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jueves, 27 de noviembre de 2014
Sueños de otoño
*
La tímida caricia del tiempo, que se va
apenas sin rozarlo, ya lejos de mi puerta,
me trae la fragancia lejana de los bosques
y el húmedo recuerdo de aquella infancia eterna.
Perdido en la memoria el viento se acumula
y dice su susurro que, sobre mi corteza,
los años han pasado por luces y penumbras,
acaso como sueños de otoño en primavera.
A cada paso el cielo, con sus miradas grises,
descubre que la lluvia que pare la belleza
es más que aquel bullicio de chopos y molinos
que baña la llanura entre las hojas secas,
crujientes, seductoras, llenando los vacíos
con esa luz difusa y aleve de la niebla.
Perdido en la memoria, el prado se adormece
debajo de la escarcha que besa la ribera,
camino de las horas donde dejé marchitos
el verde tintineo de abril, y esa acuarela
de nítidos matices, intensos como el barro
que nace de las aguas, donde la paz espera
gritándole al silencio que ya no queda nada
para desvanecerse al tacto de la hierba.
Quizás otra mañana despierte con el firme
aliento de encontrarme, y darme a la demencia
total de regresarme de nuevo a lo perdido,
pero esta lo que toca es ver si, por mi huerta,
rebrotan ya las cosas, dejadas al olvido
del frío del invierno, o siguen bajo tierra
sin ánimo ni vida, como mi corazón
que sigue hacia adelante, pues es lo que le queda.
*
MM
*
miércoles, 26 de noviembre de 2014
Lucía (continuación)
La tarde se inclina en pendiente
en la búsqueda de esos sueños dormidos,
que olvidaron sus razones para ser,
Y siendo lo que fueron no llegaron a nacer…
El invierno se acerca, los árboles desnudos
se preparan para su crudeza, el cielo
despeja sus grises para dar paso al blanco de las heladas, el lago amaneció con
una leve escarcha y el frío lentamente se cuela entre los dedos coloreando de
rojo las narices, quisiera que estuvieras para quitar este miedo que me
atormenta…
Hoy me hace falta tu arena para mojar mis pies en tus playas, y sentir el bramido de ti para ser en tus rocas, porque todo se
oscurece si no estás junto a mí, son tus brazos mis cauces, las fuerzas que me
impulsan a seguir, la razón por las que mis piernas se balancean a un ritmo
vertiginoso, sin igual, siguiendo el ir y venir de la gravedad mi motor, tus
besos ardientes como llamaradas endulzaron mis labios impregnando el sabor de
los sueños, esperanzas que una vez tuvimos y compartimos, jugando al futuro, a
la posibilidad de levitar en el amor una eternidad, donde los huracanes no
quepan y las tormentas viajen efímeras sin anidar.
El cielo se adormece tibiamente entre los
laureles de tus silencios, el crepúsculo retrasa su llegada entre amapolas y jacintos, el día se convierte en cenizas
y la nostalgia desembarca con sus trenzas largas, porque no estás para
abrazarme y sentir que aún no es tarde para amar, que la niebla muy pronto se
disipará dejándole paso a la claridad de nuestros sentimientos.
Lucía se sentía atemorizaba vulnerable a lo
desconocido, sus ojos no llegaban a ver por dónde venía el peligro y solo podía
pensar en su amor, Esteban.
Quizás solo se trataba de su gato algo
inquieto, quien desacomodara su departamento, decidió regresar, había pasado un
día dentro de la habitación del hotel.
Se dirigió al baño para peinarse sus
cabellos, tomó su bolso y al llegar a la puerta vio un sobre en blanco, al
abrirlo una nota que decía, “Siempre te encontraré”… Continuará
Lucía: XVI
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Narración
martes, 25 de noviembre de 2014
Lucía (continuación)
Ema
Estando
en su cama comenzó a dudar de su cordura, recorriendo todos los movimientos del
día y de los demás días recordando haber visto ese rostro en distintos
momentos, al observar desde la ventana lo podía ver en el parque mirando hacia
el edificio, al ir de compras muy cerca del puesto de diarios, sabía que lo conocía
o que lo había visto en reiteradas veces…
Tomó el
libro y continuó leyendo la atrapante y
magnifica historia, pasadas las dos de la mañana despertó con el libro en sus
manos, lo apoyó sobre la mesa de luz, se quitó sus anteojos y apagó la luz.
En la
oscuridad de su cuarto se asomaban las luces de la calle, una suave brisa
entraba por su ventana que al mover las flores de su jarrón despedían sus
aromas inundando la habitación, cerró los ojos y un ruido la obligó a
reaccionar, levantó su mano en busca de la perilla del velador pero algo o
alguien la sujetó aprisionándola en su cama.
