Cae una
neblina densa, pesada, casi catatónica
sobre el Efenbar; algo bastante impropio para Mayo, pero ya sabemos desde hace
mucho que la calle en donde el Efenbar se sitúa tiene, siente y padece, una especie de microclima particular que,
probablemente, desde el mismo bar emana.
Poco antes de
adormecerse Sartas lo comenta:
-No, si
cuando yo digo que esto es una sucursal del otro lado...
Cuando dice “
el otro lado” se refiere a un más allá nada divino ni celestial ni
angelico...por el contrario, remite al otro más allá, que igual es más abajo,
que lo mismo está bajo tierra.
-Steady...
¡tu sabes si este local está construido
sobre un cementerio?
-Está construido sobre tu padre- escupe el barman, pero Grumpf ni se inmuta
-Anchos
hombros tenía, si señor. Capaces de cimentar un edifico de tres pisos...pero no
quería hablar de mi padre sino de esta niebla...¿Cómo puede haber aquí dentro
tanta niebla como en la calle? ¿Por donde entra?
-Viene de
abajo, Grumpf...del centro de la tierra...del Averno ...estamos en la
perpendicular del averno, muchacho...algunas veces si miras con atención por la
taza del water puedes verle un cuerno a Satanás.
Grumpf sigue
sin inmutarse ante la broma de Tubo.
-Puede
ser...lo que pasa es que yo nunca miro con atención por la taza del water ,como
hacen otros...-bosteza. Sartas ya está dormido sobre la barra y Tubo no le anda
mucho más allá.- la jodida niebla es que además es soporífera ...¿ Y a qué
huele?...¿A que demonios huele esta neblina, Steady?
Antes del que
el barman le conteste, muy previsiblemente, que a los sobacos de su santa madre, Grumpf dormita sobre la barra como los otros dos. Va
a ser la niebla o va a ser, mejor, que
es la hora de la siesta , porque hasta yo, que ni duermo, ni descanso ni
últimamente conozco mujer, me estoy
quedando frito...pero frito y rebozado de mi mismo, que es el estado en el que
más veces me complazco en aparecer, según mis mejores amigos.
No sé por que
oníricos campos caminaran o volarán ellos, pero yo ahora, en mis sueños me
deslizo lentamente hacia la cima de una montaña...si, hermanos, en los sueños
no solamente es posible volar, sino
incluso deslizarse lentamente hacia arriba. La ley de la gravedad ahí no funciona,
digamos, para ser aún más poéticos, que la Ley de la Gravedad
se la sopla a Morfeo o bien que en su país las manzanas caen hacia arriba. Una
cosa es cierta: no puedo dejar de divagar ni en sueños y eso, además de
enfermizo hasta está empezando a ser peligroso.
Afortunadamente
del ensueño me saca la misma voz que a los demás
-¡Despertad,
que llega el vampiro!- dice Steady. Y corre a atenderle.
Es un cliente
de unos sesenta y algunos, vestido siempre de oscuro, con un rostro céreo y una
mirada que, en opinión del barman “fortalece los cubitos”. En cuanto a su boca,
es apenas una rendija, en la piel pegada a los huesos de su cara.
-¿Lo de
siempre?
El otro
atiende con un leve movimiento de cabeza
y Steady marcha raudo a prepararlo, rascándose instintivamente el cuello.
Nosotros tres, mirando hacia allá somos
presos del mismo instinto .Nos acabamos de despertar, pero comprobar con los
dedos el estado del cuello no es la
forma tradicional ni la más votada de desperezarse. Es un reflejo defensivo.
Como ofensivo es el rojo reflejo de la luz en los cócteles, dos, que el barman pone delante del misterioso cliente.
No uno, sino dos Blodimeris, que el otro contempla primero con un placer
ultramundano y luego los sorbe- si, he dicho los sorbe- los chupa
con una
delectación que tampoco es de esta tierra. Por lo menos no de este barrio.
Y paga y se
va. Y poco a poco nos vamos quitando las manos del cuello. Y mucho a mucho
regresamos a la vida normal, nos vamos viniendo arriba; y hasta la niebla se
disipa.
-¡Si es que
se va y hasta la niebla se disipa!- advierte Grumpf.
Pero los demás e incluso
él comprendemos que, seguramente estamos siendo injustos con ese hombre, que, a
no dudar, es un perfecto padre de familia que antes de ir a trabajar besa a sus
hijos y no los succiona y acaricia el cuello de su mujer y no lo perfora...y
que ,a pesar de su aspecto de vampiro es a él, como a nosotros, como a todos, a
quien en realidad le chupan la sangre todos los días, las multinacionales, los
estados,los políticos, las empresas, los verdaderos vampiros, los que trabajan de día.
Hasta que se
materializa entre nosotros una corriente de solidaridad tal con ese señor, que
los cuatro como un solo hombre ( en realidad
entre los cuatro daríamos para uno y medio) pedimos un blodimeri para
cada uno. Steady ve la apuesta y se sirve otro también. Lo saboreamos y
admitimos que no sólo tiene un pasar, sino que
está bastante bueno.
-Pero la
niebla se disipa cuando se va- vuelve a
decir Grumpf.
Y, aprovechando que en ese mismo instante un rayo perdido del
decadente sol le da en la cara, hace
como si se estuviera muriendo.
(¿Y quien no? )
© fgm
Soy Ritman,
Gracias por vuestra lectura.
A vuestra disposición en mi blog: Las flores del Mac
Y en twitter : @RitmanBlu
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