La mañana
llegó esplendorosa con aroma a jazmines colándose por la ventana, el vapor del
café dibujaba imágenes efímeras en el aire vertiendo su aroma en cada
habitación deslizándose por debajo de la puerta de entrada y filtrándose en los
ascensores, escaleras y demás dependencias, cruzando la calle se dejaban oír
las máquinas de los trabajadores municipales cortando el césped del parque
podando las ramas rebeldes, acicalando su fachada, los rociadores funcionaban rítmicamente
con su silbido agudo, unos perros se lanzaban a la carrera por atrapar los
finos chorros de agua que de ellos salían, por la vereda oeste un gato
arrabalero regresaba a su hogar luego de su trasnochar, los gorriones y
calandrias aturdían con sus trinos, los ceibos pintorescos regaban con sus
flores alfombrando el lugar.
De uno
en uno, iban llegando los artesanos con sus mochilas en mano sus caras risueñas
y sus prendas multicolores, Raúl acomodaba su puesto de diarios y vociferaba
los aumentos con rabietas, mientras la pava hervida levantaba su tapa, Don Juan
el verdulero lavaba su vereda con la manguera en la espera de que llegara la
fruta fresca, escuchaba a Raúl y sonreía, sabía que si alguna mujer se detenía a
hablar de los chimentos de la farándula se olvidaría muy rápidamente de los
aumentos.
Lucía
después de su baño fue a correr al parque, disfrutaba del olor a pasto fresco,
corría sin cansarse, saludaba a la gente, sonreía, subía y bajaba las
escalinatas se sentía frenética, entusiasta.
Después
de varias vueltas aminoró su marcha y se dirigió a la librería de la avenida
que se encontraba cerca, miró la vidriera y allí estaba, vio su rostro en la
tapa del libro, contenta realizó las compras en los mismos sitios de siempre,
conversó con Don Juan el verdulero, con Raúl el diariero y regresó a su
departamento, no sin antes mirar si se encontraba su vecino el violinista, nada
pudo ver, no había señales de él.
Mientras
se duchaba pensaba en su amiga en lo distintas que eran y como se
complementaban, Alicia era un ser con mucha luz muy agradecida con la vida, en el vestidor tomó una de las bolsas que
ella le regalara y se probó las prendas, imitó su manera de caminar, de hablar
sus gesticulaciones y ademanes, no pudo contener la risa realmente la estimaba luego
guardo cada cosa en su cubículo se vistió y salió a su entrevista sobre el
nuevo libro y sus plazos fijados.
Caminaba
por la calle radiante sin problema alguno que ensombreciera su rostro femenino,
sus caderas se contoneaban con simpleza y gracias, sus curvas no pasaban
desapercibidas, al mirar sus pestañas parecían seguir un ritmo prefijado
dibujando el contorno de sus ojos.
Volteó para
ver, sintió por un segundo que alguien la observaba, sonrió, se dijo así misma
que necesitaba unas vacaciones para alivianar su extres… Continuará
Lucía:X
Imagen tomada de la web
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