Desesperadamente
intentaba gritar, pedir auxilio, pero le era imposible un paño tapaba su boca,
trataba de pelear pero todo era inútil su cuerpo era frágil para defenderse de
semejante acto de crueldad, comenzó a desvanecerse viendo su vida pasar, sus
sueños, alegrías, tristezas, los viajes que postergó, las palabras que no
pronunció, su mascota amada, las palomas
del parque que la esperaban cada mañana, recordó aquel joven tan amable, el
recorrido del taxi, que sería sin saberlo su último viaje, ya nada más podría
ser, y ese mensaje de su hija adoptiva que nunca llegó, todo se iba de su
esencia, se alejaba para darle la entrada a él que llegaba con una mano
extendida a buscarla con su traje blanco que tan bien le asentaba.
Se paró
delante de ella, la tomó de su mano y escuchó su voz que le decía, ven, ven
amor a mis brazos ya no temas, estoy contigo, y juntos partiremos hacia la eternidad, me has esperado
vida mía y aquí estoy para amarte por siempre…
Ema se aferró
con todas sus fuerzas y vio, que ya no había dolor ni tristezas, estaba en paz,
solo amor había en su corazón y en sus recuerdos, miró hacia la cama y yacía su
cuerpo inerte a merced de ese monstruo, lo vio huir de su departamento
dejándola sin vida, y ascendió con su marido que había venido a llevarla ante
la presencia de dios… Continuará
Lucía: XV
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Narración
Lucía (continuación)
Ema
Al siguiente y rutinario día decidió que iría al cine, se sentía
ahogada por el encierro, se vistió elegantemente, blusa negra, pollera blanca
con un cinto muy delicado dorado y sandalias al tono, lo acompañó con un collar
de perlas y pulseras, al finalizar la función se dirigió a una cafetería donde disfruto
de un exquisito café Italiano y masas, al bajar del taxi, de regreso a su departamento
se creyó observada, miró a sus espaldas sin poder ver nada, emprendió su
entrada velozmente y con miedo, volvió a mirar y le pareció ver que alguien
subía los vidrios negros de su automóvil importado. Le dio aviso al guardia,
quien descreído la escucho sin darle la mayor importancia, con la promesa de
verificar su veracidad.
La noche siguiente recordó el episodio y pensó que solo era fruto de su
imaginación, recogió las sobras de la cena y salió al patio por las escaleras
llevando la bolsa de basura, caminaba lentamente con mucho cuidado de no
resbalar, le pareció escuchar un ruido extraño que la abrumó, apuró su andar y
de repente se encontró con un señor que venía muy de prisa por las escaleras,
algo le decía que no se trataba de alguien del lugar y desvió su mirada, el sí
se fijó en ella y siguió.
Ema
sentía miedo, pero se dijo así misma que ya estaba algo vieja para estarse
inventando historias y mucho más para ser presa del pánico.
Al llegar
a su piso se apresuró a entrar notando que su puerta se encontraba abierta,
vaciló un instante preguntándose si entrar o no, no recordaba si habría cerrado bien la puerta
de entrada de su hogar, encendió las luces y se tranquilizó, se sirvió un vaso
de agua fresca y apagó las luces de la cocina y se retiró a descansar…
Continuará
Lucía: XIV
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Lucía (continuación)
Ema
Ema se
levantó esa mañana pensando en cómo sería su día desde que había enviudado solo
la tristeza era su compañía, se asomó por la ventana y se encontró con el sol
que tímido asomaba sus rayos y se filtraban por la cortina como queriendo rozar
su piel.
Se dirigió
a la cocina dio de comer al gato entrado en años que no cesaba de maullar
intensa y lastimosamente, era su consentido.
Pensó en
darse una ducha mágica bien caliente para aliviar sus dolores, pero antes de
hacerlo se acercó a su computador como lo hacía cada mañana, esperando
encontrar por sorpresa algún mensaje.
Caminó pausadamente
hasta el baño y dejó deslizar su bata por la espalda, soltó sus largos y finos
cabellos y se permitió empapar por el mágico chorro de agua que la hacía sentir
de maravillas.
Al salir
de la ducha como nueva, se vistió cómodamente con jeans y remera suelta, se
colocó zapatillas con suelas de goma y un pañuelo al cuello color rosa, solía
decir cómoda pero sin perder la
elegancia.
Después
de desayunar, salió a la calle para hacer los mandados rutinarios, por el
camino se detenía a conversar con las aves de la plaza le gustaba disfrutar de su
compañía.
Al llegar
a la verdulería Don Juan el verdulero la consentía regalándole siempre una
fruta de más, ella abonaba con una gran sonrisa, prodigándole bendiciones para
él y su familia.
Al salir
se dirigió a la librería para ver si había llegado algún material nuevo, y vio
para su sorpresa la nueva novela de su autora favorita, que la hacía soñar con
sus escritos, Lucía Mileno, no tenía mucha información de su biografía, pero a
ella eso no le importaba.
