lunes, 8 de diciembre de 2014

Sueños

Con un pasaje de ida sin retorno
en un tranvía de ilusiones
la noche nueva me lleva hacia ti,
a tu lado, a tu sonrisa,
a la caricia de tu piel,
mis pensamientos
vagabundos, e intransigentes
vuelan deseosos a través,
en una  nube de sueños,
donde la llanura de tu boca,
espera ansiosa por la mansedumbre
de mis labios,
que rozan y te tocan
dulcemente agonizantes,
agitados en ecos gemidos,
susurrando sobre tu vientre
palabras acostadas
silenciosas miradas,
en un  lento respirar
nuestros anhelos arden
como nuestras almas jadeantes




domingo, 7 de diciembre de 2014

Lluvia


Nostalgias de una tarde lluviosa
donde el viento asoma su rostro
por el cerrojo,
te recuerdo frágilmente asomado
al balcón desde ese tu rincón de soledades,
tu luz opaca casi difusa desmenuzaba
 gotas en sus caídas,
primero una, luego otra, así sucesivamente,
millones de parpadeantes segundos
envueltos en su bullicio,
el reloj no se oye,
 aun así continua corriendo el tiempo,
suicidando los sueños bajo su  manto,
¿Por qué te has ido? ¡No lo sé!
Solo la mañana atesora tus secretos,
bajo sus llaves de rocío
empuñando los silencios,
llueve en mi alma,
una lluvia temprana,
oigo una voz en el aire
que me llama, entonando
rocas en su garganta…


sábado, 6 de diciembre de 2014

Cuando me ves



Amanece en tu piel de arena dibujada,
un oleaje repentino que sacude las olas,
en los párpados de miel tu aroma,
exquisita fragancia semejanza amapolas,
  vaivén danzante de colores tus cabellos,
 giran y giran, ovillantes melodías,
 en torno a las montañas de tu pecho,
minúsculos párpados de miel atónitos revuelan,
las rocas que de ti deslizan a tus pies descalzos de ensueños,
 asoma una caricia en sus oídos de plata,
palabras hechiceras sin mordazas
acolchonando tus caderas contoneantes figuras,
que menean envolviendo tus pupilas risueñas,
amanece otro día sin tiempos, ni horarios,
la luna desdibuja su reflejo en el agua,
todo regresa a su calma cuando me ves,
bosque de pinos tu mirada.

Lucía (continuación)

En otra parte de la ciudad, una señora enferma relataba a su hija la historia de cómo había traído a su hijo al mundo…

Invierno, junio del 1986

Abigail sentía que sus fuerzas la abandonaban, ese terrible dolor se apoderaba venciéndola, sus piernas temblaban desesperadamente, sus delgados brazos ya no la sostenían.

-¡Fuerza! Gritó la partera, -¡fuerza, que se nos muere!

Abigail reunió todas sus fuerzas y lanzando un grito al cielo pujó, pujó hasta no poder más y se desvaneció.

Su hijo nació con tres kilos y medios, de fuertes pulmones su llanto se dejaba oír por todo el recinto.

Al revisarlo el médico pediatra notó que todo se encontraba bien, el recién nacido gozaba de muy buena salud, ordenó a la enfermera vestirlo y colocar su cuna muy cerca de la estufa.

Amanecía, los primeros rayos de sol se colaban por la ventana, la madre abrió sus grandes ojos cafés y buscó a su niño quien se encontraba dormido, a su lado en una diminuta cuna, introdujo sus manos por debajo de las mantas y lo tomó en sus brazos, el niño producía tiernos sonidos, gemidos que tocaban su joven corazón.

Abigail sentía como su pecho se henchía de la emoción, todo su ser se estremecía, lo apoyó sobre su pecho uniendo sus latidos, cerró sus ojos y solo sintió, experimentaba por primera vez una sensación  que la llenaba de calma y amor.

Sus párpados se nublaron, las lágrimas comenzaron a brotar. ¿Por qué Andrés no estaba acompañándola? Limpió su nariz húmeda con la manga de su camisón y beso a su bebe.

Colocó suavemente al su hijo en la cuna y descansó… Continuará





Lucía: IXX