Cuando el día nace
y su sombra se va
cubriendo de luz,
la mañana se viste
de seda en tu piel,
el viento abanica
sus vestidos
esparciendo tu
aroma
en el espacio de
mis sentidos,
los suspiros se
atolondran,
agolpándose para
salir amedrentados
recorriendo la
faringe en su calor,
golpeando fuerte,
muy fuerte,
mis vestiduras, tu
voz,
socavando palabras
guardadas,
de mi boca
amurallada
reservada para ti,
tu mirada, tu
mirada,
tímida, cristalina,
humedeciendo mi
desnudez.
De esa copa de
vino…
Que no bebimos,
afloraron los
deseos
mil caricias y un
te quiero,
enterneciendo mi
ser.
Has logrado, tú, perturbar
mis días,
mis noches, cada
uno de mis sueños,
conduciéndome a la
irremediable locura,
desvaneciendo mis
fronteras,
guiando a las
estrellas en el camino
hacia tu amor…
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