-A veces era la brisa colándose por los pliegues de una ventana
delgada herrumbrada de pasado, la llegada de la mañana quieta asomando tempranamente por los muros
hiedras del jardín, las amapolas y las hierbas esparciendo sus colores en composé.
-El sol, manifestaba su temperamento cambiando las tonalidades, salvando
los retrocesos de ánimos envueltos en nostalgias, cuando yo te esperaba.
-Ardiendo en la espera sobre un lecho revuelto, devastada soledad,
ecos desiertos.
-Ella, anfitriona habitando cada cuarto, no resistiéndose ningún
rincón ni mínimo agujero, a su estadía permanente.
-De alguna insospechada manera yo, la había invitado a quedarse.
-Llegó tímida, silenciosa, luego, con gran sutileza y maestría fue
socavando, apoderándose de mi universo, cada centímetro le pertenecía, lo mismo
que mi alma sedienta de vida, que se negaba sin fuerzas, ni voluntad a su régimen
dictatorial.
-Por las noches soñaba con correr, huir de ese lugar y llegar al
refugio de tus brazos, deshojando pétalos en cada beso, amarrando mi amor
reservado, atesorado para ti, dentro muy dentro de mí.
-Caricias de seda y besos prolongados entregártelos con ademanes
lentos reconociendo los paréntesis de tu cuerpo, donde los susurros crean melodías
a través de los sentidos, en retornadas noches, siendo voluntaria solícita en
tu lecho.
-Contemplar la desnudes de tu piel invernal no indiferente, doliente
no…
-Descubrir el cansancio en tu agitado respirar nocturno después de
amar incesantemente hasta el agonizar de la madrugada, coronando mi palpitar,
elevándome al cielo sobre tus colinas, emigrando vívidamente en tus sueños, saciando
nuestra sed en cada verso, siendo virtud con mis falanges, invadiendo nuestras soledades, bebiendo cual
sediento marinero, irrumpiendo fatigosos en cada puerto.
-Soñaba con oler a ti, en mi reposo amanecer, ser naufragio entre tus
brazos, llenarme de tus primaveras, horizonte febril timón de mis deseos, vestir
en la mañana radiantes destellos de felicidad, conservando tu esencia en mi feminidad.
-Ella lo sabía o quizás lo intuía, porque no se apartaba ni un momento
arremetiendo en mis pensamientos abarcando mis espacios como un fantasma.
-Le temía, aun así comprendí que debía revelarme, descubriendo mis
fuerzas aprendí a convivir porque a pesar de todo, nos necesitábamos, ella era parte de mí y era parte de él,
nuestras soledades nos unían…