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sábado, 22 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

Esteban
Esteban se preparó un café doble para despabilarse, no había dormido en toda la noche,  tomó una ducha rápida, se vistió, bebió su café ya tibio y se dirigió a su escritorio, recogió su maletín cuando vio unos papeles que debía colocar en su caja fuerte, en su pronto accionar cayeron de sus manos algunos sobres, solo le importó uno de ellos y rápidamente los guardó en el mismo sitio.

Caminó hacia la puerta y  detuvo su mirada al tomar el picaporte, su mano, su anillo.

Bajó los seis pisos por las escaleras muy deprisa, al llegar al estacionamiento saludo al guardia y le entregó un sobre cerrado, le palmeó la espalda y se dispuso a subir a su vehículo cuando el empleado, Roberto le preguntó, -¿Está todo bien señor?

Esteban advirtió que había notado sus ojeras y su rostro demacrado, con un leve movimiento de cabeza asintió.

El día  le resultaba interminable en la oficina, se sentía ahogado,  debía concluir unos asuntos pendientes antes de finalizar la jornada.

A media hora de terminar la tarde, se hizo presente Sarita su secretaria, una rubia de un metro ochenta de finas curvas, polleras cortas muy ceñidas y tacones, a confirmarle que ya todos se habían retirado.

Le preguntó si esa noche saldrían a beber algo, El, la tomó entre sus brazos y pudo sentir su suave aroma y la fragilidad de su cuerpo deshaciéndose en sus manos, la besó y le respondió que tendría que ser otro día porque se sentía muy cansado, a lo cual ella, luego de insistir con suaves caricias y besos aceptó.

Esteban ya arriba de su coche se recriminó sintiéndose un tonto por haber desaprovechado esa excitante oportunidad, y la siguió con la vista mientras ella se retiraba del lugar en su coche importado.

Esbozó una sonrisa al pensar en quien sería su próxima víctima, Sara no era una mujer que aceptara
negativas, no se iría sola a su hogar.

   Continuará…


viernes, 21 de noviembre de 2014

Tu

Cuando el día nace
y su sombra se va cubriendo de luz,
la mañana se viste de seda en tu piel,
el viento abanica sus vestidos
esparciendo tu aroma
en el espacio de mis sentidos,

los suspiros se atolondran,
agolpándose para salir amedrentados
recorriendo la faringe en su calor,
golpeando fuerte, muy fuerte,
mis vestiduras, tu voz,

socavando palabras guardadas,
de mi boca amurallada
reservada para ti,
tu mirada, tu mirada,
tímida, cristalina,
humedeciendo mi desnudez.

De esa copa de vino…
Que no bebimos,
afloraron los deseos
mil caricias y un te quiero,
enterneciendo mi ser.

Has logrado, tú, perturbar mis días,
mis noches, cada uno de mis sueños,
conduciéndome a la irremediable locura,
desvaneciendo mis fronteras,
guiando a las estrellas en el camino
hacia tu amor…


miércoles, 19 de noviembre de 2014

Hoy, como ayer



Un peldaño más otro peldaño, y la luna se aleja inevitable, con su rostro plano, que lo toco, lo acaricio, con mis manos sedientas de verano.


 Las horas y los días incorruptibles nos consumen en su interminable, pesado corroer, el infierno descendió sobre el cemento calcinando nuestros sentimientos, cuando te pienso, cuando renaces en mi mente, como un recuerdo, como una imagen, sobre aquel busto de piedra, mohecido entre laureles y rocas, una figura célebre, inolvidable al paso del reloj de arena, al ruido de los motores.


Siempre estás, en cada calle, cada esquina, en la sonrisa de la plaza, en la soledad de sus bancos, en la farola intermitente, desdibujada algo bizca, en los árboles, en la profundidad de su madera, en el núcleo de lo que fue su esencia, en el naciente y esperanzado brote, que ansioso desea nacer a la vida, y morir a su suerte.


Hoy como ayer quisiera escribirte, una y mil cartas, y la alegría rebota por las comisuras de los dedos zigzagueando chispazos en el interior de mi naufragio, un oleaje de mil palabras inunda mi espacio y en él, te mueves como un inmigrante pájaro facetado, que asciende y desciende entre la marea de mis ojos, mis pupilas que te observan admiradas,  mareadas de lujuriosa pasión, balanceándote estrepitosamente sobre mi hoja en blanco.


