miércoles, 28 de enero de 2015

No calles

Hundió el puñal muy hondo
en su pecho
¡Y sintió!
Que todo había muerto,
al levantar la  mirada
se encontró con el desierto,
¡Calla muchacha, no digas esas palabras!
¡Bórralas de tu mente de nada sirve recordarlas!
 Sentía con impotencia
su dignidad ultrajada
enterrada en los confines
del silencio
¡Postrada la garganta
quebró sobre su lecho
negándose a emitir
toda palabra de sufrimiento!
¡Aprende a sonreír
aunque por dentro
estés muriendo!
Agonizantes pupilas
escondieron sus miradas
ya no había fantasías
príncipes en carrozas
ni cuentos de hadas.
¡Paga por ser quien eres
aunque no lo merecieras!
Mañana habrás olvidado
será cosa del pasado,
¡Y cuando un pensamiento
te lleve nuevamente,
dile que es mentira

que todo  fue un  invento!

Solo paz

Se fue el dolor
llegó la calma,
junto con ella
la esperanza
la ternura y
la bonanza
de saber
que hay paz
en mi alma,
que la angustia
ha partido
llevándose el
gris de la mañana,
afuera salió el sol
ya no lleve en mi
ventana,
la mesa está servida
los hijos y nieta
esperan,
con sus corazones
abiertos,
depositando sobre
mi pecho sus ilusiones
tempranas,


Nuestro tiempo


Quise atrapar el tiempo
y apreté mis labios contra
los fresnos de tu pecho,
palpé las llanuras y camine,
a lo largo de su densa espesura,
montada en embriagues
cabalgue sus colinas,
divisando la inmensidad desde lo alto,
lejano e interminable laberinto
sabor naranjo,
ayer de tu profana boca,
donde tu aliento
se hospeda bebiendo,
y alimentándose de mi pecho.
Leche blanca de arenas y carnes,
tensas sobre la playa
nuestras piernas,
Surcando marejadas,
Mientras, sus agujas abrían y cerraban
Su voz se oía en ecos repitentes
tic tac, otro más y más…
Y así mordía mientras sus orgasmos
se descontrolaban estrepitosamente,
saciaba sus ansias y repetía,
repetía como nunca antes,
tic tac, tic tac


martes, 27 de enero de 2015

El monstruo que habita en…


Cerró sus ojos y,
consumió de la primavera
 sus pétalos florecientes,
uno a uno deshojó con sus fauces
el néctar que habitaba en ellos  
saboreando sus dulces,
enriqueciéndose con su savia
pernocto dentro del capullo
más tierno y frágil
haciéndolo suyo,
su nido, su hogar,
bebió, bebió de él
hasta saciar su orgullo
y se durmió a sus pies
satisfecho al no verlo florecer,
quito sus máscaras
tendió sus espinas
e inundo el lugar
con su hiel.