En la
vereda de su departamento saludó al guardia de seguridad y le regaló una fruta,
a la que él recibió amablemente como cada mañana, su departamento se encontraba
en el cuarto piso, al subir al ascensor se encontró con un elegante joven bien
parecido a quien saludo, no sin antes pensar como le hubiese gustado tener treinta
años menos y conquistar a ese hombre tan apuesto, sonrió, no podía dejar de
verlo, sus manos eran fuertes y a su vez delicadas.
Al salir
del ascensor se sintió ruborizar, al verse embriagada con su fragancia varonil,
de pronto sus piernas se aflojaron haciéndola tambalear y caer al piso, el
joven al escuchar el estruendo regresó y la ayudó a reincorporarse y la
acompaño a su puerta ofreciéndole llamar a un médico, a lo cual la señora se
rehusó… Continuará
Lucía: XIII
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Lucía (continuación)
Lucía
regresó a la ciudad al llegar a su departamento hecho una mirada a la ventana
del músico la vio medio levantada y sus cortinas cerradas, en silencio absoluto,
antes de pasar por la casilla del guardia miró a sus espaldas y entró por la
angosta puerta de la entrada al pasar notó que cuidador la observaba, ella
simplemente siguió, algún día entendería cual era el motivo por el cual le
incomodaba verlo.
Al entrar
a su departamento notó algo diferente un aroma desconocido, sus cosas se
encontraban movidas de su lugar, buscó en las habitaciones todo parecía
revuelto miro por la ventana porque le pareció
ser observada al no ver a nadie cerró las cortinas con rapidez, sintió como su
cuerpo se estremecía del miedo.
¿Qué peligro la acechaba, quien había entrado
en su cuarto?
Salió en
busca de un lugar donde albergarse y pensar cuál sería su siguiente paso, se
hospedó en un hotel céntrico se registró, y abonó la noche. En su habitación más
tranquila sacó su diario de la cartera y escribió.
Querido
diario perdón por haberte abandonado, tengo infinidad de cosas por contarte,
prepárate, y ahí narro todo lo sucedido hasta ese día, en el último renglón
subrayado escribió, siento que algo malo me puede suceder, a cada momento
presiento una mirada sobre mí, al acecho…
¿Tendrá algo que ver con mis
pesadillas? Y lo cerró… Continuará
Lucía:XII
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Narración
Lucía (continuación)
Los días
pasaban el tiempo corría sin deseos de detenerse Lucía visitaba Centros
culturales, ferias, las bibliotecas de los lugares más remotos, sus valijas
subían y descendían de los taxis, su euforia crecía a pasos agigantados, su
rostro se empalidecía, demacrada ante tanto ir y venir durante el día y, por
las noches reuniones, agasajos y cenas interminables. No tenía tiempo de pensar
en lo que ocurría solo se dejaba llevar por la vida.
Esteban
cada día con mayores ocupaciones debido a su nueva sociedad las horas se
multiplicaban en su oficina los correos se apilaban con datos que solo él conocía,
Sarita siempre a su lado, recargando su agenda.
Por las
noches llegaba cansado a su departamento sin deseos de nada se duchaba y
dormía, otras noches el insomnio se apoderaba de él, pensando en su amada
Lucía, sentía una angustia indescifrable como si ella lo necesitara. Sarita
solo esperaba.
Al fin
llegó un día de descanso en su agenda, se encontraba en una población muy
pequeña donde sus habitantes eran muy hospitalarios, los árboles seguían un
orden, al igual que sus casas de un mismo diseño y colores, los jardines
floridos muy bien cuidados por la callejuela central sus farolas intermitentes
codificadas, las mujeres sonrientes le mostraban sus tejidos y bordados otras
sus recetas sorprendidas por su sencillez le hacían invitaciones y regalos, Lucía se acercó a beber café en una cafetería
más alejada necesitaba desconectarse de las personas por un momento, un señor
se acercó con su acordeón y le dedicó una canción, ella quedó impactada con la
voz del músico callejero, era suave y melodiosa al darle propina el hombre sacó
una flor de su sombrero y se la regaló… Continuará
Lucía:XI
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Narración
lunes, 24 de noviembre de 2014
Mi eslabón
Se estremece
mi mirada al ver tu sonrisa explayada
cuando dirijo
de reojo mi reflejo hacia el espejo,
y te
veo en mis pupilas grabado en mis retinas
tu
rostro,
eres el
expreso con destino al amor,
que
despierta al mañana desde el hoy abriendo
sus
alas hacia tu orilla donde tus pies cultivan
la
sonrisa que me anima a seguir
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amor
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Poesía
Lucía (continuación)
La mañana
llegó esplendorosa con aroma a jazmines colándose por la ventana, el vapor del
café dibujaba imágenes efímeras en el aire vertiendo su aroma en cada
habitación deslizándose por debajo de la puerta de entrada y filtrándose en los
ascensores, escaleras y demás dependencias, cruzando la calle se dejaban oír
las máquinas de los trabajadores municipales cortando el césped del parque
podando las ramas rebeldes, acicalando su fachada, los rociadores funcionaban rítmicamente
con su silbido agudo, unos perros se lanzaban a la carrera por atrapar los
finos chorros de agua que de ellos salían, por la vereda oeste un gato
arrabalero regresaba a su hogar luego de su trasnochar, los gorriones y
calandrias aturdían con sus trinos, los ceibos pintorescos regaban con sus
flores alfombrando el lugar.
