miércoles, 20 de agosto de 2014

Procaz

 Imagen: Daniel Lobo
Imagen: Daniel Lobo
Quiero que mi alma sea la de la Magdalena.
Repartida. Promiscua. Procaz. 
Te daría citas por teléfono o por mail
(¡la tecnología ha avanzado tanto!)
Eso sí, no más de una al día.
Me emborracharía, en cada fugaz
encuentro, con gotas de ternura
y una interminable charla
(agítese bien antes de servir).
Te ofrecería placeres exóticos
que nunca has soñado:
poemas, canciones, algún cuadro y
dos o tres miradas de esas que deshacen
(deberé ensayar ante el espejo).
Te regalaría dulces sonrisas, 
millones de besos,
enardecidas caricias
y dos lágrimas en la despedida
(para que volvieras).
Te cobraría sin que te dieras cuenta:
paseo con café incluido,
entradas para el museo,
una noche en la ópera,
promesas de amor eterno
para mi catálogo de nuncas,
y un verso en el que
me juraras que soy irrepetible.
Pero si huyes lo comprenderé;
enamorarse es muy contagioso
y, a veces, no tiene remedio.

***
Nos vemos en:

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