Un grito decapita
el silencio
y el hastío
naufraga solitario
he muerto tantas
noches vagabundas
a mi tumba los
cuervos ignoraron
el frío deslizo
por mis huesos
y el calor retoma
su rumbo
no bastaron lápidas
sin flores
pisoteadas por tus pies mi nombre,
hoy la tierra
infértil sucumbe
ante mis manos
agrietadas
desgranando el
polvo,
sacudo el manto en
la ciega mañana,
renaciendo como
roca desnuda
de playas y
caminos,
si he morir
olvidada,
no ha de ser en
negro exilio
chocando contra
las olas
bajo la mirada
azul cielo estío.
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