Soñé contigo noche antiguas, vestidos de lunas en un desierto de olvidos, yo te miraba, afanosamente y en la sombra de tus párpados, se dibujaban letras y un te amo, sonriente, me tomé de tu mano, besé sus falanges, rocé sus uñas, en mis silencios, para desaparecer en la neblina de tu boca, en la humedad de tu lengua, en la inmediatez de tu ternura, en el placer de un orgasmo verbal cuidado, venerado y deseado tantas pretéritas, y futuras mañanas, junto a la llegada del rocío, al despertar ambicioso y bullicioso de los gorriones mirones.


Sueño un sueño lejano, en un desconocido territorio donde una vez en el ayer, nos amamos dormidos, al calor de la sal de tu playa, con sabor a molinos y versos, excitados por el brillo de las estrellas y su incontable presencia.


Una melodía a lo lejos corre, llueve, a la velocidad del tiempo, despilfarrando estrofas, dilapidando aceras con sus nostalgias, una baldosa se mueve al compás, otras irreverentes  cuestionan su proceder refunfuñando ecos a lo bajo, una lágrima sonriente, caminando de prisa la pisa muy oronda, sin pretender comulgarse, ni arrepentirse sigue su paso…



Nuevamente hoy, como ayer, el cielo dibuja tu nombre en un sinfín de espacios nuevos, muy nuestros, y una voz de mi interior aflora sin pensar, vociferando a los cuatro vientos te quiero!

Lucia (Continuación)

Le tomó unos minutos recobrar la cordura, llevó el sobre hacia su escritorio, lo depositó debajo de un libro viejo de tapas duras y decidió olvidarse por un momento de ella.
De repente se percató del silencio, miró a través de las cortinas y nada se oía, sintió curiosidad y se animó a mas, miró su balcón, el de su vecino, se encontraba todo cerrado, notó que no había señales de presencia femenina ni de mascotas, se preguntó, -¿cómo sería esa persona? Seguramente muy solitaria, algún músico extravagante, bueno pensó a ella no le debiera importar lo que sus vecinos hiciesen con sus vidas.
Luego de una refrescante ducha se disponía a preparar su almuerzo, cuando el teléfono sonó, era Alicia su amiga que la invitaba almorzar juntas, Alicia era una joven empresaria muy simpática, de finos modales, elegante vestir, en su andar y en su hablar a la cual le fascinaba salir de compras e ir a bailar.
Lucía en cambio era hogareña, le gustaba leer, la música y Salir a correr, humilde en su forma de ser y vestir, juntas se complementaban.
Almorzaron y rieron, caminaron por las grandes tiendas, Alicia llenó de regalos costosos a su amiga, le encantaba verla ruborizarse al ver las sumas de dinero que ella utilizaba al comprar con derroche, y decía que debía prestarle más atención a la moda y a su manera de vestir.
Lucia solo se dignaba a sonreír y a disfrutar de la agradable compañía de su queridísima amiga.
Al caer la noche después de ir por unos tragos se despidieron con un cálido abrazo, Lucía le obsequió un libro de cómo cultivar orquídeas al cual Alicia agradeció enormemente porque le fascinaba el tema.
Al regresar a su departamento la recibió su gato Naiel a quien levanto en sus brazos, y llenó de caricias y mimos.
Abrió las ventanas para dejar que la refrescante brisa se adueñara de todo el espacio, y así su mascota podría salir a sus recorridas nocturnas.
Permaneció absorta mirando las estrellas, la claridad de la luna, la belleza del parque con las luces de las luciérnagas revoloteando, dirigió su mirada a la cantidad de bolsas que habían comprado y sonrió con un leve movimiento de cabeza, su amiga cuando de compras se trataba lo hacía a lo grande, mientras las guardaba pensaba en sí tendría ocasión de poder usar tan finas prendas.
Sola sintió el vacío del lugar, la música la hacía sentirse acompañada, se sirvió un café y fue por un libro a la biblioteca, miró hacia el escritorio y recordó el sobre con la carta dentro, levantó el pesado libro depositó el pocillo sobre una servilleta y nada había debajo, el sobre con su respectiva carta no se encontraba, sintió un pinzamiento en su pecho hondo, muy hondo y se reclinó para ver si de alguna manera insospechada pudiera habérsele caído, pero no, ni en el piso, buscó de arriba hacia abajo con insistencia, la carta por arte de magia había desaparecido. Cansada pensó que al otro día seguramente la encontraría, unas lágrimas surcaron sus mejillas corriendo su maquillaje.
En su cama trataba de recordar cada uno de sus movimientos quizás su gato al saltar, quizás…
El sueño se apoderaba estaba rendida a su merced, cuando presintió que alguien la observaba desde la ventana, se levantó y miró, debajo por la calle vio un auto que se alejaba y al guardia que desde su casilla detenidamente la miraba, cerró rápidamente las cortinas un escalofrío la invadió desde la raíz hasta su desenlace.
Le desagradaba sin poder entender como alguien le podía caer tan mal, sin razón ni motivos evidentes.
No podía negarse más sus párpados se cerraban entregándose al sueño, nuevamente tuvo esa pesadilla recurrente, “corría por una calle solitaria, un hombre la perseguía, ella caía y unas manos generosas y recias la levantaban” y despertó, cada noche era lo mismo, nunca podía verle su rostro. ¿De quién corría, porque, y de quien eran esas manos que la hacían sentirse tan segura?     
Un sentimiento de angustia se apoderó de ella y se ovilló debajo de sus sábanas… Continuará


