martes, 15 de julio de 2014

De aquel día, ni idea



Me he perdido entre el blanco y el marrón. En un bucle de recuerdos hoy sin dueño, aparcados en un rincón. Incesante tintineo, como gotas en mi cerebro, una fuga de ideas y un millar de cuervos viejos. Ruido. Mucho ruido. Como si cada experiencia se acoplara duramente en la frialdad de mis huesos, impidiéndoles ser vida, convirtiéndoles en polvo. Te miro y no siento nada. El vacío de un espejo que me devuelve la mirada. Lo que fuimos y esa sombra que los años nos enseñaron a odiar tan tiernamente, sin darnos cuenta. Las formas en las que habré sabido quererte, y la de fantasmas que han tenido que renacer, para enseñarme a odiarte, secretamente, entre el vicio y el placer. Placer de discutirte hasta la última palabra.
Y yo trato de ser tu luz, de invocar mis fuerzas cuando resbalas, de demostrarte que no es un cuento ni una ilusión, que cuando caminas mis pies bailan y si me miras mis ojos te respiran. Me ahogo en los bares de mis sueños, y en el mar de la nostalgia. En los tiempos en los que la arena pintaba nuestros cuerpos por cada playa, hasta en las inexploradas. Sé del dolor en todas sus formas y las más fracturadas llevan mi nombre en la punta. El quise, el debí, el quizás y el tal vez. Los gritos que no he soltado y las lágrimas que habré tragado. El monstruo que adormita entre cada dedo, preparado para asfixiarme. El terror de encontrarme, y el de no recordarme.
No ser yo.

Escrito por: Meg
Twitter: @Esenciadeheroe

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