Sintió
su mirada
como
penetraba lenta y profundamente
entre
roces lacerantes,
su piel
abría
al
murmullo de su voz,
los
oídos derretían las palabras
una y
otra vez,
sucumbía
a los susurros
de la
noche,
y
esperaba…
Esperaba
su blanco
consumarse
arduamente
sin
tiempos,
con
miradas de nieblas,
aturdiendo
en las oscuras llamas,
simulando
melodías
amortiguadores
en las raídas sábanas
desfallecían
en su trajín,
sales
escurrían por sus espaldas
en un
gemir de alcobas,
las
arenas mecían las notas
de una
vieja tonada de madrugadas,
mientras
sus lenguas se atragantaban
en sus
gargantas,
se oían,
mutuamente,
arrodillándose en el silencio,
bebiendo
de sus vértices
ahogando
sus labios
en
aquella canción…
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