De uno
en uno, iban llegando los artesanos con sus mochilas en mano sus caras risueñas
y sus prendas multicolores, Raúl acomodaba su puesto de diarios y vociferaba
los aumentos con rabietas, mientras la pava hervida levantaba su tapa, Don Juan
el verdulero lavaba su vereda con la manguera en la espera de que llegara la
fruta fresca, escuchaba a Raúl y sonreía, sabía que si alguna mujer se detenía a
hablar de los chimentos de la farándula se olvidaría muy rápidamente de los
aumentos.
Lucía
después de su baño fue a correr al parque, disfrutaba del olor a pasto fresco,
corría sin cansarse, saludaba a la gente, sonreía, subía y bajaba las
escalinatas se sentía frenética, entusiasta.
Después
de varias vueltas aminoró su marcha y se dirigió a la librería de la avenida
que se encontraba cerca, miró la vidriera y allí estaba, vio su rostro en la
tapa del libro, contenta realizó las compras en los mismos sitios de siempre,
conversó con Don Juan el verdulero, con Raúl el diariero y regresó a su
departamento, no sin antes mirar si se encontraba su vecino el violinista, nada
pudo ver, no había señales de él.
Mientras
se duchaba pensaba en su amiga en lo distintas que eran y como se
complementaban, Alicia era un ser con mucha luz muy agradecida con la vida, en el vestidor tomó una de las bolsas que
ella le regalara y se probó las prendas, imitó su manera de caminar, de hablar
sus gesticulaciones y ademanes, no pudo contener la risa realmente la estimaba luego
guardo cada cosa en su cubículo se vistió y salió a su entrevista sobre el
nuevo libro y sus plazos fijados.
Caminaba
por la calle radiante sin problema alguno que ensombreciera su rostro femenino,
sus caderas se contoneaban con simpleza y gracias, sus curvas no pasaban
desapercibidas, al mirar sus pestañas parecían seguir un ritmo prefijado
dibujando el contorno de sus ojos.
Volteó para
ver, sintió por un segundo que alguien la observaba, sonrió, se dijo así misma
que necesitaba unas vacaciones para alivianar su extres… Continuará
Lucía:X
Imagen tomada de la web
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Lucía (continuación)
La noche
nítida los acogía con su manto de estrellas, por las calles los vehículos
aceleraban como queriendo ganarle al tiempo un segundo más de vida, en las
casas y departamentos todo seguía su curso una música allá a lo lejos, las
bocinas y sirenas reportaban infinidad de vivencias, las luces brillaban cegando a la oscuridad, entre ellos solo reinó el silencio en sus
pensamientos, Esteban descendió por las escaleras lentamente, no podía creer lo
que acababa de suceder, había descubierto sus ansias por tenerlo, y su mundo se
movilizó dejándolo sin reacción.
La
deseaba intensamente con todas las fuerzas del amor, pero el necesitaba que
fuese diferente, sentir su entrega espontánea deseosa de él, sin los efectos
del vino, y se marchó.
Lucía
no podía dejar de pensar en lo que su cuerpo le hacía sentir, en sus ansias por
él, se recriminaba, acarició su vientre, se fue deslizando por el marco de la
puerta y se preguntó por qué él había escogido retirarse, si ella lo había
sentido en su piel, cuando él se estremecía temblorosamente al acercarse junto
a ella, se quedó unos minutos sentada sobre el piso sin respuestas y mareada
por los efectos del alcohol y se fue a dormir, mañana sería un nuevo día
pensaría con mayor claridad... Continuará
Lucía: IX
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Lucía (continuación)
Lucía
llegó cansada de la firma del nuevo libro, su muñeca ya no resistiría una firma
más, decidió que un baño con sales y música suave serían la solución, así lo
hizo, encendió unas velas y el clima estaba propenso para la relajación que
tanto necesitaba.
Al
salir del baño se vistió cómodamente con remera, short y zapatillas, abrió una
botella de vino, se sirvió y festejó su progreso. Con la entrega de este libro,
había firmado un contrato para su nueva publicación.