miércoles, 12 de noviembre de 2014

Lucía (continuación)

-Decidió que no se daría la ducha apresurada de cada día, hoy se relajaría.

-Puso a llenar la bañera con agua tibia, sales, roció aceites esenciales aroma a sándalo, rosa y violeta, música suave y romántica, era la música que a ella más le gustaba la hacía sentir relajada y encendió unas velas  torneadas de miel para acompañar.

-Se sumergió en compañía de su soledad, cerró los ojos almendrados y se transportó hacia otro sitio, en otro tiempo, a otra realidad cuando su mundo estaba colmado de caricias y besos, deseaba olvidar por un momento la soledad agobiante en la que se encontraba.

-Embriagada con sus recuerdos, las fragancias que desprendía el lugar, a la tenue luz de la vela y la resaca que ello le producía vio como su cuerpo se estremecía y se sintió extraña,
la melancolía se apoderaba de ella y su piel ardía de deseos reprimidos y olvidados.

-Los recueros de ese amor ausente seguían grabados con tinta indeleble, venían a su memoria como llamaradas ardientes una y otra vez, llenándola de ausencias y silencios, de pronto se encontraba en las reminiscencias de sus besos, sus tórridas caricias, los masajes en su cuello, su aroma a masculinidad, sus fuertes y cálidas manos acariciando todo su cuerpo haciéndola estremecer de placer.

-Como olvidar, como olvidar sus noches, sus mañanas amándolo en su lecho, los rayos del sol calentando sus cuerpos desfallecientes, como olvidar lo que una vez amo y le perteneció en cuerpo y alma, deslizó su mano derecha por su vientre tibio casi como un sutil roce, y fue jugando a soñar y se dejó llevar, y jugó, jugó, su respiración fue en aumento jadeos y suspiros, esas manos suaves y delicadas recorrían toda su longitud frenética y exquisitamente subían y bajaban haciéndola vibrar, un gemido suave ahogado esbozó con alivio, soltura y desahogo.

-Cerró los ojos con fuerza, profundamente como queriendo conservar ese mágico momento de satisfacción e íntimo para sí,  pero sus sentidos y todo su ser aún se mantenían temblando en pleno goce.

-Todo era silencio, la música había terminado, la vela se encontraba apagada y el agua yacía fría.

-Se envolvió con una toalla blanca reluciente que ella misma había bordado, jazmines con hilos de seda, esa había sido su inspiración para decorar su ajuar al comenzar su estadía de soltera, en las tardes frías se dedicaba a personalizar sus objetos creando un clima de romanticismo y color en todo su hogar.

-Al pasar por el pasillo que daba a su habitación se percató de la melodía que provenía del departamento continuo era un joven aprendiz de violín que hacía maravillas con el instrumento, dejo caer la toalla al piso y se dispuso a vestirse y disfrutar de ese sonido melodioso, sus ventanas se mantenían abiertas de par en par, y se embebió de ella. 

-Su estado anímico fue cambiando, una sensación de frescura la invadió y decidió salir a correr, su cuerpo se lo pedía a gritos, alimentó a su gato Naiel, se puso zapatillas y vestimenta cómoda para la ocasión.

