lunes, 24 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)


La mañana llegó esplendorosa con aroma a jazmines colándose por la ventana, el vapor del café dibujaba imágenes efímeras en el aire vertiendo su aroma en cada habitación deslizándose por debajo de la puerta de entrada y filtrándose en los ascensores, escaleras y demás dependencias, cruzando la calle se dejaban oír las máquinas de los trabajadores municipales cortando el césped del parque podando las ramas rebeldes, acicalando su fachada, los rociadores funcionaban rítmicamente con su silbido agudo, unos perros se lanzaban a la carrera por atrapar los finos chorros de agua que de ellos salían, por la vereda oeste un gato arrabalero regresaba a su hogar luego de su trasnochar, los gorriones y calandrias aturdían con sus trinos, los ceibos pintorescos regaban con sus flores alfombrando el lugar.

De uno en uno, iban llegando los artesanos con sus mochilas en mano sus caras risueñas y sus prendas multicolores, Raúl acomodaba su puesto de diarios y vociferaba los aumentos con rabietas, mientras la pava hervida levantaba su tapa, Don Juan el verdulero lavaba su vereda con la manguera en la espera de que llegara la fruta fresca, escuchaba a Raúl y sonreía, sabía que si alguna mujer se detenía a hablar de los chimentos de la farándula se olvidaría muy rápidamente de los aumentos.

Lucía después de su baño fue a correr al parque, disfrutaba del olor a pasto fresco, corría sin cansarse, saludaba a la gente, sonreía, subía y bajaba las escalinatas se sentía frenética, entusiasta.

Después de varias vueltas aminoró su marcha y se dirigió a la librería de la avenida que se encontraba cerca, miró la vidriera y allí estaba, vio su rostro en la tapa del libro, contenta realizó las compras en los mismos sitios de siempre, conversó con Don Juan el verdulero, con Raúl el diariero y regresó a su departamento, no sin antes mirar si se encontraba su vecino el violinista, nada pudo ver, no había señales de él.

Mientras se duchaba pensaba en su amiga en lo distintas que eran y como se complementaban, Alicia era un ser con mucha luz muy agradecida con la vida,  en el vestidor tomó una de las bolsas que ella le regalara y se probó las prendas, imitó su manera de caminar, de hablar sus gesticulaciones y ademanes, no pudo contener la risa realmente la estimaba luego guardo cada cosa en su cubículo se vistió y salió a su entrevista sobre el nuevo libro y sus plazos fijados.

Caminaba por la calle radiante sin problema alguno que ensombreciera su rostro femenino, sus caderas se contoneaban con simpleza y gracias, sus curvas no pasaban desapercibidas, al mirar sus pestañas parecían seguir un ritmo prefijado dibujando el contorno de sus ojos.

Volteó para ver, sintió por un segundo que alguien la observaba, sonrió, se dijo así misma que necesitaba unas vacaciones para alivianar su extres… Continuará


Lucía:X
Imagen tomada de la web













Lucía (continuación)

La noche nítida los acogía con su manto de estrellas, por las calles los vehículos aceleraban como queriendo ganarle al tiempo un segundo más de vida, en las casas y departamentos todo seguía su curso una música allá a lo lejos, las bocinas y sirenas reportaban infinidad de vivencias, las luces brillaban  cegando a la oscuridad,  entre ellos solo reinó el silencio en sus pensamientos, Esteban descendió por las escaleras lentamente, no podía creer lo que acababa de suceder, había descubierto sus ansias por tenerlo, y su mundo se movilizó dejándolo sin reacción.

La deseaba intensamente con todas las fuerzas del amor, pero el necesitaba que fuese diferente, sentir su entrega espontánea deseosa de él, sin los efectos del vino, y se marchó.

Lucía no podía dejar de pensar en lo que su cuerpo le hacía sentir, en sus ansias por él, se recriminaba, acarició su vientre, se fue deslizando por el marco de la puerta y se preguntó por qué él había escogido retirarse, si ella lo había sentido en su piel, cuando él se estremecía temblorosamente al acercarse junto a ella, se quedó unos minutos sentada sobre el piso sin respuestas y mareada por los efectos del alcohol y se fue a dormir, mañana sería un nuevo día pensaría con mayor claridad... Continuará



Lucía: IX










Lucía (continuación)

Lucía llegó cansada de la firma del nuevo libro, su muñeca ya no resistiría una firma más, decidió que un baño con sales y música suave serían la solución, así lo hizo, encendió unas velas y el clima estaba propenso para la relajación que tanto necesitaba.

