Le tomó unos
minutos recobrar la cordura, llevó el sobre hacia su escritorio, lo depositó
debajo de un libro viejo de tapas duras y decidió olvidarse por un momento de
ella.
De repente se
percató del silencio, miró a través de las cortinas y nada se oía, sintió
curiosidad y se animó a mas, miró su balcón, el de su vecino, se encontraba
todo cerrado, notó que no había señales de presencia femenina ni de mascotas,
se preguntó, -¿cómo sería esa persona? Seguramente muy solitaria, algún músico
extravagante, bueno pensó a ella no le debiera importar lo que sus vecinos
hiciesen con sus vidas.
Luego de una
refrescante ducha se disponía a preparar su almuerzo, cuando el teléfono sonó,
era Alicia su amiga que la invitaba almorzar juntas, Alicia era una joven
empresaria muy simpática, de finos modales, elegante vestir, en su andar y en
su hablar a la cual le fascinaba salir de compras e ir a bailar.
Lucía en cambio
era hogareña, le gustaba leer, la música y Salir a correr, humilde en su forma
de ser y vestir, juntas se complementaban.
Almorzaron y
rieron, caminaron por las grandes tiendas, Alicia llenó de regalos costosos a
su amiga, le encantaba verla ruborizarse al ver las sumas de dinero que ella
utilizaba al comprar con derroche, y decía que debía prestarle más atención a
la moda y a su manera de vestir.
Lucia solo se
dignaba a sonreír y a disfrutar de la agradable compañía de su queridísima
amiga.
Al caer la noche
después de ir por unos tragos se despidieron con un cálido abrazo, Lucía le
obsequió un libro de cómo cultivar orquídeas al cual Alicia agradeció
enormemente porque le fascinaba el tema.
Al regresar a su
departamento la recibió su gato Naiel a quien levanto en sus brazos, y llenó de
caricias y mimos.
Abrió las ventanas
para dejar que la refrescante brisa se adueñara de todo el espacio, y así su
mascota podría salir a sus recorridas nocturnas.
Permaneció absorta
mirando las estrellas, la claridad de la luna, la belleza del parque con las
luces de las luciérnagas revoloteando, dirigió su mirada a la cantidad de
bolsas que habían comprado y sonrió con un leve movimiento de cabeza, su amiga
cuando de compras se trataba lo hacía a lo grande, mientras las guardaba
pensaba en sí tendría ocasión de poder usar tan finas prendas.
Sola sintió el
vacío del lugar, la música la hacía sentirse acompañada, se sirvió un café y
fue por un libro a la biblioteca, miró hacia el escritorio y recordó el sobre
con la carta dentro, levantó el pesado libro depositó el pocillo sobre una
servilleta y nada había debajo, el sobre con su respectiva carta no se encontraba,
sintió un pinzamiento en su pecho hondo, muy hondo y se reclinó para ver si de
alguna manera insospechada pudiera habérsele caído, pero no, ni en el piso,
buscó de arriba hacia abajo con insistencia, la carta por arte de magia había
desaparecido. Cansada pensó que al otro día seguramente la encontraría, unas
lágrimas surcaron sus mejillas corriendo su maquillaje.
En su cama trataba
de recordar cada uno de sus movimientos quizás su gato al saltar, quizás…
El sueño se
apoderaba estaba rendida a su merced, cuando presintió que alguien la observaba
desde la ventana, se levantó y miró, debajo por la calle vio un auto que se
alejaba y al guardia que desde su casilla detenidamente la miraba, cerró
rápidamente las cortinas un escalofrío la invadió desde la raíz hasta su
desenlace.
Le desagradaba sin
poder entender como alguien le podía caer tan mal, sin razón ni motivos
evidentes.
No podía negarse
más sus párpados se cerraban entregándose al sueño, nuevamente tuvo esa
pesadilla recurrente, “corría por una calle solitaria, un hombre la perseguía,
ella caía y unas manos generosas y recias la levantaban” y despertó, cada noche
era lo mismo, nunca podía verle su rostro. ¿De quién corría, porque, y de quien
eran esas manos que la hacían sentirse tan segura?
Un sentimiento de
angustia se apoderó de ella y se ovilló debajo de sus sábanas… Continuará
No hay comentarios :
Publicar un comentario