-El
médico miro con resignación a la joven al darle la triste noticia, quien
compungida cayó desmayada al piso, golpeándose la cabeza contra un hierro que
sobresalía del aparato de ventilación, ya no despertó…
-Las
semanas pasaban, Lucía se encontraba en coma, nadie podía saber si despertaría y
cuándo...
-Esteban había abandonado la oficina pasándole el mando a su socio
Rafael, quien se hacía cargo de todo.
-El
joven no tenía cabeza para pensar en nada más, su padre se hacía presente
espaciadas veces, desde que había caído en quiebra no había vuelto a ser el
mismo, su madre había muerto hacía ya tiempo, Lucía no tenía familia solo su esposo
y su amiga Alicia, quien no se movía de su lado, leyéndole fantásticas historias, con la idea
de lograr su reacción.
-Esteban
regresó bañado y afeitado, habían pasado tres meses al entrar a la habitación
colocó una mano sobre el hombro de Alicia para despertarla suavemente, se
acercó a su oído y le habló por su nombre, la joven despertó con su aroma
impregnado, esa sensación le trajo recuerdos y sonrió, tomando la mano, asintiendo
haber despertado, se miraron por unos instantes, ella tomó la cartera y se retiró.
-Él
quedo pensando en la situación mientras tomaba la mano de Lucía, frotándola para
brindarle calor, se acercó la besó delicadamente en los labios, luego depositó
un tímido beso sobre sus mejillas, esperaba con ansias que ella despertara cual
bella durmiente.
-A los
cinco meses, Alicia regresó cansada de su casa a tomar el lugar al lado de la
cama de su amiga, Esteban la esperaba con las manos sobre la cabeza inclinado
hacia delante, al verla llegar se incorporó velozmente y la besó en los labios…
Necesitaba tanto ese beso… Ese vacío que
sentía, ella lo tomó del cuello, respondió con suavidad y pasión, ambos
salieron de la habitación camino a la terraza, la enfermera de guardia al ver
la escena se dirigió hacia la habitación, tomando asiento y retomando la
lectura.
-Esteban
la tomó por las caderas y la apoyó sobre la pared, Alicia levantó las polleras
introduciendo con las manos su sexo,
nada los detenía, saciaron sus deseos una y otra vez, sobre la terraza
del hospital junto al tanque de agua, él besaba el cuello, ella gozaba
susurrando lo mucho que lo deseaba, recordando las tardes de verano junto a la
orilla del mar, sobre la arena blanca, intensos suspiros esbozaban ansiosos,
sin temor de ser vistos.
-Él se
recostó sobre el pecho estabilizando la respiración, ella aun disfrutaba de los
espasmos, dejando libres los últimos gemidos…
-La
bajó acomodando sus ropas, la besó fugazmente en los labios y juntos
descendieron por las escaleras, ella se dirigió a la puerta de salida trasera,
el caminó hacia el baño de hombres, donde se tomó de la cabeza, golpeándose con
los puños por haberlo hecho, cuando tantas veces se había prometido no volver a
caer en su brazos.
-Alicia
se había ido, aun su fragancia la sentía en el aire, mareándole los sentidos.
-Las
siguientes semanas se turnaba con las enfermeras, debido que Alicia había retomado sus
funciones, él iba solo por momentos a la oficina, Rafael tenía todo controlado
junto a su secretaria Sarita.
-Ella
esperaba una mirada de él, algún gesto que no recibía, Rafael observaba sin
comentar.
-Esteban
se retiró de la oficina y decidió esperar sobre su coche a que saliera la
muchacha, sentía que debía darle alguna explicación…
-Cuando
ya todos se habían retirado, venía Sarita, con polleras ceñidas al cuerpo, escote
y tacones altos, meneaba las caderas voluptuosas en un vaivén excitante, pensó
que podría explicarle en otro momento, y descendió del coche dirigiéndose hacia
ella, en ese momento Rafael se acercó llamándola por su nombre con voz autoritaria,
la muchacha se dirigió hacia él, subiendo al coche.
-Esteban
quedó viendo la escena, los vio marcharse juntos… Continuará
Lucía: XXVII
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