-Al salir se cruzó con el portero quien limpiaba las escaleras, por lo tanto debió tomar el ascensor, al llegar a la puerta de entrada se encontró con el guardia de seguridad a quien miró sin saludar, le resultaba un ser funesto, ciertamente había algo en él que la irritaba.

-Caminó hacia la calle y dirigió su mirada para ver quién era que la observaba, con disgusto confirmo que se trataba del guardia desde su cabina, se apresuró para alejarse lo más pronto posible y se mezcló con el resto.

-Mientras corría pensaba en lo que había sucedido en su bañera y una agradable sensación la invadió, pudo sentir como se ruborizaba pero no le importó y continuó su andar.

-Se encontraba agotada después de varias vueltas, se sentó a la sombra, bebió agua y vio jugar a los niños por el tobogán, un perro chihuahua corría detrás de una pelota sin poderla alcanzar, a lo lejos un grupo de ancianos se batían a duelo en un partido de bochas con sus lentos y frágiles movimientos.

-Recordó que debía hacer las compras, pasaría primero por la verdulería de Don Juan, en busca de verduras, frutas y alguna ensalada, Juan el verdulero siempre le permitía elegir a su gusto, así poder disfrutar de su grata compañía y de sus exuberancias que a él tanto le gustaban, luego de una extensa y complaciente charla, Lucía pasó por el diario donde se encontraba Don Raúl el diariero, un Italiano que venía escapando del hambre y del polentoni, como él decía.

-Hablaron del tiempo, de cuanto habían subido los precios y de algún chisme de la farándula porque de eso sí que estaba siempre informado él.

-Luego fue por los demás comestibles y bebidas que necesitaría.

-De regreso a una cuadra de su casa se escuchaba el sonido del violín de su vecino, miró, quizás podría verlo manipular el instrumento, pero nada pudo ver, era un misterio por  resolver.

-Al subir por las empinadas escaleras se acercó el joven portero, para notificarla que había deslizado por debajo de su puerta su debida correspondencia, ella le agradeció con una enorme sonrisa, seguramente cuentas que saldar, facturas y publicidad se dijo para sí.

-Al entrar se encontró con un sobre delicadamente perfumado de fino papel,- ¿de quién será? Se preguntó, carecía de remitente, solo su nombre y dirección.

-Rápidamente lo abrió sin romperlo, se trataba de una nota de su ex, con un delicado papel rosa perfumado finamente envejecido como solo le gustaba a él ser, meticuloso y obsesivo.

-Lucía se sentó para poder leer, un nudo en su garganta no le permitió emitir sonido alguno ni llorar, solo leyó y la colocó por un instante cerca muy cerca de su corazón y la apretó fuerte muy fuerte.

-Sentimientos confusos no le permitieron seguir con la lectura, la vista se le había empañado con incesantes lágrimas que corrían en busca de su cauce, colocó nuevamente la carta en el sobre de donde pensó nunca debió haberla sacado... Continuará


(Imagen tomada de la web)
Lucía cuenta con DERECHOS DE AUTOR

Lucía

-La mañana incipiente irrigaba el paisaje humedeciendo los jazmines que generosos despedían sus aromas colándose por las transparencias de las ventanas, inundando todo el lugar tornándolo apacible y acogedor.

-Lucía despertó, miró a través de las cortinas y vio asomarse el día, respiró profundamente para embriagarse con sus fragancias, desde su ventanal podía divisar los dibujos de la ciudad que se encontraba en marcha, vapores y smog creaban una niebla ocultando gran parte de ella.

-Bendecía el momento en que decidió mudarse, si bien no era suficientemente espacioso su departamento, lo que le fascinaba era poder cruzar la calle y encontrarse con el parque, junto a la naturaleza que él le ofrecía, árboles florales y la brisa que recorría las copas de los pinos entremezclando los diversos aromas que cada uno de ellos desprendían.

-Le gustaba ver los perros refrescarse en el lago que allí había, jugaban sin preocupaciones se divertían, como ella al observarlos fascinada.

-Adoraba escuchar las risas de los niños al jugar, los vendedores con sus cantos ofreciendo las variedades de sus productos, los jóvenes que con sus instrumentos iban a ensayar, las personas se amontonaban a su alrededor expectantes de su música y estilo.

-Magos, payasos, actores callejeros se daban cita cada día, todos disfrutaban del espectáculo, risas, aplausos luego uno de ellos pasaba la gorra y se marchaban contentos hacia otro lugar.

