Edur8 |
Un bar no muy distinto de otros bares: puertas de madera con
cristales no demasiado limpios y dorados tiradores sin lustre; una luz
amarillenta y mortecina desmayándose sobre la acera de la oscura calle.
Las cinco y cuarto de una tarde más de un mes cualquiera.
Cinco personas en su interior. Cinco anónimos habitantes de una ciudad anónima.
El camarero, tras la barra, apoya el codo sobre el mármol.
Observa displicente a los clientes mientras hace cuentas mentales de los
ingresos del día y piensa en su hipoteca. Su negocio le proporciona lo justo
para ir tirando después de haberse deslomado durante treinta y cuatro años en
este maldito antro. ¡Se dice pronto! Toda la vida. Desde las ocho de la mañana
hasta las ocho de la noche, de lunes a sábado. Soportando a gente pesada que se
empeña en contar sus penas y sus miserias y que después se larga sin dejar ni
una puñetera propina. Está enfadado con el mundo. La vida le debe algo y nunca
le paga. -“¡A la mierda!, ¡hoy me largo a las cinco y media! ¡Que les den a
todos!”- Se dice como tantas veces, pero
sin decidirse nunca a hacerlo.
Desde la barra controla las ocho mesas del bar y, como otras
veces, mira a los clientes y les fabrica una vida feliz para poder odiarlos a
sus anchas.
Y sin embargo…
Teresa, junto a la puerta de entrada, lee un libro y toma un
café solo, sin azúcar. Hace rato que espera y sus ojos, que no han podido pasar
de la página setenta y tres de la novela que sostiene entre las manos, se
mueven inquietos, pasando de las desenfocadas líneas a la puerta de entrada.
Cruza y descruza las piernas. Está muy nerviosa. Hoy verá a Sergio. Después de
intercambiar intimidades virtualmente podrá, de una vez, conferir cuerpo a sus
virtuales sentimientos. Teresa lleva muy en secreto esta relación por miedo a
ser tildada de ingenua. Si la cosa cuaja, ya se inventará un encuentro en un
museo, en un parque, en un teatro o en la Asociación de Divorciados. Ahora solo
desea que lleguen las cinco y media.
Carlos, en el centro, hace rato que tiene la vista fija en
su cerveza. Las sudorosas palmas de las manos pegadas a la mesa y entre ellas
la jarra que lo hipnotiza. Sus anonadados ojos se hunden en la espuma de la
rubia. No se mueve. Apenas parpadea. A las cuatro y media, después de dejar la
consulta, ha entrado en el bar y aún no ha tenido fuerzas suficientes para
llevarse la copa a los labios. Cáncer. Eso es. La misma machacona palabra que
no deja de sonar en su cabeza: cáncer, cáncer, cáncer… como un monótono e
interminable mantra, cáncercáncercáncercáncer… ¿Cómo se lo dirá a Ana? ¿Qué
pasará con sus proyectos? ¿Qué pasará cuando él ya no esté? – “Tengo miedo.
¡Joder!, soy demasiado joven para morir”- Y sigue hundiéndose más y más en su
cerveza y en su desesperación. – “A las cinco y media iré a recoger a Ana”.
Cristina bebe un gin-tonic y resuelve un crucigrama en la
mesa del fondo de la fila de la izquierda. –Tres letras, patriarca bíblico que
construyó el arca…¡Noé!-. Necesita ocupar la mente para no tener que pensar en
lo que le dirá a Luis. Ha confeccionado cientos de guiones mentales y todos le
parecen horrendos, tópicos y típicos así que, cuando llegue el momento,
simplemente le dirá: “Luis, tenemos que hablar” y el resto ya saldrá solo. En
realidad, ella no ha tenido la culpa de que las cosas se hayan liado de esta
manera con Pedro. Trabajar juntos y avenirse hace que una cosa lleve a la otra.
Es normal. –Decimoséptima letra del alfabeto español… ¡ñ!- Al fin y al cabo,
con Luis las cosas ya no funcionaban desde hacía tiempo, eso es innegable. – Nombre de mujer, cinco letras, empieza con
“e” … ¿Elisa? ¿Elisenda? ¿Elia?… ¡Ni idea!.; -Yunque de platero…-País costero
africano… – “Esta noche sin falta. De hoy no pasa. Hoy hablo con él. Acabo el
crucigrama y me largo. ¡Uf!, es pronto, esperaré a las cinco y media” – Canción
típica canaria… Extremo de la entena…
Pilar toma a pequeños sorbos su té con limón en la mesa
cercana a la barra. A las cinco y media en punto saldrá hacia la estación para
coger el tren de las seis. Quince años de ausencia. Demasiado tiempo. Una
mañana se marchó diciendo que necesitaba encontrarse a sí misma. Su madre nunca
se lo perdonó. Ahora regresa a casa sin haber encontrado nada y con las manos
vacías. Pilar sabe que la primera pelea es solo cuestión de tiempo. En todos los
años pasados ni ellas ni las cosas han cambiado. La llamada de hoy ha sido
volver atrás en el tiempo: –“Pilar, si es que tú no sabes ni lo que quieres…” –
“Mamá, por favor, no empieces…”
Un bar. Gente. Las cinco y media…
Buenas noches, les habla Carmen Olmos. Hace escasamente
media hora que una fuerte explosión, a pocos metros de donde nos encontramos,
ha conmocionado a los habitantes de esta tranquila zona de la ciudad. Según
algunos testigos, eran las cinco y media en punto cuando se ha oído un tremendo
estruendo y, seguidamente, el edificio de cinco plantas situado en el número
cinco de la calle Media se ha desplomado.
Por el momento, se ignoran las causas del siniestro, aunque
las autoridades ya barajan varias hipótesis. Aún no tenemos datos definitivos,
pero dada la hora, suponemos que el número de víctimas puede ser elevado. Los
mantendremos puntualmente informados a medida que vayamos teniendo más datos.
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Nos vemos en:
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