No contuvo
las ganas de reír y gritar que sentía, no importaba qué pensarían sus vecinos.
Sonó el
teléfono, era su amiga Alicia la cual no había podido asistir al evento debido
a que se encontraba de viaje de negocios, y juntas rieron y gritaron…
Al
colgar volvió a sonar, pensó que su amiga habría olvidado algo que comentar.
Era Esteban
con su encantadora voz, que hechizaba sus barreras descendiéndolas hasta el
infierno, preguntaba si sería posible que subiera ya que se encontraba en la
puerta del edificio, sin saber cómo reaccionar, contestó vacilante, sí.
De
repente sintió como sus piernas se tambaleaban, no permitiría que nada
arruinara su momento de gloria, caminó pausadamente hacia la puerta de entrada,
delicada sutileza, agraciada belleza sus curvas, esperó, sabía que él no usaría
el ascensor, al abrir la puerta, lo vio, parado con la elegancia que lo caracterizaba, y, pensó en lo
apuesto que se veía y sentía.
Lo
invitó a pasar y su aroma la envolvió como en un sueño, hablaron, rieron, El
joven se arremangó las mangas de la camisa de seda Italiana para abrir una
botella, y se miraron detenida y pausadamente, ella fijó su vista en sus
brazos, en sus manos fuertes y velludas. Recordó sus abrazos que la hacían
sentir tan segura. El, observó su
escote, que si bien no era prominente, si era insinuante y provocativo, para
él, que conocía lo que allí se ocultaba sin dejarse ver.
Esteban
preparó la cena, sabía que ella no la prepararía, y se iría a la cama sin
cenar, la conocía muy bien.
Después
de verla cenar, se dispuso a despedirse, no quería de ningún modo hacerlo, pero respetaría a su amada, así todo su ser
le dijera lo contrario. Se acercó para saludarla y sus aromas se mezclaron,
sintió como su cuerpo se erizaba junto con su piel, ella, sintió un nudo en la
garganta, quería que él se lo pidiera, que deseara quedarse, lo deseaba con
insistencia.
Esteban
la miró y esperó, muy dentro suyo deseaba que ella le pidiera que se quedara,
pero solo la abrazó y beso en la mejilla, podía sentir la proximidad de sus
labios, sus tibios pechos pegados a su cuerpo, su perfume y la suavidad de sus
cabellos, sus piernas temblaban, y se regocijó al saber que ella lo deseaba. Le
robó un beso al cual ella disfruto y acompañó, se separaron sus cuerpos
febriles y danzantes sedientos de ese tórrido encuentro y se despidieron…
Continuará
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domingo, 23 de noviembre de 2014
Lucía (continuación)
Esteban (continuación)
Se dirigió
en su coche hacia la librería deseaba comprar el nuevo libro que su esposa
Lucía había recientemente publicado, vio con gran alegría que se encontraba en
la vidriera recomendado como todos sus trabajos, en su tapa al pie de la página
el nombre de su autora, Lucía Mileno, el nombre del título lo impactó, “El
final de un amor” con impaciencia al
llegar a su hogar desenvolvió con extrema rapidez su envoltorio de nylon,
preparó café en su pocillo preferido y sin ponerse cómodo comenzó a leer, tal
era su afán por su lectura que no advirtió el correr de las horas, miró en un
pestañeo el reloj donde sus agujas marcaban las veintidós y cincuenta horas,
guardó el libro en su biblioteca como si se tratara de un tesoro, a la espera
de su regreso.
Se sirvió
un sándwich de atún y una cerveza mientras recordaba cada letra leída
detenidamente, las palabras les danzaban en su cabeza, ¿se refería a su amor, a
sus historias? No, no se repitió así mismo, ella lo amaba y solo se estaba
tomando un tiempo para recapacitar y encontrarse así misma renovada.
El
nunca aceptaría que ella se había alejado de él, recogió las llaves de su auto
para ir junto a su ventana como cada noche… Continuará
Lucía
VII
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Lucía (continuación)
Esteban ( continuación)
Exhaustos
durmieron juntos piel con piel sus cuerpos.
Al despertar
se encontraba solo en la habitación, pensó detenidamente en lo que había
sucedido, con seguridad sabía que no se trataba de un sueño, fue incorporando
lentamente su desnudez y se dirigió al baño, no sin antes verificar si aún se
encontraba su visita ( inesperada), ella ya se había retirado con su perfume.
Debajo de
la ducha miraba fijamente el agua correr por su cuerpo, solo él y el agua.
Sonó repetidas veces el teléfono, debió salir
de prisa vistiendo solo unas gotas rezagadas.
Era la
voz de un hombre con quién él debía encontrarse en cuestión de pocas horas, colgó
y caminó hacia la web en busca de información, la gravó a una memoria y la
colocó sobre su escritorio.
