EFENBAR THINGS-75-TRES GATOS
-Prácticamente el único gusto- en este caso, no
gusto-¿sobre “no gustos “ hay algo
escrito, Mac?), que compartía con mi primera mujer era la aversión por los
animales domésticos. (Siempre me decía-¿Animales de cuatro patas? No, gracias. Me
basta contigo que apenas tienes tres...) Sin embargo, ahora me tengo que comer
estos tres gatitos.
-Me parece que vi tres lindos gatitos...oh si, oh si son tres lindos
gatitos...- informa Sartas, ya muy recuperado
y con ganas de broma.- ¿Y porque dices siempre lo de tu primera mujer, Steady? ¿Acaso has tenido más?
-No. Pero me temo no podré evitar el acabar con otra.
Mira con interés a Bronte, quien, naturalmente se da cuenta.
Lo que a ella se le escape...
-A mí no me mires. Lo de aceptar los tres gatitos es condición
sine qua non para que yo me quede definitivamente a trabajar en este antro.
Pero sólo a trabajar.
-.Para eso quiero yo a las mujeres, Para trabajar. ¿Qué te
habías creído?
-Anda y vete a freír espárragos.
-Lo voy a hacer, fíjate, porque la tortilla de espárragos va
por menos de la mitad. Pero, en conclusión. ¿Te quedas si acepto los gatos?
-Me quedo- dice Bronte. Y todos aplaudimos, porque la
queremos casi tanto o más que a un animal doméstico. Steady le da la mano y ahí
se considera cerrado el trato.
-
Mi mano es mi palabra- asegura el barman-
incluso cuando vengo de mear y se me olvidó lavármela. Cosa que- aclara- sólo
hago con los mis enemigos.
Dicho lo cual y mientras tomamos nota mental para evitar
tenderle nuestra mano si lo vemos cabreado, Steady se va a freír espárragos, o quien, sabe, tal
vez a mear. Lo que acaba de decir es otra de sus boutades, Steady es persona muy pulcra y el
Efen el bar más limpio que conozco.
Como los gatos.
-No darán que hacer. Son muy limpios y educados.
La frase de Bronte nos hace fijarnos en los mininos. Son
prácticamente del mismo tamaño, dos de ellos con tonos rojizos y el tercero
tirando a amarillo.
-Son de mi prima Felita. Tiene la casa llena de ellos.
-¿Y cómo has dicho que se llama tu prima? ¿Felina?
-Felita, gracioso.
Vuelve Steady un momento, a por algún ingrediente y
murmurando algo sobre que después de todo le va a venir bien tener gatos,
porque así tal vez acaben con los malditos roedores. ¿Ratones en el Efenbar?
No, gracias, es que Steady nos llama así, “mardito roedorez” cada vez que nos
ve comiendo a hurtadillas sus
legendarios frutos secos. Ya para entonces los
gatos están sobre la barra, haciendo sus gracias y cabriolas.
Grumpf acaricia a uno, mientras pregunta´
-¿Son de Angora?
-Que va...Ya los tengo de antes, hace tiempo- responde Brónte, sin que Grumpf coja
el chiste- Tanto que aprendí a a diferenciar sus características, no ya físicas
sino anímicas, a conocer sus almas. Porque los
gatos tienen alma, sabíais?
-No. No sabíamos – dice Tubo, cogiendo a otro de los
mininos- ¿Cómo se llama este?
-Ese es Retro. El melancólico.
-¿El melancólico?
-Si. Este de aquí es Vade, el intelectual. Y ese que tú
tienes, Grumpf es Satán.
-¡Coño! –exclama Grumpf soltando el minino amarillo, que
salta magníficamente al suelo.
-Es el más fuerte y atlético. Muy físico. Y se está
desarrollando inconteniblemente.
-Satán es lo que tiene- apunta Grumpf, frotándose aún las
manos en el pantalón.
-Yo creo que cuando sea mayor, este gato podrá levantar coches y camiones, como sus primos mecánicos.
-¿Lo qué?...-pero Grumpf esta vez si coge el mal chiste
y hace un gesto displicente con la mano, como diciendo que
vale, pase que por aquello de que por distraer
la tarde, aceptemos gatos con
alma como animales de compañía, pero
que de ahí a compararlos con sus colegas hidráulicos hay bastante
trecho. A esas alturas ya los felinos campan a sus anchas por todos los
rincones del bar, que se va llenando de clientes, porqué es día de partido.
Brónte, muy profesional siempre, pregunta si molestan y todo
el mundo les dice que no. Parece que estos gatos se están haciendo con la gente
y la gente con ellos y presumo que, finalmente, acabarán dando mucho juego como
mascotas del Efenbar. Unas mascotas muy curiosas, porque ahora viene lo
increíble :
¡Les gusta el fútbol!
Es algo que podemos comprobar de inmediato. Cuando,
inocentes gaticos, ya se han pasado haciendo de las suyas y derribando algún
vaso, Brónte no tiene más remedio que llamarlos al orden con un grito que...
-¡Vade! ¡Retro! ¡Satán!
pone algunos pelos de punta en el desconcertado auditorio,
resulta que, casualmente es el momento en que empiezan a sonar los himnos en la
previa del choque futbolero. Pues bien, los tres gatitos se colocan juntos frente al televisor, en un
altillo , y al sonar el himno patrio
cimbrean sus cuerpos ( rojo-gualda-rojo) armónica, rítmicamente, como una
peluda bandera que ondeara sobre una tropa que canta enfebrecida la más fácil
letra de todos los himnos sin letra que
en el mundo son y que igual sólo es este.
Y no es eso todo, mientras dura el partido se están ahí, juntos y quietecitos,
intercambiando maullidos de expertos en
las buenas jugadas o de angustia en las
que suponen peligro para los nuestros. Y
cuando llega la catarsis del gol de nuestro delantero centro, lo celebran con tal triple maullido de placer
que yo creo, ma petite bijoux, que incluso el
gato que está triste y azul unas manzanas más abajo,( sí, ese que nunca
se olvida que fuiste mía), se tiene que permitir una sonrisa ( una de esas
sonrisas chesirescas de los gatos). Y un
botón de esperanza.
Y es que si, finalmente,
hasta Fernando Torres marca, será que aún todo es posible.
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