-Desde el lado este del parque se podía ver la tranquilidad del río, con sus aguas apacibles, se encontraba cerca, más bien solo se debía cruzar la gran avenida con sus correntadas callejeras donde la velocidad zigzagueaba como vendaval.

-A lo largo de la orilla del río se encontraba el puerto, con sus galpones algo oxidados y olvidados, colmados de añejas historias de tiempos de herrumbres y abandonos.

-Allí, imponente de mansas aguas marrones los recibía el río, llegaban y encallaban enormes barcos de diferentes partes del mundo a la espera de poder cargar y descargar, nostálgicos marinos con sueños de sus tierras, rostros fatigados, con hambre de nuevas experiencias desembarcaban por las noches rumbo a los establecimientos de diversión nocturna y transitoria, donde los clientes podían beber, cenar y bailar en compañía de bellas señoritas que vaciaban sus bolsillos, llevándose no solo su dinero sino que también muchos de sus recuerdos.

-Lucía cada mañana bajaba a correr por el parque, le gustaba rodearlo y mezclarse con la gente ser una más, pero ese día no sentía deseos de salir, decidió quedarse en casa y acomodar viejas fotografías que la hacían rememorar cada momento en que las había tomado.


-Las apiló, tomo el baúl de los recuerdos y allí nuevamente las colocó, junto a una ramita de lavanda sujeta con una cinta rosa y otra carmín... Continuará

lunes, 10 de noviembre de 2014

A fuego lento

Me recordarás cuando tu voz pronuncie mi nombre sin
pensarlo tú siquiera,
cuando tu piel reavive las cenizas no esparcidas al viento,
y sangres en lamentos por mi ausencia,
cuando las llamas ardan en tu cuerpo y tu boca sedienta
desfallezca de pasión por mis besos,
cuando por las noches la luna ilumine el vacío en nuestro
lecho sin encontrar, tú, consuelo,
cuando los nudos internos se hagan eternos, y los
silencios atormenten tus heridas,
cuando las cicatrices se agiganten y se nieguen a cerrase,
ahí sé, amor mío…

Me recordarás… ¡Lo sé, lo sé muy bien!

Porque así, mi alma te ha sentido, recorriendo cada noche en
la soledad de un cuarto oscuro sin olvidos, quemando  cada
centímetro de mi cuerpo, mis arterias reviviendo la inagotable
espera, lacerando con tu voz de arena mis oídos, enviándome
a las profundidades del infierno, con la sola idea de tus manos
acariciando mis dimensiones, en todas y cada una de las estaciones…


Me recordarás, porque marqué tu vida a fuego lento y seguro,
así como tu huella esclavizó la mía…


domingo, 9 de noviembre de 2014

Vives en mis recuerdos

Un café negro en su pocillo,
desfalleciendo medianamente tibio,
vapores fantasmales técnicos dibujantes
de nuestros ecos,
la ciudad descansa de un sábado agonizante,
inmersa en mis adentros contemplo
mis pensamientos, en la penumbra,
donde te pienso,
un vals danzante resuena
al compás del tiempo,
agujas rítmicas, tiranas, aprisionando
pesadamente los sueños.
Hoy te vi, en un recuerdo,
junto a la temprana llegada de la aurora,
cara amplia, lánguida mirada,
tu voz, tu voz huyendo
en compañía del viento.
Ya no suenan las campanas,
los pájaros emigran su vuelo,
te sentí partir en mis silencios,
la noche descalza sus miedos,
susurros ausentes en  eternos
oídos de seda, las palabras
sorprenden en manifestación
por vacías, no olvidadas
promesas,                        
un pocillo vacío, una cuchara
cae al piso, en mi mente…
Tu nombre y el mío.