Ya en
su vestidor eligió una camisa blanca, por ser de mañana un tono claro y fresco,
zapatos y cinto al tono.
Se perfumó
con su fragancia importada que lo volvía decididamente irresistible, luego se
dirigió a un cajón, tomó una pequeña botella con la esencia de su amada (Lucia)
y la vertió sobre su pañuelo.
Peinó sus
abundantes cabellos negros, observó su rostro angular bien afeitado, el gris de
sus ojos no reflejaban cansancio alguno.
Hoy bajaría
por el ascensor, necesitaba estar presentable para la reunión, al llegar al
auto contestó una llamada a su celular, se trataba de Sarita, preguntando si se
presentaría en la oficina para comunicarle los movimientos agendados y el
papeleo a firmar, él contestó que no sin
dar mayor información.
Al llegar
al lugar del encuentro programado constató que el restorán se encontraba lleno,
tal y como él lo había pensado.
Miró su mesa, y allí estaba su cita de negocios
y muy sutilmente sus guardaespaldas regados por sitios estratégicos.
Se dirigió
hacia allí con ímpetu, tratando de dar una imagen fría y segura, lo consiguió.
Lo estaban
esperando, la reunión se llevó a cabo dentro del lapso establecido luego se
retiraron, Esteban acompañó gentilmente a su nuevo socio hasta la puerta de su coche y
con un fuerte apretón de manos se despidieron… Continuará
Lucía VI
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sábado, 22 de noviembre de 2014
COMO DUELE
Como duele,
Duele esa distancia,
Lástima el poderte recordar,
Esa toda tu ausencia...
Mi alma hace lacerar,
Crece así mi impotencia...
Y al mismo Dios parezco blasfemar.
No me importa la vida...
Pero la se apreciar,
Lo que importa es mi herida,
Que parece arreciar;
Que al crecer más el tiempo,
Más te parezco amar.
Duele abrir los ojos,
Y no poderte mirar,
Será otro día perdido...
En qué mirarte no he podido...
Y más crece mi pesar.
Esa herida crece
Y eso me hace pensar,
Que lo tuyo no fue un sueño,
Fue una oculta realidad;
Fue hacer una fogata...
En lo más hondo del mar,
Fue llegar al mismo cielo
Y con Dios platicar...
Y le dije que en el suelo...
A uno de sus ángeles pude amar.
Miguel Ángel Rojas Ibarra
En Twitter: @Micky_Way_Mar
En Google: Miguel RojasIbarra
Mi correo: miangeldelmar24@gmail.com
Mazatlán, Sinaloa, México.
TENGO LA LUNA
Tengo al alcance la luna,
Así como abrazo al mismo sol,
Ni el mar me parece imponente...
Tanto como quererte conquistar,
Todo lo miro tan fácil,
Menos el poderte amar.
Con un día de tus días,
No pediría ya más,
Si así tu lo quieres...
Dímelo y después me puedes dejar.
No te pido para ti un imposible,
Pero se que me lo haz de negar.
Miguel Ángel Rojas Ibarra.
En Twitter: @Micky_Way_Mar
En Google: Miguel RojasIbarra
Mazatlán, Sinaloa, México.
Sábado 22 de noviembre del 2014.
Un poco de mi historia
HOY QUIERO DAR GRACIAS A ART SUITE Y A MI AMIGO JOSÉ BARUCO...!!!
A tres años ya de distancia que inicie mi cuenta en Twitter el 18 de noviembre del 2011.
Inicié sin conocer nada absolutamente y sin que nadie me haya invitado, simplemente me dije voy a entrar y conocer otro medio de internet.
Ingrese por iniciativa propia.
Aunque aún desconozco mucho de esta bella aplicación de Twitter, me era desconocido y me acuerdo de mi primer Tuit y me retorna la risa...!!!
Poco a poco fui conociendo un poco (como decimos en México "Poquito a poquito"), fui manejando mi cuenta.
Pero esos 140 caracteres me impedían publicar un pensamiento desarrollado completo.
No sabía de las web propias. Así que busque donde algunos publicaban poemas, así di con un blog en donde escribí mi primer poema...
Pero no lo publicaron, así como no sólo no lo publicaron, sino que me mandaron un correo donde me decían que mi poema era muy anticuado y que no les importaba mi forma de escribir.
Mi respuesta y se los dije de inmediato que entonces me disculparán pero los iba a eliminar de mi cuenta, ya que no me importaba para nada seguirles.
Seguí buscando, hasta que me atravesé con Art Suite.
JOSÉ BARUCO, mi gran amigo no sólo me abrió las puertas de este bello y maravilloso blog multo disciplinario....
