Cierran sus ojos con telas de inconsciencia,
Apuntando al cielo de cada corazón,
Las carnes antes vivas, ahora muertas,
Caminan descalzos por el temor,
A ver escabullir el sudor tibio,
Todos en fila y nuevamente Dios,
También su pecho sangra amor,
Desfallece el alma de cada fusilero,
También desaparece la vida en armas,
El eco es un recuerdo del estruendo,
Desplomados pero con plomo fiero,
Las cuentas se pagan a tiros,
La noche despierta la pólvora,
Los testigos y su resuelto alivio,
Las conciencias pesan fusiles,
La sociedad y su justo castigo,
Nadie salva penas sutiles.
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