Hundió
el puñal muy hondo
en su
pecho
¡Y sintió!
Que
todo había muerto,
al
levantar la mirada
se encontró
con el desierto,
¡Calla
muchacha, no digas esas palabras!
¡Bórralas
de tu mente de nada sirve recordarlas!
Sentía con impotencia
su dignidad
ultrajada
enterrada
en los confines
del
silencio
¡Postrada
la garganta
quebró
sobre su lecho
negándose
a emitir
toda
palabra de sufrimiento!
¡Aprende
a sonreír
aunque
por dentro
estés
muriendo!
Agonizantes
pupilas
escondieron
sus miradas
ya no
había fantasías
príncipes
en carrozas
ni
cuentos de hadas.
¡Paga
por ser quien eres
aunque no
lo merecieras!
Mañana
habrás olvidado
será cosa
del pasado,
¡Y
cuando un pensamiento
te lleve
nuevamente,
dile
que es mentira
que
todo fue un invento!
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