No...!!! No sólo me abrió las puertas, sino que me hizo crear un blog donde de forma directa podía publicar y editar mis letras aquí en La Suite del Arte.
Una maravilla encontrarme con varias poetizas y poetas de grandes letras.
No voy a poner nombres porque se que omitiría a muchos y muchas de estas bellas amistades que han nacido de parte de este maravilloso blog.
Así pues, antes de llegar al final.
El blog que me rechazó le agradezco eso. Pero, con el tiempo me volvieron a agregar, así lo hice yo con ellos también, les agregue en mi cuenta.
Ahora si, sólo me resta decir...
GRACIAS AMIGO JOSÉ BARUCO...!!!
Creo que te debía al menos estas mínimas palabras mías.
Ceguera
Héctor Rodríguez |
En mi parte más oscura,
sin luz de nadie,
me palpo las palabras.
Invidente que tienta
desconocidos muebles
de una casa ajena.
Acaricio la rugosidad de un pronombre;
la superficie helada de ciertos sustantivos;
la viscosidad pegajosa del adverbio.
Me abrazo al verbo,
que me acoge
con la calidez de un viejo amante.
Me demoro en la musicalidad
de cristal de ciertas frases;
las que vibran al rozarlas cuando paso.
Me dilato allí y,
amparada en mis penumbras,
disimulo en los bolsillos de mi alma
una sintaxis perfecta,
y regresó para hacer cicatrices a las hojas.
Pero no era verdad, que no era perfecta.
Todo fue mentiroso espejismo.
Que yo no nací para ver
lo que vieron
los poetas ciegos.
***
Nos vemos en:
Lucía (continuación)
Esteban
(Continuación)
Emprendió
la marcha, luego de dar varias vueltas sin sentido se encontró frente al departamento de Lucía, su único gran amor, era
su loca obsesión…
Estacionó
frente a su ventana, quedó allí por hora y media solo para ver si podría verla
siquiera un instante.
Decidió
que se iría, levanto la vista por última vez, y, allí estaba ella asomada a su
ventana como en la búsqueda de algo o alguien, vio cerrarse las cortinas y la
luz de su cuarto apagarse.
No podía
contener la idea de imaginarla, como se encontraría, sola en su lecho, toda
ella en su sensualidad, su aroma que corrompía sus sentidos hasta llevarlo al delirio.
Emprendió
su marcha perturbado, ansioso, al llegar a su hogar sintió la soledad, buscó en
la nevera algo que cenar, y lo arrojó al cesto de residuos, no sentía apetito,
en su mente solo existía ella solitaria
en su cama.
Podía con
solo cerrar los ojos recordar la tibieza
de su cuerpo, sus caricias, sus besos,
su sexo ardiente y demoledor…
Emprendió
su marcha hacia el dormitorio, se desvistió hasta quedar completamente desnudo
bajo el agua de la ducha que se escurría por su cuerpo, pensaba mientras el agua se escurría por su
espalda,
que esa
noche sería repetidamente otra noche de insomnio pensando en su amor.
El cansancio
se hizo notar y el sueño se fue apoderando de él. Se encontraba dormido cuando
sintió una suave caricia, creyó en su soñar, que se trababa de Lucia, su
adoración, se quedó inmóvil permitiendo que
su sueño se apoderara de todo su ser…
Quería,
necesitaba soñar con ella, pero las caricias se transformaron en besos, y abrió
sus grandes ojos complacidos, allí estaba ella, besándolo, acariciándolo, y
pronunció con su voz ronca de sueño y
excitación -¡Lucía! Y la mujer silencio
su voz con una mano sobre sus labios.
Lo beso
en el cuello, se recostó sobre su torso desnudo y se sentó sobre él, quitándose
la blusa con suave movimientos ascendentes…
Su perfume
no era el mismo, sus caricias eran otras, deseaba despertar pero le era
imposible reaccionar, y tomó a la mujer entre sus brazos y bebió del néctar de sus pechos con furia y
desesperación, la miro a los ojos y lo supo, Sarita, que había entrado con la
llave que él le había dado en sus noches solitarias…
La tomó
de sus cabellos, la beso de manera
iracunda, la dio vuelta quedando el detrás y la hizo suya, una y otra vez, quería
descargar su furia, porque no podía
tener a su amor, con quien realmente deseaba hacerlo en esos precisos momentos.
Sintió unas
ganas incontenibles de morder su cuello, su espalda, el nacimiento y el final
de su cintura, y lo hizo…
Le daba su sexo con enojo e impaciencia, sus gemidos
lo encolerizaban hasta la plenitud, sintió la llegada del cáliz lo vertió aferrándose
a ella de sus muslos, a toda su sensualidad, la oía gritar de placer, sus
susurros decían sí, sí, y vibraron al unísono relajando sus instintos con
suaves caricias, fue desenredando sus dedos de sus sedosos cabellos, sus rizos olían
a satisfacción, ella lo miro de frente, lo beso, y con voz melodiosa casi con vergüenza
le dijo, Te amo, a lo cual él respondió con un silencio rotundo.