Al salir del baño se vistió cómodamente con remera, short y zapatillas, abrió una botella de vino, se sirvió y festejó su progreso. Con la entrega de este libro, había firmado un contrato para su nueva publicación.

No contuvo las ganas de reír y gritar que sentía, no importaba qué pensarían sus vecinos.
Sonó el teléfono, era su amiga Alicia la cual no había podido asistir al evento debido a que se encontraba de viaje de negocios, y juntas rieron y gritaron…

Al colgar volvió a sonar, pensó que su amiga habría olvidado algo que comentar.

Era Esteban con su encantadora voz, que hechizaba sus barreras descendiéndolas hasta el infierno, preguntaba si sería posible que subiera ya que se encontraba en la puerta del edificio, sin saber cómo reaccionar, contestó vacilante, sí.

De repente sintió como sus piernas se tambaleaban, no permitiría que nada arruinara su momento de gloria, caminó pausadamente hacia la puerta de entrada, delicada sutileza, agraciada belleza sus curvas, esperó, sabía que él no usaría el ascensor, al abrir la puerta, lo vio, parado con la  elegancia que lo caracterizaba, y, pensó en lo apuesto que se veía y sentía.

Lo invitó a pasar y su aroma la envolvió como en un sueño, hablaron, rieron, El joven se arremangó las mangas de la camisa de seda Italiana para abrir una botella, y se miraron detenida y pausadamente, ella fijó su vista en sus brazos, en sus manos fuertes y velludas. Recordó sus abrazos que la hacían sentir tan segura.  El, observó su escote, que si bien no era prominente, si era insinuante y provocativo, para él, que conocía lo que allí se ocultaba sin dejarse ver.

Esteban preparó la cena, sabía que ella no la prepararía, y se iría a la cama sin cenar, la conocía muy bien.

Después de verla cenar, se dispuso a despedirse, no quería de ningún modo hacerlo,  pero respetaría a su amada, así todo su ser le dijera lo contrario. Se acercó para saludarla y sus aromas se mezclaron, sintió como su cuerpo se erizaba junto con su piel, ella, sintió un nudo en la garganta, quería que él se lo pidiera, que deseara quedarse, lo deseaba con insistencia.

Esteban la miró y esperó, muy dentro suyo deseaba que ella le pidiera que se quedara, pero solo la abrazó y beso en la mejilla, podía sentir la proximidad de sus labios, sus tibios pechos pegados a su cuerpo, su perfume y la suavidad de sus cabellos, sus piernas temblaban, y se regocijó al saber que ella lo deseaba. Le robó un beso al cual ella disfruto y acompañó, se separaron sus cuerpos febriles y danzantes sedientos de ese tórrido encuentro y se despidieron… Continuará







domingo, 23 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Esteban (continuación)

Se dirigió en su coche hacia la librería deseaba comprar el nuevo libro que su esposa Lucía había recientemente publicado, vio con gran alegría que se encontraba en la vidriera recomendado como todos sus trabajos, en su tapa al pie de la página el nombre de su autora, Lucía Mileno, el nombre del título lo impactó, “El final de un amor”  con impaciencia al llegar a su hogar desenvolvió con extrema rapidez su envoltorio de nylon, preparó café en su pocillo preferido y sin ponerse cómodo comenzó a leer, tal era su afán por su lectura que no advirtió el correr de las horas, miró en un pestañeo el reloj donde sus agujas marcaban las veintidós y cincuenta horas, guardó el libro en su biblioteca como si se tratara de un tesoro, a la espera de su regreso.

Se sirvió un sándwich de atún y una cerveza mientras recordaba cada letra leída detenidamente, las palabras les danzaban en su cabeza, ¿se refería a su amor, a sus historias? No, no se repitió así mismo, ella lo amaba y solo se estaba tomando un tiempo para recapacitar y encontrarse así misma renovada.

El nunca aceptaría que ella se había alejado de él, recogió las llaves de su auto para ir junto a su ventana como cada noche…  Continuará


Lucía VII