jueves, 23 de octubre de 2014

Ella y yo

Abracé su cintura,

tomando cada ángulo,

sucumbiendo en el sol  de sus vértices,

dibujando figuras en mi mente y en mi paladar,

bebí de su vientre,

de la infinidad de sus poros,

cada uno de ellos derritiéndose en mis manos,

su primavera desnudez en mi boca,

desvaneció su candidez entre mis brazos,

oyeron mis oídos sus gemidos,

sus ruegos por mas,

suspiros de felicidad

retumbaban en la habitación,

donde fuimos solo dos,

cabalgando contra el tiempo,

nuestros cuerpos, edades

fundiéndose al amor,

ella hablaba de literatura,

letras y demás,

yo marcaba sus ritmos,

sus pausas,

cada punto y coma,

conjugando los verbos,

extasiados  pedimos,

gritamos al unísono,

porque nunca llegara el final,

 y el silencio abruptamente irrumpió,

sellamos nuestras bocas,

con un beso de inmensa pasión,

mirándonos a los ojos,

reflejándome en su tersura,

pinté mis hilos de plata,

desde muy adentro

nació nuevamente la ilusión,

aquella noche,

en nuestro, mi lecho,

fuimos ella y yo…





lunes, 20 de octubre de 2014

Amor atormentado


-¡Oh, mi amor! -Has regresado a resucitar  este muerto, que por ti desfalleciera un día en la cruenta agonía bajo el filo mortal, de la lanza del olvido, despojaste sin sentido mis recuerdos, enviándolos a la insignificancia de la vida,  siniestro abismo, donde danzaran las aguas deseosas incitando mi arrojo involuntario.

-¡Oh! maligna hechicería tus besos, quedaron impresos en mis hambrientos labios, que por ti sucumbieron en el atardecer de tu boca.

 -Es sin ti, un cruel martirio mi infame existencia, soledades, oquedades, ausencias vanas que alimentan alimañas en nuestros ocres misterios, epitafios en un sepulcro desterrado del campo santo, espíritu lascivo condenado a vagar eternamente en el mundo de los vivos,  un día dijiste en voz alta con un rugir atronador, ya no te amo, y el cielo oscureció sus rayos, despertando su ira, apagando sus luces, atrapando, encerrando los miedos juntos a  los silencios.

-Con sangre en mis manos he saciado mi furia cansada, ahogando al desconsuelo atroz, es mi pena una amargura eterna un desencanto llorado por años, solitario cultivando raíces que crecieron formando mis pies que descalzos han quedado, aflicción, o delirio todo ha sido en vano por intentar olvidarte.

-Enclaustrados mis sentidos vistiendo añoranzas, descontentos, mis sueños encerrados, suelas de la dictadura de tus deseos, has hecho conmigo lo que has querido, en cada tramo de nuestras eras, arrastrándome a la perdición, una quimera, intentar ganar tu corazón de mármol lapidario, un mito pagano, consumo los últimos e ínfimos segundos rozando con mis pensamientos tus vértices, cuervos en la noche fría, devorador de amaneceres al perfil de tus ojos.


-Por ti un río de lava corre surcando mis venas, golpeando los poros, mis arterias y mi piel, mi piel que por ti se subleva ante la justicia e injusticia descendiendo a la profundidad de los infiernos,  consumiendo el azufre de tu cuello, en el transitar de mis minúsculos latidos, te digo una vez más… 

-Te Amo, sin remedios ni castigos…
Soy Amelia Orellano Bracaccini:
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sábado, 18 de octubre de 2014

Tu regreso

…Hoy te veo nuevamente salir de tus silencios, con la cara blanca y el frío entre tus huesos…

-¡Oh, Infame vida! -¿Qué fuerza tan extraña te alejó de mí presente?

 Mansamente el río trajo tu canto hasta la orilla marrón, meciendo tu pluma de gigante,
invadiendo las aguas calmas que silenciosas aguardaron el anclar de tus alas de plata…

Acongojantes retinas, soledad sangrante, insondable vacío sin tus letras…

-¡Ausentes, como tu alma!

-¿Cuál es tu pena, que no puedan mis labios calmar con un tibio beso expreso, sobre tu boca de marfil?

Prisionero del infierno te ahogaste en las nostalgias, hundido en la melancolía tus brazos calcinados…

Percibí tu vuelo cotidiano, sutil roce, una tarde de verano leyendo tus versos, acariciando mis párpados…

Así te fui queriendo, de a poco, casi nada, levemente cada día, transparentando la brisa
mí presencia…

Sobre tu regazo un papel en blanco, un verbo borroneado, lubricando y fabricando suspiros…

 La naciente mañana vociferó mi nombre al despertar de tu letargo…

Cae la lluvia anunciando tu regreso, como leve rezo de rodillas hacia el norte, el adiós del pájaro

Tuqui era su nombre que recogiéramos juntos un día en un cálido sueño sobre la arena de tu mano…
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domingo, 12 de octubre de 2014

