sábado, 22 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Esteban (Continuación)

Emprendió la marcha, luego de dar varias vueltas sin sentido se encontró frente al  departamento de Lucía, su único gran amor, era su loca  obsesión…

Estacionó frente a su ventana, quedó allí por hora y media solo para ver si podría verla siquiera un instante.

Decidió que se iría, levanto la vista por última vez, y, allí estaba ella asomada a su ventana como en la búsqueda de algo o alguien, vio cerrarse las cortinas y la luz de su cuarto apagarse.

No podía contener la idea de imaginarla, como se encontraría, sola en su lecho, toda ella en su sensualidad, su aroma que corrompía sus sentidos  hasta llevarlo al delirio.

Emprendió su marcha perturbado, ansioso, al llegar a su hogar sintió la soledad, buscó en la nevera algo que cenar, y lo arrojó al cesto de residuos, no sentía apetito, en su mente solo existía ella solitaria  en su cama.

Podía con solo cerrar los ojos  recordar la tibieza de su cuerpo, sus caricias, sus  besos, su sexo ardiente y demoledor…

Emprendió su marcha hacia el dormitorio, se desvistió hasta quedar completamente desnudo bajo el agua de la ducha que se escurría por su cuerpo,  pensaba mientras el agua se escurría por su espalda,  
que esa noche sería repetidamente otra noche de insomnio pensando en su amor.

El cansancio se hizo notar y el sueño se fue apoderando de él. Se encontraba dormido cuando sintió una suave caricia, creyó en su soñar, que se trababa de Lucia, su adoración,  se quedó inmóvil permitiendo que su sueño se apoderara de todo su ser…

Quería, necesitaba soñar con ella, pero las caricias se transformaron en besos, y abrió sus grandes ojos complacidos, allí estaba ella, besándolo, acariciándolo, y pronunció con su voz ronca  de sueño y excitación  -¡Lucía! Y la mujer silencio su voz con una mano sobre sus labios.

Lo beso en el cuello, se recostó sobre su torso desnudo y se sentó sobre él, quitándose la blusa con suave movimientos ascendentes…

Su perfume no era el mismo, sus caricias eran otras, deseaba despertar pero le era imposible reaccionar, y tomó a la mujer entre sus brazos y bebió del  néctar de sus pechos con furia y desesperación, la miro a los ojos y lo supo, Sarita, que había entrado con la llave que él le había dado en sus noches solitarias…

La tomó de sus cabellos, la  beso de manera iracunda, la dio vuelta quedando el detrás y la hizo suya, una y otra vez, quería descargar su furia,  porque no podía tener a su amor, con quien realmente deseaba hacerlo en esos precisos momentos.

Sintió unas ganas incontenibles de morder su cuello, su espalda, el nacimiento y el final de su cintura, y lo hizo…

 Le daba su sexo con enojo e impaciencia, sus gemidos lo encolerizaban hasta la plenitud, sintió la llegada del cáliz lo vertió aferrándose a ella de sus muslos, a toda su sensualidad, la oía gritar de placer, sus susurros decían sí, sí, y vibraron al unísono relajando sus instintos con suaves caricias, fue desenredando sus dedos de sus sedosos cabellos, sus rizos olían a satisfacción, ella lo miro de frente, lo beso, y con voz melodiosa casi con vergüenza le dijo, Te amo, a lo cual él respondió con un silencio rotundo.

Ella sabía de sus  sentimientos por Lucia, aun así, no podía evitar decirle lo que por el sentía y luchar por su amor, ella no lo abandonaría…. Continuará



Lucía (continuación)

Esteban
Esteban se preparó un café doble para despabilarse, no había dormido en toda la noche,  tomó una ducha rápida, se vistió, bebió su café ya tibio y se dirigió a su escritorio, recogió su maletín cuando vio unos papeles que debía colocar en su caja fuerte, en su pronto accionar cayeron de sus manos algunos sobres, solo le importó uno de ellos y rápidamente los guardó en el mismo sitio.

Caminó hacia la puerta y  detuvo su mirada al tomar el picaporte, su mano, su anillo.

Bajó los seis pisos por las escaleras muy deprisa, al llegar al estacionamiento saludo al guardia y le entregó un sobre cerrado, le palmeó la espalda y se dispuso a subir a su vehículo cuando el empleado, Roberto le preguntó, -¿Está todo bien señor?

Esteban advirtió que había notado sus ojeras y su rostro demacrado, con un leve movimiento de cabeza asintió.

El día  le resultaba interminable en la oficina, se sentía ahogado,  debía concluir unos asuntos pendientes antes de finalizar la jornada.

A media hora de terminar la tarde, se hizo presente Sarita su secretaria, una rubia de un metro ochenta de finas curvas, polleras cortas muy ceñidas y tacones, a confirmarle que ya todos se habían retirado.

Le preguntó si esa noche saldrían a beber algo, El, la tomó entre sus brazos y pudo sentir su suave aroma y la fragilidad de su cuerpo deshaciéndose en sus manos, la besó y le respondió que tendría que ser otro día porque se sentía muy cansado, a lo cual ella, luego de insistir con suaves caricias y besos aceptó.

Esteban ya arriba de su coche se recriminó sintiéndose un tonto por haber desaprovechado esa excitante oportunidad, y la siguió con la vista mientras ella se retiraba del lugar en su coche importado.

Esbozó una sonrisa al pensar en quien sería su próxima víctima, Sara no era una mujer que aceptara
negativas, no se iría sola a su hogar.

   Continuará…


viernes, 21 de noviembre de 2014

Tu

Cuando el día nace
y su sombra se va cubriendo de luz,
la mañana se viste de seda en tu piel,
el viento abanica sus vestidos
esparciendo tu aroma
en el espacio de mis sentidos,

los suspiros se atolondran,
agolpándose para salir amedrentados
recorriendo la faringe en su calor,
golpeando fuerte, muy fuerte,
mis vestiduras, tu voz,

socavando palabras guardadas,
de mi boca amurallada
reservada para ti,
tu mirada, tu mirada,
tímida, cristalina,
humedeciendo mi desnudez.

De esa copa de vino…
Que no bebimos,
afloraron los deseos
mil caricias y un te quiero,
enterneciendo mi ser.

Has logrado, tú, perturbar mis días,
mis noches, cada uno de mis sueños,
conduciéndome a la irremediable locura,
desvaneciendo mis fronteras,
guiando a las estrellas en el camino
hacia tu amor…


jueves, 20 de noviembre de 2014

El tiempo detenido en tu recuerdo





Tengo que olvidar
que no se vivir sin ti.

Dejaré un lamento
en el aire.

Me desangraré en cada linea
que te escriba.

Porque amarte,
es seguir nadando a contracorriente.
Intentar llenar un vacío
que no me has pedido llenar.

Es lo que nunca pasará
y lo que nunca debió ocurrir.

Es lo inesperado
y lo mas esperado.

No es un antes
ni un después,
es el tiempo
detenido en tu recuerdo.