrutaba de los
espasmos, dejando libres los últimos gemidos…
-La
bajó acomodando sus ropas, la besó fugazmente en los labios y juntos
descendieron por las escaleras, ella se dirigió a la puerta de salida trasera,
el caminó hacia el baño de hombres, donde se tomó de la cabeza, golpeándose con
los puños por haberlo hecho, cuando tantas veces se había prometido no volver a
caer en su brazos.
-Alicia
se había ido, aun su fragancia la sentía en el aire, mareándole los sentidos.
-Las
siguientes semanas se turnaba con las enfermeras, debido que Alicia había retomado sus
funciones, él iba solo por momentos a la oficina, Rafael tenía todo controlado
junto a su secretaria Sarita.
-Ella
esperaba una mirada de él, algún gesto que no recibía, Rafael observaba sin
comentar.
-Esteban
se retiró de la oficina y decidió esperar sobre su coche a que saliera la
muchacha, sentía que debía darle alguna explicación…
-Cuando
ya todos se habían retirado, venía Sarita, con polleras ceñidas al cuerpo, escote
y tacones altos, meneaba las caderas voluptuosas en un vaivén excitante, pensó
que podría explicarle en otro momento, y descendió del coche dirigiéndose hacia
ella, en ese momento Rafael se acercó llamándola por su nombre con voz autoritaria,
la muchacha se dirigió hacia él, subiendo al coche.
-Esteban
quedó viendo la escena, los vio marcharse juntos… Continuará
Lucía: XXVII
Etiquetas:
Amelia Orellano
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Hecha en Argentina
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Narración
Lucía (continuación)
-Los
días pasaban en total reconciliación las sombras no asomaban sus narices
intrépidas, cada nuevo amanecer llegaba insinuante, ante los amantes que se
consumían en deseos ardiendo en su lecho, todo parecía volver a la normalidad,
ella había regresado a su antiguo departamento, él felizmente sentía que su
amabilidad, protección la consentían que ya nada le faltaría, pausadamente la
seducía envolviéndola entre sus brazos y caricias ella se lo permitía,
embriagada en su aroma recorría su hogar, escribiendo, soñando con volver a ser
feliz, esta vez para siempre.
-Necesitaba
de él, como él de ella, sus besos la adormecían, su piel, su boca y sus manos
respondían al sortilegio de amor, nada la apartaría de su lado, la magia era un
hecho, instalándose lentamente en sus vidas.
-Esteban
regresaba temprano de la oficina y Lucía organizaba el tiempo disponiendo su
uso junto al esposo, la felicidad preparaba un sabroso café matinal cautivando
sus corazones.
-La
joven levantaba la vista y las miradas se cruzaban conquistando las pupilas
hechizadas, las sonrisas brotaban acercando sus cuerpos, tomabanse de las
manos, admirando esos momentos de relax, como la pasión electrizaba el ambiente
los trasladaba a un estado de ensueño, del que no querían despertar
decididamente.
-Esteban
regresaba de la reunión de los jueves, era la única noche que retornaba tarde, con un ramo de rosas rojas, y una tarjeta escrita a mano, que decía, “Allí
donde exista el amor, seremos partícipes
tú y yo”.
- Abrió
la puerta de su departamento las luces se encontraban apagadas, se apresuró a
encenderlas se dirigió al dormitorio, en la habitación no encontró a su mujer,
buscó en el baño y al tomar del picaporte notó que algo se interponía, empujó hasta
abrir y grande fue el terror que sintió al ver su mujer tirada sobre el piso
cubierta en sangre desvanecida, su respiración se conmocionó, necesitaba llamar
a urgencias y las palabras no salían de su boca paralizada.
-Un
grito al fin y acudieron los vecinos, Roberto se encargó de llamar la
ambulancia, mirando fijamente a Esteban quien no podía salir de su estado de
afligimiento.
-La
mañana llegó el joven se encontraba parado al lado de la cama de su mujer, no
podía imaginar que era lo que le habría sucedido, ni de dónde provenía la
sangre.
-Al
llegar el recambio de enfermeras le pidieron salir de la habitación, mirándolo con
compasión sabiendo que pronto el médico
le diría lo que acontecía.
-El
médico lo observó unos instantes antes de hablar, después de revisar a la
paciente, y paulatinamente le fue aclarando lo ocurrido, la mujer había sufrido
un aborto espontáneo, seguramente por la caída dentro de la habitación de baño…
-Esteban
sintió que un puñal se clavaba en su interior para salir por cada orificio de
los poros, corrió hacia el baño, vomitó los nervios y la angustia que esa
terrible noticia le producía.
-Lucía
comenzó a despertar, al abrir los ojos miro a su marido y puso una mano en su
vientre, él se la tomó y besó pidiendo que regresara a dormir, que muy pronto
regresarían al hogar, la joven asintió con la cabeza y cerró los párpados.
-Por la
madrugada su pesadilla la llevó más lejos… Se encontraba en una habitación y de
las piernas brotaba sangre que se escurría hasta los pies, ella buscaba la
salida tratando de escapar, luego corría cayendo al pavimento, una mano la
ayudaba a levantarse… Unas manos fuertes, ágiles, y despertó llorando a Esteban
quien se había dormido debido al cansancio.
-Él la
abrazó y contuvo hasta que llegó la enfermera de turno, quien le inyectó un
tranquilizante.
-A él,
lo envió a descansar, ya que nada podía hacer, hasta llegada la media mañana
que sería cuando el efecto del inyectable pasaría.
-Sentía
que debía mantenerse a su lado, acomodó la silla y tomó asiento, a los minutos
la enfermera regresó con una frazada y le ordenó que se recostara en la cama
conjunta.
-Algo
no le permitía dormir, las palabras del médico daban vueltas en su mente
chocándose unas con otras, para volver armarse y así sucesivamente.
-Él
sabía que eso no podía ser cierto, no podía estar pasando, miro a Lucía que
descansaba cerró los ojos y se durmió.
-Por la
mañana los médicos y enfermeras iban y venían, por los pasillos, los sonidos de
los pasos retumbaban produciéndole fuertes dolores de cabeza, lavó su rostro y
dejó correr el agua por las manos, tranquilizándose poco a poco.
-La
joven despertó y nuevamente llevó la mano hacia su vientre, recordando que,
cada vez que algo la ponía triste tenía ese reflejo… Continuará
Lucía: XXVI
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