Ella sabía
de sus sentimientos por Lucia, aun así,
no podía evitar decirle lo que por el sentía y luchar por su amor, ella no lo
abandonaría…. Continuará
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Lucía (continuación)
Esteban
Esteban
se preparó un café doble para despabilarse, no había dormido en toda la
noche, tomó una ducha rápida, se vistió,
bebió su café ya tibio y se dirigió a su escritorio, recogió su maletín cuando
vio unos papeles que debía colocar en su caja fuerte, en su pronto accionar
cayeron de sus manos algunos sobres, solo le importó uno de ellos y rápidamente
los guardó en el mismo sitio.
Caminó
hacia la puerta y detuvo su mirada al
tomar el picaporte, su mano, su anillo.
Bajó los
seis pisos por las escaleras muy deprisa, al llegar al estacionamiento saludo
al guardia y le entregó un sobre cerrado, le palmeó la espalda y se dispuso a
subir a su vehículo cuando el empleado, Roberto le preguntó, -¿Está todo bien
señor?
Esteban
advirtió que había notado sus ojeras y su rostro demacrado, con un leve
movimiento de cabeza asintió.
El día le resultaba interminable en la oficina, se
sentía ahogado, debía concluir unos asuntos
pendientes antes de finalizar la jornada.
A media
hora de terminar la tarde, se hizo presente Sarita su secretaria, una rubia de
un metro ochenta de finas curvas, polleras cortas muy ceñidas y tacones, a
confirmarle que ya todos se habían retirado.
Le preguntó
si esa noche saldrían a beber algo, El, la tomó entre sus brazos y pudo sentir
su suave aroma y la fragilidad de su cuerpo deshaciéndose en sus manos, la besó
y le respondió que tendría que ser otro día porque se sentía muy cansado, a lo
cual ella, luego de insistir con suaves caricias y besos aceptó.
Esteban
ya arriba de su coche se recriminó sintiéndose un tonto por haber
desaprovechado esa excitante oportunidad, y la siguió con la vista mientras
ella se retiraba del lugar en su coche importado.
Esbozó una
sonrisa al pensar en quien sería su próxima víctima, Sara no era una mujer que
aceptara
negativas,
no se iría sola a su hogar.
Continuará…
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Hecha en Argentina
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Narración
viernes, 21 de noviembre de 2014
Tu
Cuando el día nace
y su sombra se va
cubriendo de luz,
la mañana se viste
de seda en tu piel,
el viento abanica
sus vestidos
esparciendo tu
aroma
en el espacio de
mis sentidos,
los suspiros se
atolondran,
agolpándose para
salir amedrentados
recorriendo la
faringe en su calor,
golpeando fuerte,
muy fuerte,
mis vestiduras, tu
voz,
socavando palabras
guardadas,
de mi boca
amurallada
reservada para ti,
tu mirada, tu
mirada,
tímida, cristalina,
humedeciendo mi
desnudez.
De esa copa de
vino…
Que no bebimos,
afloraron los
deseos
mil caricias y un
te quiero,
enterneciendo mi
ser.
Has logrado, tú, perturbar
mis días,
mis noches, cada
uno de mis sueños,
conduciéndome a la
irremediable locura,
desvaneciendo mis
fronteras,
guiando a las
estrellas en el camino
hacia tu amor…
jueves, 20 de noviembre de 2014
El tiempo detenido en tu recuerdo
Tengo que olvidar
que no se vivir sin ti.
Dejaré un lamento
en el aire.
Me desangraré en cada linea
que te escriba.
Porque amarte,
es seguir nadando a contracorriente.
Intentar llenar un vacío
que no me has pedido llenar.
Es lo que nunca pasará
y lo que nunca debió ocurrir.
Es lo inesperado
y lo mas esperado.
No es un antes
ni un después,
es el tiempo
detenido en tu recuerdo.
Fuera de mi
El cielo se abre sobre nosotros
La noche quiere hablarnos
La noche quiere hablarnos
Y nuestras miradas esquivas
Ya no dicen nada.
La vida es absurda
Llena de incógnitas sin sentido
Los suspiros intensos
Endulzan mis besos
Las mañanas vacías
Llenan mis versos
Me fumo a escondidas
Cada segundo perdido
El asfalto frío
Quema mi cuerpo
No veo nada
Y veo todo al tiempo
Me veo yo, desde fuera
Lucho por dentro...
Fuera de mi,
Entiendo el resto...
Aurora boreal. Tromso: Octubre 2014 |
Por: Lady Writer
Twitter: @IreneNomada
Blog: Nómadas en la Noche
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