En la penumbra de la madrugada silenciosa,
bañada la habitación en plata de luna,
acariciada por la tenue brisa de verano,
duermes preciosa, plácida, tranquila.
Mis besos recorren tu frente relajada,
tus mejillas tibias,
tu espléndido cuello que levemente palpita.
Mis manos estrechan tu cara contra mis labios,
recorren tus hombros y brazos distendidos,
la seda de tus pechos dormidos
que perezosos responden a la caricia,
tu vientre y caderas de Venus de Milo,
suaves y ardientes las ingles que acogen
el pubis de marfil que apenas rozo,
los cálidos muslos de terciopelo.
Te contemplo y te toco todo el tiempo.
Tu respiración pausada, lenta, rítmica,
ausente en sueño feliz y en dulce paz.
Al fin incontenible beso tus labios con ternura,
lentamente se abren tus ojos
hermosos como dos piedras preciosas,
me miras, los miro, los cierras,
los abres y de nuevo la estancia se ilumina,
tu mirada escudriña mi rostro,
me recibes con un suspiro y te abrazo,
me fundo en un beso mirando los tesoros de tus ojos,
tus preciosos ojos, que todo lo examinan.
Me
entregan calma, confianza, amor profundo.
Tus sublimes ojos infinitos, todo dulzura, todo
sosiego.
Me encanta el romanticismo con que defines el despertar de dos amantes...precioso y elegante...
ResponderEliminarTe superas camarada. ..cada día te superas. ...
ResponderEliminarEl superarme lo tengo fácil, me las pongo como a Fernando VII :-))
EliminarManuel...sublime y delicado...gracias
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