Fuiste tú


-Apareciste en el crepúsculo, caminante, vacilante sobre las aguas, en tu lento avanzar, pasaron las estaciones arrasando con los miedos acompañando mi frío invierno, el sabor de un café, el periódico en la cama, las ventanas empañadas, mi camisa, tu sonrisa dibujada alegre, diáfana, distante no en mi alma, allí donde el tiempo se encuentra así mismo nos encontramos sumergiéndonos en su comienzo incitando al sueño su letargo despertar…

-Me envolviste en tus perennes caricias convirtiéndote en mi adicción, en el juego de seducción fuimos uno, nuestras imágenes se dibujaban por los aires danzantes,- ¿sabes porque? -¡Porque siempre ha sido así…! Perpetuamos nuestra eternidad desde mucho antes, cuando nuestros silencios nadaban cruzando barreras, lanzando piedras a la inmensidad de la nada, socavando de la profundidad de nuestros vacíos tu nombre y el mío…

-Estas presente en mí, desde esa mirada cuando mis párpados abrieron sabiendo que debían esperar, el nacimiento del amor no era lejano, lo pudieron sentir mis pupilas, conociendo desde el ayer como serias…


-Prolongamos nuestra historia más allá de la vida y la muerte, nuestras fragancias se fundieron en formas sobrenaturales acercando los pensamientos, residiendo los espíritus, tornándose en victorias sobre todo estado físico, con sus sutiles pétalos el amor construyo su nido al abrigo de nuestros corazones…

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martes, 7 de octubre de 2014

Al ritmo de la noche


Porque la noche no se rinde
sin tus caricias,
sin el sonido de tu voz,
porque me ahoga este sentir,
y se ruborizan mis pensamientos
en el ir y venir del tic, tac,
la mañana se calza su traje,
la despide con su equipaje
un hondo crujir del sol,
las pestañas buscan su nido,
es tu imagen su última visión,
un profundo sentimiento
se adueña de los sueños,
allí somos solo dos,
en la búsqueda
de un mismo vuelo,
las luces encienden
frente a frente las orillas,
de tu mar y mi río,
meciéndonos en sus secretas
aguas,  devorándonos las olas
que danzan a merced de tus
besos, cabellos
 y mi cintura…

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Porque la noche no se rinde
sin tus caricias,
sin el sonido de tu voz,
porque me ahoga este sentir,
y se ruborizan mis pensamientos
en el ir y venir del tic, tac,
la mañana se calza su traje,
la despide con su equipaje
un hondo crujir del sol,
las pestañas buscan su nido,
es tu imagen su última visión,
un profundo sentimiento
se adueña de los sueños,
allí somos solo dos,
en la búsqueda
de un mismo vuelo,
las luces encienden
frente a frente las orillas,
de tu mar y mi río,
meciéndonos en sus secretas
aguas,  devorándonos las olas
que danzan a merced de tus
besos, cabellos
 y mi cintura…

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lunes, 6 de octubre de 2014

Tus alas


Hoy el tiempo me habla de ti,
con la suavidad de la brisa en mis cabellos,
sentí tu aliento respirar la humedad de mi tierra,
prolongue la mirada hacia un sitio distante,
oportunamente detenida por el correr de mis párpados
la lejanía, un murmullo a olas visito mi pecho,
 se inundó mi alma de cristales,
el cielo tatuó tu nombre,
y un silencio anuncio el sonido de la angustia,
la nostalgia recorrió los senderos del misterio,
y allí estabas, tempranamente junto a la noche,
divisé tus pestañas en dirección a tus crecientes
alas, que se agitaban ansiosamente y,
sentí tu libertad acariciando mi rostro,
mi cuello, un hondo suspiro adivinó
lo incierto, y me alejé despertando  de mi sueño,
cascadas de oleajes danzaban en mis manos
cubiertas de pupilas…

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domingo, 5 de octubre de 2014

Vives en mí


Cierra tus ojos
ve en tu interior,
encuéntrame

/

Como caballos salvajes
en la torrentosa tormenta,
brincan nuestros deseos

/

al refugio de dos corazones
reposa nuestra verdad,
y descansan los anhelos

/

de la mano de los sueños
que decidimos un día
hacer realidad

/

Religión que profeso
credo, mi verdad,
 necesidad y delirio

/

Tú mi gran amor
dueño y hechicero
de mis pasiones

/

No existe distancia
porque vives y reinas

en mí…
Soy Amelia Orellano Bracaccini:
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